jueves, 20 de octubre de 2016

¿Cuál “pacto nacional”? Por: Jairo Parada

En su columna de la semana pasada, que estaba debiéndole a nuestros lectores, Jairo Parada se refiere a El "No" del pasado 2 de octubre.
El amor cristiano y vocación por el perdón y la paz que quedaron en entredicho, y ni al Papa le hicieron caso, resalta Parada.
Y remata: "Ni los comentarios y explicaciones de Humberto de la Calle..."
"Acá parece que se explotaron los miedos infundados para  “emberracar” a los votantes. La verdad es que es una corriente conservadora, retrógrada, que recorre el mundo, que explota los miedos a los migrantes, a los cambios, que se refugia en la religión y la afirmación de una noción de patria que sirve para propósitos defensores del statu quo..." 

A eso se refiere, Jairo Parada en esta columna, que nos pone a reflexionar... porque se nos enreda el país...

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1


¿Cuál “pacto nacional”?


Por: Jairo Parada


El empañado triunfo del ‘No’ del pasado 2 de octubre, por las manipulaciones al estilo Goebbels que describió Humberto Mendieta magistralmente en su columna (oct. 7/16), nos ha llevado a una situación descrita por las palabras de Alfonso Romero Aguirre cuando en un debate en el Congreso le dijo a Laureano Gómez que “Usted trajo al futuro el atraso”, como nos lo cuenta Ramón Illán Baca en su columna de la revista Latitud del 9 de octubre al comentarnos una novela de Ricardo Silva.
En un debate con varios investigadores, académicos y activistas en Foro Costa Atlántica, el pasado viernes, se analizó con cuidado lo sucedido en ese domingo fatídico. El miedo fue explotado por la campaña del ‘No’ en mayor escala, ayudado por grupos cristianos y católicos que adobaron la campaña con temas de género que nada tienen que ver con los Acuerdos de La Habana. Su amor cristiano y vocación por el perdón y la paz quedaron en entredicho, y ni al Papa le hicieron caso. 

Mientras Humberto de la Calle evaluaba  los acuerdos en todos los escenarios, mediante una  discusión racional, acá parece que se explotaron los miedos infundados para  “emberracar” a los votantes. La verdad es que es una corriente conservadora, retrógrada, que recorre el mundo, que explota los miedos a los migrantes, a los cambios, que se refugia en la religión y la afirmación de una noción de patria que sirve para propósitos defensores del statu quo. Se trata de que nada cambie, que todo siga igual en Colombia, con nuestra terrible distribución del ingreso y con nuestra concentración de tierras que avergüenza a nuestro país en el escenario mundial.  El merecido Nobel al presidente es apenas un respiro.

Ahora se nos habla de una “unidad nacional”, que los del ‘Sí’ y los del ‘No’ debemos abrazarnos, pero me pregunto si eso es posible ante posiciones tan divergentes. El atraso político que observamos el pasado domingo, además de la indiferencia mayoritaria, refleja el fracaso de una educación de mala calidad, orientada solo a las necesidades del mercado y no a formar buenos ciudadanos.  En un estudio adelantado por el Observatorio de Coyuntura Socioeconómica (OCSA) del Instituto de Estudios Económicos de la Universidad del Norte, hace ya varios meses en el 2016, se revela que la mitad de los hogares del área metropolitana de Barranquilla del sisbén apenas tiene educación media, lee poco, oye como una hora radio y ve más TV. Curiosamente, al 74% de los encuestados poco le interesa la política, pero el 75% sí vota, ya sea por costumbre, la democracia (25%) y el apoyo a alguien. El 83% considera válida la negociación con las Farc, y el 70% votaría favorablemente los acuerdos.  Pero, aunque la mayoría favorece la reconciliación y las posibilidades de empleo, irónicamente el 60% quiere cárcel para los dirigentes y el 69% está en desacuerdo con darles representación política. 

Cuando uno escucha la presentación del caso salvadoreño que hizo José Daniel Moreno en el evento del Ocsa, el pasado jueves, fácilmente observa que los Acuerdos de La Habana son modestos. El uribismo hoy exige casi desmontar la base de los Acuerdos. La paz se enreda. ¿Otro pacto para un nuevo Frente Nacional excluyente?