miércoles, 6 de diciembre de 2017

Una iniciativa admirable Por Ricardo Ávila, director de Portafolio

Casa Grande Caribe, iniciativa liderada por Adolfo Meisel, codirector del Banco de la República, acompañado por una serie de entidades y  colombianos de primera línea, se sentaron todo un día a hablar de la región Caribe y su futuro.
En el RADAR hablamos directamente con el economista y nos ratificó lo que se dijo en el evento: "En 12 años, la región Caribe requiere de 16.500 millones de dólares para salir de la pobreza".

 Meisel también nos dijo: "La cuestión no es de plata... lo que más se requiere es voluntad y que no haya tanta corrupción..."

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1 

Editorial
Una iniciativa admirable
Por Ricardo Ávila, director de Portafolio

El propósito de eliminar, de una vez por todas, la pobreza en la Costa Atlántica para 2030, es la meta más loable de la Casa Grande Caribe.

 
Que la Costa Caribe es una de las regiones del país con mayor pobreza e inequidad es algo conocido. A pesar de contar con la bancada parlamentaria más numerosa y ser clave en las elecciones nacionales, la situación social y económica de los ocho departamentos de la zona avanza muy lentamente, y en casos como en La Guajira, empeora ante los ojos de todos.
 A la luz de esa realidad, es motivo de optimismo que fuerzas vivas del área –empresariales, sociales, cívicas y académicas– se hayan congregado alrededor de una meta para el año 2030: eliminar la pobreza. Se trata de la Casa Grande Caribe, iniciativa liderada por Adolfo Meisel, codirector del Banco de la República, acompañado por una serie de entidades de primera línea. 

 


El nuevo mecanismo, bautizado en honor a la obra del escritor Álvaro Cepeda Samudio, convocó por un año a un equipo interdisciplinario que realizó un alarmante diagnóstico de la región. En cinco áreas claves: salud, educación, nutrición, agua y saneamiento básico, además de calidad del gasto público, el rezago con respecto al promedio nacional es vergonzoso para una zona tan rica y con tanto potencial. Por ejemplo, las tasas de analfabetismo en adultos son de las más altas del país, mientras que en seis de los ocho departamentos, el embarazo de adolescentes entre 15 y 19 años supera la media.
El panorama de atraso en agua y alcantarillado es similar. Mientras que en el país la cobertura es del 75 por ciento, en el Caribe es 15 puntos menos. En nutrición infantil los inaceptables casos de hambre documentados en La Guajira son conocidos. Si de salud pública se trata, las tasas de mortalidad infantil en menores de un año y en menores de cinco años son dos puntos porcentuales más altas que el promedio nacional. En cuanto a mortalidad materna, la brecha en contra es de 24 puntos porcentuales.
 
En otras palabras, los habitantes de la Costa Atlántica, y en especial los de las áreas rurales, sufren hoy un enorme rezago en comparación con el resto de los colombianos. Este se refleja en que están menos educados, pasan más hambre, niños y madres mueren en mayor proporción, los adolescentes se embarazan con más frecuencia y los adultos son más iletrados. Con el 22 por ciento de la población y un porcentaje de pobreza del 49 por ciento, el Caribe tan solo aporta el 14 por ciento del PIB.
En una cumbre por la inclusión, realizada el pasado jueves en Santa Marta, los investigadores de la Casa Grande Caribe calcularon cuánto costaría cerrar las diferencias señaladas: 16.500 millones de dólares en 12 años. El monto es grande, pero no inalcanzable. Con una combinación de recursos tributarios propios, los ingresos de regalías y la participación del área en el presupuesto nacional, los promotores de la iniciativa confían en que el portafolio de acciones en cada área podría financiarse si estas se incluyen en los siguientes tres planes de desarrollo.
 
El esfuerzo intelectual en la construcción de tan preciso diagnóstico y la apuesta por el paquete de políticas públicas detrás de esta iniciativa es loable. La concentración en el combate de la pobreza regional cuenta, asimismo, con gran fuerza ética. Otras regiones azotadas por esos rezagos socioeconómicos, como el Pacífico, podrían replicar la experiencia. Sin embargo, el mayor desafío está en lo político.
Los impulsores de la Casa Grande no son ingenuos. Incluyen la amenaza de la corrupción y la politiquería en su documento central: “sólo será posible si elegimos gobernantes probos”, dicen. E invitan a “todos los ciudadanos del Caribe a votar a conciencia, a nunca vender su voto”. Con el diagnóstico, el costeo, las propuestas y la financiación, lo que resta es una clase dirigente capaz de invertir en sus gobernados, con transparencia y eficiencia para que el progreso se haga presente.