miércoles, 25 de agosto de 2010

Colombia es el país de las desigualdades: Amylkar Acosta



EL DESARROLLO DESIGUAL
Amylkar D. Acosta M
“Cuánto más desigual es un país, menos efectivo es el crecimiento para reducir la pobreza". Gustavo Yamada, Jefe de la Unidad de Pobreza y Desigualdad del BID

Colombia es el país de las desigualdades. Hace muchos años alguien afirmó que Colombia padecía de hemiplejía, afección esta que paraliza la mitad del cuerpo, y no le faltaba razón dadas las grandes asimetrías que han caracterizado su desarrollo económico y social, a tal punto que se ha llegado a hablar de dos colombias, la una que concentra sus avances y su progreso y la otra sumida en el atraso y en la postración. Con su Plan de desarrollo Para cerrar la brecha, el ex presidente Alfonso López Michelsen se propuso reducir la brecha entre esas dos colombias, acortar las distancias entre el campo y la ciudad, entre el agro y la industria, entre asalariados y capitalistas.

Este ha sido un tema recurrente en los programas de campañas electorales, pero se desestima a la hora de formular los planes de desarrollo así como también en los planes de inversión.
Bien se ha dicho que los políticos hacen campaña en poesía y gobiernan en prosa; una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín. Treinta y dos años después lo que era una brecha se ha convertido en un abismo cada vez más profundo, lo cual se ha traducido en un gran desajuste social. Pese a la retórica cohesión social del anterior gobierno, durante estos últimos años se acentuó dicho proceso de centralización y concentración del poder económico y por ende del poder político en este país. Bien se ha dicho que la política es la expresión concentrada de la economía y ejemplos al canto los tenemos por montones en este país de privilegios y exclusiones.


Las cifras no mienten: Las utilidades del sector financiero se multiplicaron por 7 en el transcurso de 7 años, al pasar de los $632.000 millones en 2002 a $4.4 billones en 2009. En contraste, durante este mismo lapso el salario mínimo sólo se incrementó 6%. Ello explica en gran medida que en el período 2002 - 2007 la participación de las empresas en el PIB pasara del 28.9% al 33.7%, casi 5 puntos, que representan US $14.000 millones; mientras tanto, entre el año 2003 y 2008 la participación de los asalariados se redujo del 34.6% al 31.1%.
Colombia fue el único país de Latinoamérica que no pudo o no quiso aprovechar el buen desempeño de la economía durante el quinquenio virtuoso (2003 - 2008), durante el cual la economía creció en promedio el 6% anual, muy superior al promedio histórico de los 10 años anteriores que fue del 4%, para reducir sus índices de pobreza.
Y de contera, en lugar de mejorar la distribución del ingreso esta empeoró al pasar el coeficiente Gini de 0.56 en 2002 a 0.59 en 2008, muy cercano al que tenía el país 15 años atrás, desbancando a Brasil como el país con mayor concentración de la riqueza en Latinoamérica, que a su vez es la región más inequitativa del planeta tierra, que redujo su Gini de 0.625 en 2004 a 0.579 en 2009.

El Modelo de Crecimiento sin empleo nos llevó a que entre 2006 y 2008 la producción industrial creciera un 40%, mientras que el empleo creció en dicho sector para el mismo período sólo el 1.1%. En los 8 años de la administración Uribe la producción industrial creció el 30%, mientras que el número de empleados disminuyó el 6%. Y las gabelas tributarias al gran capital, especialmente la deducción del 40% del impuesto de renta por reinversión de utilidades en activos fijos que ascendieron el año pasado a $3.7 billones, eran supuestamente para promover de esta manera la generación de empleo. Ello se explica en gran medida por el hecho que el 40% de los $3.7 billones favorecieron precisamente a la minería y a la industria petrolera, el sector que menos necesitaba de tales incentivos y el cual, por ser tan intensivo de capital, es poco generador de empleo. Y ello en un país que registra una tasa de desempleo abierto de más del 12% y de una informalidad que frisa el 60%, la más alta de la región.

Claro que el campo fue el que llevó la peor parte: el sector agropecuario ha venido creciendo sistemáticamente por debajo de un tercio con respecto al crecimiento PIB total. Así, mientras el crecimiento consolidado de la economía entre 2004 y 2007 fue de 20.3%, el sector agropecuario a duras penas alcanzó el 6.88%. Ello explica el por qué los índices de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas (NBI) son notoriamente más elevados en el campo que en la ciudad; según el último estudio el índice de pobreza en Colombia se situó en el 45% promedio; entre tanto para zona rural, que sufre un acelerado proceso de descampesinización por cuenta del desplazamiento forzado, el mismo índice es del 62.1%.

