jueves, 3 de diciembre de 2015

Cuando la política afecta a la economía

¡Qué mal administrados han estado Brasil, Argentina y Venezuela con estos últimos gobiernos…!
No me imaginé que la señora Rousseff se haya tirado el trabajo de Lula. Estuvieron juntos en el gobierno, pero la mujer no aplicó las enseñanzas necesarias para mantener la economía brasilera.

Argentina… Una vez estuve en Buenos Aires y entrevisté a algunos empresarios y una de ellas me dijo: “Este gobierno nos deterioró el ambiente de negocios”. Se bajaron las ventas de los comercios y su enfrentamiento con entidades como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial no fue bien recibido en los mercados internacionales.

Y Venezuela, pues… qué podemos decir de Venezuela. Es el peor del ranking, a pesar de la fuerza del petróleo…
Como dice el editorialista de LR, la economía de la región está en problemas.

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Cuando la política afecta a la economía
Jueves, Diciembre 3, 2015

Acaba de conocerse que la economía más grande de Latinoamérica, Brasil, está en una recesión aguda con un descenso de su actividad productiva de 4,5% para este año. Con ese dato, hay que reconocer que la economía latinoamericana ha entrado en un momento difícil, encabezado por las otrora consideradas las más poderosas, como Brasil, Argentina y la petrolera Venezuela. Y aunque, es evidente una gran debilidad en su evolución productiva por factores externos como la caída de los precios de las materias primas y la contracción de China, también hay elementos internos que agudizan la desconfianza y clima para hacer negocios, en especial la inestabilidad política y las extendidas prácticas de corrupción.

En el caso de Brasil, su moneda es la que más valor ha perdido frente al dólar en lo que va de 2015, solo comparable con el rublo ruso. La devaluación en los últimos 12 meses asciende a cerca de 70%, resultado de indicadores económicos negativos, pero también de un tenso ambiente político derivado de la corrupción en la poderosa Petrobras que salpica a la clase política y a importantes empresas privadas. Mientras tanto, la presidenta Dilma Rousseff es el mandatario más impopular de los últimos 25 años.
 
En Argentina, las cosas no pintan mejor. Ya es un hecho que el nuevo Gobierno elegido hace dos semanas deberá permitir una devaluación de la moneda en una proporción de no menos de 20% si quiere recuperar la competitividad, además de un programa de ajuste de grandes proporciones para frenar el desangre del fisco. El balance que deja el Gobierno saliente no es ni siquiera aceptable, pues el país lleva varios períodos de estancamiento con lo que se demuestra que el modelo adoptado deja un saldo en rojo.
 
La situación de Venezuela no puede ser más caótica y aunque se pueda alegar del impacto de la dramática caída de los precios del petróleo, la verdad es que los resultados del modelo bolivariano implantado hace más de una década, han sido desastrosos. La inflación ronda 200% este año, la devaluación alcanza niveles increíbles y una contracción económica ya está en 5%. De nuevo, la corrupción aparece como un elemento que estimula la desconfianza que debería reflejarse en las próximas elecciones regionales. 
 
En forma paralela, en los tres países, los problemas de gobernabilidad son graves: Venezuela pasa por un período de inestabilidad y no es exagerado decir que su democracia está en peligro. En Brasil, los problemas no le auguran un buen final para Rousseff y por el contrario podría no terminar su mandato, en el tanto que en Argentina resulta claro el agotamiento del modelo de izquierda liderado por el kirchnerismo.
No es un asunto de añorar el pasado glorioso en estos países. Es sencillamente entender que las condiciones económicas no son las mismas de antes.

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