jueves, 27 de agosto de 2009

Pobreza y Responsabilidad Social Empresarial: La República

Saber que en Colombia hay alrededor de 20 millones de pobres, debe alarmarnos.
El empresariado nacional, el gobierno, la prensa, los académicos y la gente pensante debería hacer algo, para ese número de ciudadanos fuera menor.
¿Cómo hacerlo?
Una pregunta que no tiene respuesta.
Y no la tiene porque nosotros mismos pretendemos dejarla pasar, como las deja pasar el presidente, cuando no le interesa que se le hable de un tema en especial.

Y nosotros, como periodistas, ¿podríamos hacer algo?
Yo pienso que si, a pesar de que el grupo de comunicadores y periodistas también lleva "del bulto", porque la situación de la prensa no es la mejor.

Algo deberá pasar para que estos colombianos, sumados a los 7.5 millones de indigentes que tenemos puedan tener una vida menos dura, menos cruel...

El editorial de la República, nos debe servir de algo. Por lo menos, para que reflexionemos un poco.

Luis Emilio Rada C.

Pd:

Editorial de La República
Pobreza y Responsabilidad Social Empresarial.

Con esta edición circula hoy nuestra separata especializada sobre responsabilidad social empresarial –RSE-, la cual por cierto recibe una alta calificación positiva de los lectores a juzgar por un sondeo realizado en el área de Mercadeo.

Su publicación es oportuna, además, pues coincide con los últimos informes oficiales sobre pobreza en el país.
A decir verdad, los datos en tal sentido son preocupantes. Porque no basta con afirmar, acaso por razones políticas, que sus niveles son menores a los de hace tres años o cosas por el estilo. No. El hecho concreto es que hay veinte millones de pobres en Colombia, mientras el número de indigentes asciende a 7,5 millones. Dichas cifras hablan por sí solas.

Sólo unas notas al margen, en gracia de discusión. Sin duda, el crecimiento económico es efectivo en la lucha contra la pobreza, aunque tampoco basta, y si bien su mayor tasa en años anteriores lo demuestra, la actual crisis puede hacernos perder el camino ganado y retroceder en lugar de avanzar. Con más desempleo, la pobreza aumenta.
Ni para qué hablar de la desigualdad social, donde aún registramos la peor situación en América Latina que ocupa un nada envidiable liderazgo mundial al respecto. Seguimos, entonces, entre los países con más desigualdad y menos distribución del ingreso o más concentración del mismo, con una brecha enorme entre ricos y pobres. ¡Es lamentable!

Ahora bien: la separata de RSE responde hoy en gran medida a tales inquietudes. Sobre crecimiento, en primer lugar. Con un caso específico, el del sector camaronero, que logró crecer y adelantar, por consiguiente, importantes proyectos sociales, los mismos que pueden irse a pique por la crisis que padecen las pocas empresas sobrevivientes en el mercado.

Sería grave, en fin, que un renglón con tanto potencial exportador, más aún por la alta productividad conseguida a través de cuantiosas inversiones e investigación científica, desaparezca en los próximos meses, sin recibir la oportuna ayuda del gobierno como es el incentivo sanitario solicitado por los empresarios. Cumplimos, sí, con el deber de alertar.

Lo anterior se relaciona, a su turno, con el cabal aprovechamiento de nuestros recursos naturales, de la rica biodiversidad que poseemos y, en definitiva, del capital natural de que hablan Amory Lovins y Gunter Pauli, dos de las máximas autoridades globales en temas de medio ambiente y energías renovables, quienes presidieron un reciente foro en Bogotá.

Para ello, para tener éxito en tan encomiable propósito que sería nuestro salto definitivo hacia el desarrollo (un desarrollo sostenible, claro está), es indispensable la actividad científica de las universidades en el marco, a su vez, de un auténtico compromiso social, aquel que se refleja en una serie de proyectos que divulgamos también hoy de manera exclusiva.

En síntesis, la responsabilidad social, orientada a combatir la pobreza en países como el nuestro, es de todos, del Estado y los centros educativos, de las empresas y empresarios, pero con un compromiso real, efectivo, no de simple propaganda mientras en la práctica violan derechos laborales o atentan contra el medio ambiente, con certificaciones en la mano...