Dos economistas muy reputados, como lo son Alesina y Rodrick, advierten que “los países con mala distribución del ingreso y la riqueza tienden a crecer menos”. El ex presidente del gobierno español Felipe Gonzalez es de la opinión de que “la desigualdad pone en peligro el crecimiento”, es más, “el modelo económico que no redistribuye los ingresos no es exitoso”. Gustavo Yamada, Jefe de la Unidad de Pobreza y Desigualdad del BID no pudo ser más categórico cuando afirmó que “cuanto más desigual es un país menos efectivo es el crecimiento para reducir la pobreza” . Por su parte la CEPAL, en un importante estudio llegó a la conclusión que una mejor distribución del ingreso, además de disminuir el número de pobres refuerza el crecimiento. De modo que el país tiene un gran reto en este frente, si no quiere seguir estancado y con una economía raquítica, que en lugar de generar empleo lo destruye.

LOS DESEQUILIBRIOS REGIONALES
La misma brecha que se ha convertido en abismo en lo económico y lo social se repite a nivel interregional e intraregional; así como hay sectores ganadores y perdedores en el primer caso, también hay en este país de regiones unas que son ganadoras netas y otras que son perdedoras netas. En el decurso de la historia unas regiones han ido consolidando su desarrollo, mientras otras han permanecido rezagadas. Estas últimas concentran el mayor número de pobres, de desempleados y de población con NBI. Y ello no se ha dado por generación espontánea, para explicarnoslo tenemos que recurrir a la historia económica del país. El gran pensador Antonio García habló de un capitalismo “tardío y periférico” para referirse al desarrollo embrionario de este sistema económico en Colombia en las postrimerías del Siglo XIX. La acumulación originaria del capital, como la denomina Marx en El capital, se basó en el excedente económico generado por la caficultura, que fue el que sirvió de base para importar al país las primeras máquinas y equipos industriales. Esta circunstancia aunada al hecho de que los ingresos que generaba dicha actividad sirvieron de fundamento a la formación de un mercado interno, hizo posible la incipiente industrialización del país. El Río Grande de la Magdalena, principal arteria fluvial del país era practicamente la única vía de comunicación del país habilitada para el comercio exterior en ciernes de una economía para aquel entonces monoexportadora del café. Desde 1823 se hicieron grandes esfuerzos tendientes a introducir la navegación a vapor y hasta bien entrado el Siglo XX esta modalidad de transporte siguió jugando un papel de la mayor importancia. Posteriormente se le dió la espalda, con grave detrimento para el país, pues al limitarse su navegavilidad el país prescindió de un medio de transporte seguro y barato, para depender casi exclusivamente del transporte aéreo y por carretera, ya que también se abandonaron los ferrocarriles nacionales. Esta comprobado que el transporte intermodal contribuye ostensiblemente a la mayor competitividad del país, que teniendo cómo implementarlo no lo ha hecho.
Así nació y se desarrolló la industria nacional, teniendo como vértices del denominado “triángulo de oro” a Bogotá, Cali y Medellín. Primero fue la agreste geografía del país, con sus tres cordilleras, la que sirvió de barrera natural de protección del mercado interno, que de este modo resultaba cautivo; luego, los altos aranceles del modelo proteccionista ocuparían su lugar. Aunque durante la segunda mitad del Siglo XIX el sector exportador colombiano era muy débil y poco dinámico, entre 1905 y 1950 tuvo un particular auge, aunque limitado a sólo tres renglones: café, banano y tabaco. Como lo sostiene el Observatorio del Caribe, “el temprano despegue de la industria manufacturera en el región Caribe a finales del S XIX e inicios del S XX, primero en Cartagena y posteriormente en Barranquilla no logró consolidar a la región como un importante polo de desarrollo industrial”: En efecto, después de participar con el 11. 7/% de las exportaciones totales en 1916, ya para 1950 se redujo al 4.5%, pese que durante dicho intervalo se vivió un floreciente auge exportador, pero del cual sacó mayor partido el centro del país.
Como lo acota el investigador Jorge García, “los 30 años comprendidos entre 1950 y 1980 enmarcan dos períodos bastante diferenciados del enfoque de la política económica del país, en particular la referente al comercio exterior. Es así cómo el período comprendido entre los años 1950 – 1966 puede considerarse como de sustitución de importaciones y el período 1966 – 1980 como de promoción de las exportaciones”. Durante estos dos períodos, pero muy especialmente en el segundo, predominó el intervencionismo de Estado en boga y se dispuso de toda una batería de medidas encaminadas a promover, fomentar y proteger tanto la producción nacional como la diversificación de exportaciones. Entre todas ellas se destaca la expedición del Decreto – Ley 444 de 1967 de la administración de carlos Lleras Restrepo, a través del cual se estableció el régimen cambiario y de comercio exterior.
En virtud del mismo del mismo se puso la política monetaria, cambiaria y de comercio exterior del país al servicio de la industria nacional, la cual se había asentado fundamentalmente en el “triángulo de oro”. Lo propio ocurrió con la inversión pública, sobre todo en materia de infraestructura; se trataba de comunicar los centros de producción con los puertos, de allí la forma radial que revistiera el sistema vial, en virtud del cual las regiones que, como la Caribe y la Pacífica contaban con las facilidades portuarias se convirtieran en simples corredores viales. De allí que todavía sigue siendo más fácil comunicarse entre cualesquiera de las capitales departamentales de dichas regiones con el interior del país que entre que entre ellas mismas; en la malla vial han primado las grandes troncales sobre las transversales que intercomunican a las propias regiones, las cuales aún se echan de menos, a falta de ellas inmensas regiones del país permanecen embotelladas. Es muy diciente que la densidad vial de la región Caribe para 1948 era del 8.3 kms L/100 km2 y en 1999, 51 años después (¡!), sólo alcanzó el 10.1 kms L/100 kms2, muy por debajo de la densidad promedia nacional que para la misma época se situaba en el 16.06 kms L/100 kms2, la cual a su vez es mediocre respecto al promedio de la densidad vial en la región.

