El empresario que resucitó el Carnaval

El carnaval había sido la fiesta de todos y a la vez de nadie. Una recocha improvisada con riesgo de sucumbir arrinconada. León Caridi decidió entonces contagiar la fiesta con su energía.  En 1991 resolvió patrocinar la comparsa de las Marimondas, un disfraz típico del carnaval que luce traje y corbata al revés  que hace alusión al barranquillero mamador de gallo que se esconde dentro de una máscara de nariz elefantesca con grandes orejas. Un ‘monicón’ que le llamó poderosamente la atención a Caridi.
En 1991, León Caridi comenzó a apoyar la comparsa de las marimondas.

El  nombre de León Caridi estaba asociado al de un industrial exitoso propietario Industrias Cannon de Colombia y directivo de varias entidades empresariales, hasta cuando decidió que al carnaval había que inyectarle vida y recursos para convertirlo en el emblema de la ciudad. Un evento que congregara  ricos y pobres, blancos, indios y negras en torno al baile y el gozo.
Era una tarde en la que los viajeros que escapan del bullicio del carnaval regresaban de las ciudades aledañas a Barranquilla. Don León, uno de esos, venía entrando a Barranquilla después de descansar en Santa Marta. Decidió bajarse de su carro y beber una cerveza en una tienda de un sector popular para refrescarse.
Entonces conoció accidentalmente a César ‘Paragüita’ Morales y Simón Ojeda, ‘El Burro’,  fundadores de la comparsa de las marimondas del Barrio Abajo. Ellos no sabían quién era en realidad León Caridi, aquel señor con voz nasal y cola de caballo que en medio del bullicio del carnaval y en una tienda en un sector popular les hacía la mejor de las promesas que jamás les habían recibido en su vida:  patrocinar a los más de 200 bailarines que conformaban entonces su comparsa.
El aporte de Caridi al carnaval ha sido definitivo para que esta manifestación cultural crezca y se fortalezca. En la foto, con Sonia Osorio.

La historia de Caridi en el carnaval comienza allí. Después llegaría su apoyo y el de otros empresarios a otros de los numerosos grupos que hoy adornan los desfiles. Años después decidió comprar una casa quinta semidestruida, edificada en 1929 en el Barrio Abajo, para que la fundación organizadora del Carnaval tuviera sede. Caridi logró que se movilizaran recursos para revitalizar las comparsas y grupos de baile que desde noviembre comienzan a prepararse en los barrios para el gran desfile de la Batalla de flores y la Gran Parada.
Caridi compró esta casa semidestruida y la convirtió en la sede del Canraval de Barranquilla. 

Cada año León lideró la tropa de amigos que salían disfrazados de marimondas a bailar en plena Batalla de Flores en todo el recorrido de la vía 40, convertida en cumbiódromo. Con botella de ron en mano, bailoteaban los cerca de 5 kilómetros del desfile. El disfraz daba libertad y licencia para expresarse y eso lo entendió muy bien Caridi, quién desde su primera Batalla de Flores, nunca dejó de disfrutarla en faenas llenas de sol, bulla,  porro, y brisa de mar y de río. Se deleitaba los cuatro días y terminaba entre lágrimas, como toda viuda alegre, vestida de negro, pintarrajeada y peluda hasta el cuello, velando a su Joselito Carnaval.
Muchas veces estuve allí. Parecía algo extraño ver a aquel influyente empresario y hombre de carácter en ese papel. Pero hay que estar allí para entender lo que realmente significa vivir esa fiesta. Caridi quedará en la memoria de todos los barranquilleros. No tanto por ser un promotor del carnaval o porque una avenida que circundará el río con un malecón lleve su nombre, sino porque desde su posición actuó con respeto e hizo entender la verdadera esencia que lleva impresa la fiesta, que hoy agradece que su mano recta la haya guiado hasta ser calificada como el segundo carnaval de mayor importancia en el mundo y declarada Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por Unesco.
La Unesco calificó el Carnaval de Barranquilla como el segundo más importante del mundo.