PALO PORQUE BOGAS Y PALO PORQUE NO BOGAS
Luego vendría el Consenso de Washington con sus nuevos paradigmas, consignados en un decálogo más conocido como la Cartilla, que siempre sirvió de férula a los organismos multilaterales, en especial el Banco Mundial y el FMI. Todos los países de América Latina se adhirieron al nuevo modelo económico que vino a reemplazar el Modelo de la Cepal que había inspirado el economista argentino Raúl Prebish. En Colombia se dieron los primeros pinitos cuando el Presidente Virgilio Barco ya tenía el sol a sus espaldas, pero fue en la administración de Cesar Gaviria cuando se le dio rienda suelta a la apertura económica y a la desregulación del mercado cambiario, dos pilares del nuevo credo que tuvo en Ronald Reagan y Margaret Thatcher sus principales propulsores. El Modelo de desarrollo “hacia dentro” dio paso al embeleco del aperturismo atolondrado con todos sus estragos; como ha sido ampliamente demostrado fue una apertura hacia adentro, con todas sus consecuencias sobre el aparato productivo.
Como lo señala el Observatorio del Caribe, “la apertura económica no dió lugar a una transformación de la industria manufacturera regional y a su conversión en un polo de desarrollo industrial. Por el contrario, la producción manufacturera de la región fué golpeada con particular severidad con motivo de la apertura económica del inicio de los años 90; la caída de la producción industrial fué mucho mayor que en el resto del país”.
Si regiones como la Pacífica se habían visto sacrificadas por el proteccionismo de la industria de invernadero que teníamos, con la apertura se auguraban los mejores días para las mismas dada su enviadiable ubicación geográfica en un país que se precia de ser, como dijo López de Mesa, la esquina oceánica de América. Se planteó en sus inicios que el éxito de la apertura estaba en la implementación de tres estrategias: la modernización industrial, la reconversión industrial y la relocalización industrial. Esta última estaba llamada a convertir al Caribe y al Pacífico en los dos principales polos de atracción de la industria con vocación exportadora, pero ello nunca se dio. Y no se dio porque tanto la modernización y la reconversión industrial, igual que la relocalización industrial se quedaron en el papel y, lo que es peor, entonces como hoy el país estaba carente de una infraestructura vial, logística y portuaria, que son esenciales para mejorar la productividad y por ende la competitividad. Nos recuerda el connotado politólogo Eduardo Posada, citando un estudio británico de 1950 que ya observaba que “el mayor desarrollo de la producción corre siempre el peligro de ser neutralizado en Colombia por su enemigo más antiguo: el problema del transporte”. Esta afirmación no está muy lejos de lo que sostuvo recientemente el Presidente de La Confederación de Transporte de Carga por Carretera (Colfecar), Jaime soriano, “el país presenta un atraso de al menos 60 años en materia de infraestructura vial. Después de Rafael Reyes, hace cien años, de Pedro Nel Ospina en los años 20 del siglo pasado y el General Rojas Pinilla en los años 50, no se ha vuelto a ver en Colombia un salto importante en materias de obras públicas y desarrollo de la infraestructura” . Se malogró, entonces, esta oportunidad, así como también le fue esquiva la anterior. En tales condiciones, no es extraño que la participación en el PIB del centro del país supere con creces la de regiones como el Caribe colombiano.

UNA DIGRESIÓN
Hagamos una digresión para referirnos a un hecho de singular importancia sobre el cual queremos enfatizar. Llama poderosamente la atención que mientras en el resto del mundo las regiones más prósperas están localizadas justamente en las zonas costeras, en Colombia estas permanecen relegadas y postergadas en su desarrollo. Como lo documenta un estudio del Observatorio del Caribe “por ejemplo, en Estados Unidos las zonas más dinámicas en crecimiento económico y demográfico están localizadas a menos de 80 km de las costas. A nivel mundial los países que se localizan a menos de 100 km de las costas ocupan cerca del 5% de la superficie habitable del globo y aportan el 37% de la producción bruta mundial. En Colombia dicho patrón no se observa y, por el contrario, lo que se encuentra es que los municipios que están localizados a menos de 100 km de las costas están en condiciones precarias en términos de su nivel de desarrollo socioeconómico”. Y no es para menos, dado que “con el bajo nivel de integración y las estructuras económicas regionales, se puede esperar que la polarización regional se perpetúe en Colombia. Los más poderosos eslabonamientos están en las regiones prósperas y los débiles enlaces en las regiones atrasadas. Hay pocas razones para esperar cambios en estas tendencias en el mediano plazo (Bonet, 2005)”.

Así las cosas, se le plantea al país la perentoria necesidad de fortalecer el desarrollo de sus zonas costeras y para ello juega un papel de la mayor importancia la estrategia de relocalización industrial en las proximidades de los puertos; pero, para que ello sea posible es indispensable dotarla y habilitarla de una infraestructura robusta que le sirva de soporte. Las ventajas que ofrecían para tales efectos el régimen de las zonas francas constituían en este sentido un gran atractivo, el cual se perdió cuando se desvirtuó el carácter de las mismas a través del esperpento de las zonas francas “uniempresariales” o “no colindantes”, que pueden localizarse en cualesquier lugar del país. Los estímulos tributarios y arancelarios que se le otorgaron a estas últimas a través del Decreto 383 de 2007 han contribuido a concentrar aún más la localización de las empresas y con ellas el crecimiento y el desarrollo en el interior del país, en desmedro una vez más de la periferia. En tales circunstancias, no es extraño que se dé la paradoja que el centro del país tenga una participación en las exportaciones del país muy superior a las regiones del litoral que son las que cuentan con la ventaja comparativa y el privilegio de contar con los puertos.

¿Y DE LA AGENDA INTERNA QUÉ?
Y a lo largo de todos estos años no ha habido mayor interés en acometer las obras para dotar al país de la infraestructura que la economía está pidiendo a gritos, las cuales están claramente identificadas en la Agenda Interna para la Productividad y la Competitividad (AIPC); se siguen aplazando y aplazando, convirtiendose este en el mayor escollo que enfrentan importadores y exportadores. En un Informe reciente del Foro Económico Mundial, en porcentajes estadísticos de países en calidad férrea le dan a Colombia una calificación de 1.5 y el pùesto 100 entre los países más rezagados en esta modalidad de transporte. En cuanto a la calidad de las carreteras, Colombia recibió una calificación de 2.9, que la ubicó en el puesto 91. En lo que hace a la calidad de la infraestructura portuaria la calificación fue de 2.9 también, quedando en la casilla 108. En infraestructura para transporte aéreo el fue algo mejor a Colombia, pues obtuvo una calificación de 4.8 y ocupó el lugar 64. En fín, Colombia con un puntaje promedio de 3.1 ocupó el puesto 89 entre 134 países en cuanto a la calidad de su infraestructura y ello es sumamente preocupante. Si el país todo está rezagado en infraestructura, la situación de las regiones periféricas es aún más dramática.
En el pasado el país había tratado de compensar su baja competitividad en los mercados internacionales a través del manejo de una tasa de cambio competitiva y por mucho tiempo mantuvo un mercado cambiario controlado, hasta que se vió forzado por las recomendaciones del FMI a desmontar su regulación a finales de la década de los 90. Progresivamente, a medida que se han ido negociando acuerdos y tratados comerciales se ha ido desmontando la protección arancelaria a la producción nacional hasta dejarla totalmente desguarnecida. Incentivos a los exportadores como el Certificado de Abono Tributario (CAT), que después se convirtió en el Certificado de Reintegro Tributario (CERT) han tenido que ser desmontados por ser contrarias a las estpulaciones de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). También se han tratado de abaratar los costos laborales para ser competitivos y para tal efecto se expidieron dos reformas laborales, La Ley 50 de 1990 y la Ley 789 de 2002, pero sin que jamás pueda llegar a equipararse por esta vía con los costos laborales de la China, el Cid campeador del comercio mundial. El pesado fardo de todos estos costos en los que ha incurrido el país por cuenta de la sobreprotección a la industria doméstica ha recaido sobre todo el país y no únicamente sobre las zonas de influencia de fabricantes y firmas exportadoras. Ultimamente, a raiz de que se revirtió la tendencia de la tasa de cambio pasando de ser campeones de la devaluación a campeones de la revaluación, una vez más el gobierno ha echado mano de recursos del presupuesto nacional para “compensar” a las empresas exportadoras, como lo hizo el Presidente Uribe por sumas que superaron los $500.000 millones .
Es evidente, entonces, que las políticas públicas en materia económica le ha servido y mucho a las empresas, especialmente los grandes conglomerados, así la política monetaria como la cambiaria y la de comercio exterior, que le han pasado la factura a todos los colombianos.
Por eso tenemos que decir que no tienen razón quienes abogan por la descentralización fiscal, proponiendo que reviertan en inversión a cada una de las regiones en la misma proporción de su contribución a los recaudos y se duelen, por ejemplo, que mientras el Valle del Cauca genera el 12 por ciento de los impuestos nacionales sólo recibe el 7 por ciento de los recursos del Sistema General de Participación (SGP). Es fácil colegir que los grandes contribuyentes, como las empresas del Valle del Cauca, las de Cundinamarca, Antioquia y Atlántico, especialmente, se han consolidado y posicionado como tales gracias a la contribución de todos los colombianos. Y de contera, son estas las mismas empresas que se han visto favorecidas con largueza con las mentadas gabelas tributarias, las cuales le costaron al país en el corto lapso de 5 años, entre 2003 y 2008, la friolera de $26 billones. Este sesgo de las políticas públicas ha contribuido no sólo a la concentración del crecimiento y el desarrollo sino también a la concentración del ingreso, concomitantemente con la mengua del ingreso per cápita de la periferia.

LA FUNESTA DUALIDAD
Este desarrollo dual de la economía del país atenta contra la integración y el desarrollo regional, impide que se desarrollen a plenitud las enormes potencialidades que albergan aún las más remotas regiones y conspira contra las posibilidades de mejorar el Índice de Desarrollo Humano (IDH) a su población. Por lo tanto son muchas las razones que militan a favor de un giro en las políticas públicas, las cuales deben reorientarse de modo que contribuyan a nivelar la cancha y a corregir los enormes desequilibrios interregionales e intraregionales. Al país, pero especialmente a las regiones, les ha hecho mucho daño la falsa disyuntiva entre la equidad regional y la eficiencia – país, la cual ha hecho carrera entre los formuladores de la política macroeconómica. Se asume desatentadamente que cualquier inversión dirigida al desarrollo regional incurrirá en costos de oportunidad en términos de crecimiento económico del país como un todo. Por cuenta de esta distorsión el país sigue asumiendo el costo de un “arancel” geográfico que le significa a las empresas que siguen localizadas en el altiplano estar a más de 1.000 kms de la costa Caribe y 500 kms de la pacífica. Dicho “arancel” se traduce en sobrecostos en los fletes, lo cual le resta competitividad a las exportaciones colombianas. Todo ello nos lleva a afirmar que la centralización del poder político y la concentración del poder económico en este país no es un hecho fortuito, sino que responde a un direccionamiento de las políticas públicas que han prevalecido casi sin interrupción desde los albores de nuestra independencia hace 200 años.
Las tensiones entre el centralismo y el federalismo en el Siglo XIX, que terminó con la derrota de este último en la batalla de la Humareda, se reprodujo a mediados del Siglo XX, esta vez entre el centralismo y la descentralización; luego, a partir de la Constituyente de 1991, la lucha feral entre el centralismo que se resiste a desaparecer y el autonomismo de las regiones ha estado al orden del día.

POR UNA POLÍTICA ECONÓMICA REGIONAL
Atinadamente el investigador Adolfo Meisel plantea la urgencia de contar con una política económica que consulte el interés regional, la cual deberá estar basada en estos tres elementos, a saber: debe ser una política de Estado que trascienda los gobiernos de turno y las coyunturas económicas. Se trata de una política integral, en la cual todas las intervenciones del Estado en las zonas rezagadas esté orientada a dinamizar el crecimiento y a reducir la pobreza de sus habitantes, en el entendido que la inversión estratégica para las regiones rezagadas es la inversión en el capital humano de sus habitantes. La lucha contra la pobreza debe tener un claro componente espacial, pues ella no se distribuye en el territorio al azar sino que se concentra en ciertas regiones. Sólo de este modo se puede encausar a las regiones marginadas del país por la senda del desarrollo sostenido y equitativo.

Mientras ello se logra es indispensable contar con una estrategia tendiente a morigerar los devastadores efectos sociales del modelo económico centralista predominante y a ello apunta precisamente la iniciativa del Caribe colombiano de crear un Fondo de Compensación y Equidad Regional (FCER), que ayude a que el gasto del gobierno central coadyuve a equilibrar las disparidades fiscales entre unas regiones y otras, buscando una nivelación como punto de partida de esta rectificación histórica del injusto trato recibido por la periferia, a través de una estrategia de convergencia para reducir la creciente desigualdad entre unas y otras regioness y también al interior de las regiones mismas. Para lograrlo es menester que este sea un objetivo explícito de las políticas públicas y no un efecto colateral de las mismas, así como es de imprescindible la voluntad política por parte de quienes tienen en sus manos el poder de decisión, los cuales se siguen mostrando tan renuentes como reticentes. Los pueblos soportan con estoicismo la pobreza, pero definitivamente lo que no toleran es la desigualdad; llegó la hora de las regiones en Colombia, el gobierno de la Unidad Nacional debe tomar nota de ello.
Bogotá, agosto 25 de 2010
www.amylkaracosta.net

Vivienda para viudas de soldados e infantes de marina, en Galapa, Atlántico






Con la asistencia del Ministro de Defensa Nacional, Rodrigo Rivera Salazar, los altos mandos militares y autoridades civiles, la Caja Promotora de Vivienda Militar y de Policía, Caprovimpo, realizará este sábado 28 de agosto la segunda entrega de soluciones de vivienda a discapacitados y viudas de Soldados e Infantes de Marina profesionales, en el marco del Plan Bicentenario Norte adelantado en la urbanización Ciudadela Distrital, vía Galapa, Departamento del Atlántico.

En esta ocasión Caprovimpo entrega de las primeras 68 casas de 200 adquiridas por la entidad en esta regional, para beneficio de las viudas de los héroes de la patria y heridos en combate, quienes han perdido su capacidad laboral en aras de proteger el Estado. Estas 200 viviendas cuentan con condiciones de habitabilidad especiales para personas con discapacidad física y hacen parte de la meta de la Entidad, para el 2010, que pretende entregar 1600 soluciones de vivienda a cargo del Fondo de Solidaridad.

Gracias al Fondo de Solidaridad, se cuenta con un total de 345 beneficiarios, quienes tienen la oportunidad de acceder a un inmueble dentro de las opciones de proyectos de vivienda con que cuenta la Entidad, con una inversión a la fecha de quince mil millones de pesos ($15.000.000.000). Dentro de las metas de vivienda que el Gobierno Nacional ha establecido para el próximo cuatrienio, Caprovimpo tiene una importante participación con una proyección de 55.000 soluciones de vivienda a entregar a través de sus diferentes modelos.

Es importante destacar que con una inversión de 15 mil millones de pesos, la Caja Promotora de Vivienda Militar y de Policía, Caprovimpo entrega 345 soluciones de vivienda a igual número de beneficiarios, entre viudas y discapacitados de la Fuerza Pública dentro de las dos convocatorias realizadas por el Fondo de Solidaridad. La fotografía corresponde al proyecto de ciudadela Distrital en Galapa, Atlántico, en donde CAPROVIMPO entregará 200 casas a soldados e infantes de Marina profesionales

En la fase inicial, se adjudicaron las primeras 60 soluciones de vivienda, mientras que en la segunda convocatoria, se postularon 398 aspirantes de los cuales 285 cumplieron los requisitos y son ahora beneficiarios de este ambicioso programa “Los Héroes SI tienen casa” que busca, a través de diferentes modelos, brindarle una solución de vivienda a los miembros de la Fuerza Pública. Los primeros adjudicatarios de esta segunda fase, corresponden a 200 Soldados e Infantes de Marina Profesionales, quienes optaron por una solución de vivienda en el Plan Bicentenario Norte ubicado en la vía, Barranquilla – Galapa, en el departamento del Atlántico, en Villa Olímpica, Ciudadela Distrital.

Gracias al Fondo de Solidaridad, se cuenta con un total de 345 beneficiarios, quienes tienen la oportunidad de acceder y seleccionar un inmueble dentro de las opciones en proyectos de vivienda con que cuenta la Entidad.

Polémica por la Ley de Ordenamiento Territorial, Colprensa


Polémica por la Ley de Ordenamiento Territorial
Colprensa

Bogotá. Cruce de argumentos, peros, pros y contras inundan el debate sobre la nueva ley que radicó el ministro del Interior y Justicia, Germán Vargas Lleras, ante el Senado de la República.

La Polémica es sostenida entre los gobiernos regionales de Atlántico, liderado por el liberal Eduardo Verano de la Rosa y la cartera del Interior y de Justicia que abandera la iniciativa.


El asunto central en el debate es la autonomía territorial administrativa y financiera, la cual solicitan los mandatarios locales que sea incluida en el texto de la ley.

Sin embargo, el gobierno del presidente, Juan Manuel Santos, se abstuvo de incluir el tema de la región como entidad territorial en la ley propuesta. La razón: considera que se puede afectar la unidad de la Nación.

El Gobierno Nacional afirma en la ley presentada que la promoción de regiones como entes administrativos de planeación "propiciarán el acceso equitativo de todos los habitantes del territorio colombiano a las oportunidades y beneficios del desarrollo, buscando reducir los desequilibrios sociales, económicos y ambientales",
para algunas personalidades políticas el asunto no es suficiente.

Para el mandatario del departamento del Atlántico es necesario impulsar que cada región sea comprendida como una entidad territorial con autonomía política y administrativa. Esto quiere decir que cada región (por ejemplo la llamada región Caribe), tenga un gobernador regional, una asamblea legislativa propia y el presupuesto perteneciente a la misma región.

Adicionalmente, tanto Verano de la Rosa, como algunos legisladores regionales, sostienen que es necesaria la conformación de una región autónoma para darle una mejor utilización a los dineros que se generarán por las variaciones positivas de precios internacionales de los productos que exporta cada entidad territorial.

Otra de las críticas señaladas es que, si bien el proyecto presentado por el gobierno comprende el tema de los territorios como Regiones Administrativas y de Planeación como un paso previo para posteriormente evolucionar a Región Entidad Territorial (que si comprende autonomía financiera, administrativa y política), la ley no prevé mecanismos para avanzar a tal estado.

Por su parte, el Ministerio del Interior expresa que este proyecto hace parte del camino para avanzar en la descentralización regional del país. Al respecto, la Constitución de 1991 reconoce como entidades territoriales a los departamentos, los distritos, los municipios y los territorios indígenas.

No obstante, esto no imposibilita la creación de regiones y provincias como entidades territoriales y la conformación de figuras asociativas para la promoción del desarrollo. Paso que, según el propio ministro, Germán Vargas, se está dando al darle trámite al proyecto en el Congreso.

Sin embargo el disgusto de las autoridades regionales con el Gobierno no es simplemente una cuestión ligada a la descentralización. Varias personalidades políticas, especialmente de la costa norte sostienen que el proyecto, tal y como lo presentó el Gobierno no es otra cosa que el cambio de condiciones con respecto a lo que se había negociado durante la campaña, cuando el propio Santos se reunió con los gobernadores del litoral Caribe.

El propio gobernador del Magdalena Omar Diazgranados, sostiene que "el gobierno cambió el proyecto 18 horas antes de radicarlo. No es el mismo que nos presentó en la campaña". En el mismo sentido van los pronunciamientos del representante a la Cámara por el Cesar, Yenci Acosta, para quien es necesario reformar el texto radicado por Vargas.

"Este proyecto no es lo que se había hablado. Simplemente supone que haya asociaciones de gobernadores, de alcaldes y mandatarios locales para presentar propuestas comunes", afirma Acosta, quien sostiene que pareciera que con los fondos regionales parecer que se intentara recentralizar los recursos regionales para darle un papel de "reasignador" al sector central del Estado.

Por su parte el senador Edgar Gómez afirma que lo más probable es que el trámite de esta iniciativa derive en choques entre el gobierno central, pues lo más probable es que las regiones que obtienen sus recursos de las regalías no quieran que el actual régimen cambie.

En el mismo sentido va el pronunciamiento de otros políticos quienes afirman que no es posible que sectores que aportan de manera tangencial al crecimiento económico del país se beneficien de la explotación de territorios que nunca han volteado a mirar.

Y el tema va más allá. El malestar causado se expresa en términos de las viejas tensiones de las regiones con Bogotá.

Por tal razón para el senador del Polo, Luis Carlos Avellaneda, es necesario que se piense en una reforma territorial que no sólo atienda a intereses políticos y administrativos y que contemple la creación de regiones a partir de mirar coincidencias de orden "político, económico, social y cultural".

Sólo así, sostiene el polista, es posible que prospere la iniciativa que debe contemplar la creación de 7 u 8 entes territoriales nuevos más organizados y con autonomía política para abolir la división política administrativa propuesta por la Constitución de 1991.

Para el senador de Cambio Radical, Javier Cáceres, la iniciativa carece de profanidad y no llena "las expectativas del Caribe". "En la costa estamos cansados de estar mendigando, por eso decimos que si se va a dotar de presupuestos propios a las regiones, que éstos se obtengan de recursos nuevos"
afirma el legislador cartagenero quien afirma que el Gobierno debe buscar nuevas iniciativas pues inclusive, aunque se trate el tema de regalías mientras no se trabaje adecuadamente no se garantiza el desarrollo social.

"Está demostrado que históricamente hay casos de corrupción tales que los municipios con más regalías son algunos con los índices de pobreza más altos, por eso la reasignación de recursos no garantiza nada" concluye Cáceres.

Deflación, un lobo con piel de oveja, por Andrea Ornelas


Las distorsiones de la economía no son buenas para nadie, especialmente para la gente de menores recursos.
Y digo eso, porque al final de las crisis, los pobres terminan jodidos y los ricos se levantan.
El pobre es más débil, menos recursivo, no tiene instrucción, ni educación, y de hecho es más vulnerable.
Cuando Guillermo Botero, presidente de Fenalco, me decía ayer, “no me gusta la revaluación, porque tiene unos efectos perversos en la economía”, no estaba pensando en los ricos, sino en la estabilidad de la economía. Economía que es de todos, aunque en los negocios quienes están más preparados obtienen mayores recursos.
LA DEFLACIÓN
Si la revaluación es complicada de manejar, la inflación también complica.
Pero hay un fenómeno que es peor, de acuerdo a los expertos: la DEFLACIÓN.

Leyendo una nota de mi querida amiga, Andrea Ornelas, mexicana que trabaja ahora para un medio suizo –swissinfo- recordé la conversación que sostuve con Botero.
Y la conclusión que uno puede sacar es que los extremos son malos, perversos, como dice él… Yo me acuerdo lo que decían de Japón, en medio de la crisis, recordada por Andrea en su escrito, que se los entrego enseguida…
Un colega me decía, en Cali, en medio de la Asamblea No. 66 de la Andi: “No importa que los exportadores lleven del bulto, ellos no son tan importantes… ¿cuántos son?... Eso no pesa mucho, lo importante es que la gente compre barato los productos”.
Pero, creo que está errado.

Los exportadores tienen su nicho, su importancia y, como dice Guillermo Botero de Fenalco, el gobierno y el Banco de la República deben actuar.
La nota de Andrea Ornelas, después de esta carreta mía.
LuisEmilioRadaC

Pd:

ANDREA ORNELAS
Suiza y la crisis financiera mundial
22 de abril de 2009 - 18:06
Deflación, un lobo con piel de oveja


En Suiza, los precios empezaron a descender en marzo y la tendencia continuará durante el resto de 2009, según las previsiones del banco central. Esto otorga un respiro a las finanzas de las familias y de las empresas. Pero lo que parece una buena nueva, es en realidad un enemigo del empleo.
Pues la deflación es una enfermedad económica cuya 'cura' puntual no han hallado los economistas.
Hace seis años que Suiza no se ocupaba del tema. En 2003, aún inmersa en un periodo económico difícil, tenía temores de deflación. Pero consiguió disiparlos y generar un vigoroso crecimiento en los años posteriores.



La bajada de precios alivia la economía familiar, pero avivan el riesgo de deflación. (Keystone)


En 2009, la amenaza vuelve a rondarle. A diferencia de antes, el tema ocupa hoy a los economistas helvéticos, pero también a los europeos y estadounidenses. Y Suiza es uno de los primeros países del mundo que acusa signos de deflación.

La Oficina Federal de Estadística (OFE) anunció el pasado 8 de abril que los precios descendieron un 0,3% como promedio en marzo pasado.

Un lobo con piel de oveja que suena bien, porque se disfraza de alivio para las finanzas familiares, pero un mal que entraña riesgos profundos para la estabilidad económica.

La deflación detona siempre un círculo vicioso: al enterarse de que los precios bajan, la gente evita gastar en espera de nuevas reducciones. Las empresas 'castigan' aún más sus precios en un intento por vender, proceso que lleva a muchas de ellas a la quiebra y a los despidos masivos. Y, de cara a un mayor desempleo, el consumo se contrae aún más.

Las primeras señales
El más reciente Índice de Precios al Consumo (IPC), presentado por la OFE, confirma que en marzo bajaron casi todos los bienes y servicios clave para el consumo de los suizos.


La vivienda y los energéticos se abarataron un 0,9%, seguidos del transporte (0,5%), alimentos y bebidas (0,3%), esparcimiento y cultura (0,2%) y servicios de salud (0,1%).

En contrapartida, se mantuvo el alza moderada de los precios de las bebidas alcohólicas (0,3%), el consumo en restaurantes y hoteles (0,2%) o las comunicaciones (0,4%).


Y de acuerdo con las previsiones del Banco Nacional Suizo (BNS), el retroceso de los precios podría superar el 1% en 2009.

¿Cuál es el riesgo principal?
Perder el control.
Aunque con distintos enfoques, la mayoría de los economistas ofrecen siempre alternativas para sacar a una economía de la recesión. La deflación, en cambio, es un mal cuya cura no está clara aún.

A países como Japón, un proceso deflacionario le hizo perder la década de los 90, y dejar atrás este problema le implicó enlazar un tropiezo detrás de otro.

Inquietud exterior
A juicio del Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, una deflación prolongada es actualmente el principal riesgo que enfrenta la economía mundial (después de la recesión misma).


Desde su perspectiva, uno de los principales problemas actuales es que los bancos centrales –incluido el suizo, el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed)- "están agotando sus municiones".

En una visita realizada a Madrid en marzo pasado, Krugman refirió que las tasas de interés han bajado de forma muy importante entre 2008 y 2009, lo mismo en Suiza que en Gran Bretaña o en la Unión Europea (UE), y actualmente rondan ya el 0%.

En Suiza, concretamente, la tasa de interés de referencia fluctúa actualmente en un rango de entre 0 y 0,75%, su nivel más bajo en cinco años.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) coincide en la preocupación de Paul Krugman.
El pasado lunes, Dominique Strauss-Khan, director-gerente del FMI, aseguró en Washington que de confirmarse una deflación internacional, la recesión actual se hará más intensa y larga.

Y paradojas, citó, cuando acabe la crisis el mundo tendrá que volver a enfrentarse al riesgo de inflación debido a que las agresivas políticas de gasto que aplican hoy los gobiernos para reactivar la economía volverán a empujar los precios al alza. El panorama, pues, es complicado.
¿Qué hacer hoy?
Ante la caída generalizada de precios que comenzó a registrar Suiza, el BNS dejó claro que utilizará todas las herramientas a su alcance para impedir una deflación.

Además de la baja en las tasas de interés, echará mano del tipo de cambio. Una moneda fuerte garantiza estabilidad, pero una divisa extremadamente sólida derrumba las exportaciones, ya que los productos del país implicado se encarecen en el exterior.

El franco suizo se ha apreciado alrededor del 8% frente al euro en doce meses, y la UE es el principal mercado de Suiza, al ser consumidor de prácticamente 2 de cada 3 productos de exportación
, según datos de la Secretaría de Estado de Economía (Seco).

Philipp Hildebrand, vicepresidente del BNS aseguró el pasado viernes (17.04), en un mensaje dirigido a los accionistas del banco central, que el BNS está listo para continuar con su política monetaria expansiva; es decir, para bajar aún más las tasas de interés vigentes.

Con ello, buscará reactivar la inversión. Pero está dispuesto también, señaló, a influir dentro de lo razonable en el mercado cambiario –a través de la inyección de francos suizos- para ayudar a la economía.

Una depreciación controlada del franco suizo podría ayudar a conjurar los temores deflacionarios que existen hoy. De hecho, los datos del segundo trimestre de 2009 serán fundamentales para evaluar la magnitud del riesgo que enfrenta Suiza.

Y como el propio Hildebrand citó en su discurso: "Una deflación es tan indeseable para Suiza como una inflación". Lo que obliga a la autoridad monetaria y a las empresas a mantenerse vigilantes.

swissinfo, Andrea Ornelas