“Las probabilidades de que haya una crisis de
deuda en Estados Unidos ahora son bastante altas”.
Eso lo dice Paul Krugman arrancando su nota,
pero al final, él mismo nos da tranquilidad…
Leámoslo.
Pero antes, les quiero dejar este datico:
Estados Unidos es el país más rico, poderoso e influyente de la Tierra. Su PIB
nominal, estimado en más de 17.2 billones de dólares en marzo del 2014 (17.2 trillones en
el sistema de medición anglosajón)
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Una crisis
autoinfligida de deuda a la vuelta de la esquina
Lunes, 14 de agosto de 2017
Las
probabilidades de que haya una crisis de deuda en Estados Unidos ahora son
bastante altas: los republicanos de la línea
dura están ansiosos de tomar a la economía como rehén; los
demócratas no están de humor para hacer concesiones y el presidente Trump es
rencoroso e ignorante. Así que es muy probable que más o menos para
octubre llegue un día en el que el gobierno estadounidense deje de pagar
algunas de sus cuentas, incluyendo los intereses sobre la deuda.
¿Qué tan malo puede ser?
La verdad es que no sabemos, pero hablar de
por qué no sabemos puede servir de algo.
Hasta ahora, la deuda de Estados Unidos había
ocupado un lugar especial en la economía mundial debido a que es, o era, el
principal activo seguro, digamos aquello que podíamos usar para asegurar
transacciones sin cuestionarnos si conservaría su valor. En cierto modo, el
dólar es para otras divisas lo que el dinero es para otros activos, la deuda en
dólares es la forma en la que los dólares se mantienen con la máxima seguridad.
Acabar con esa función puede ser muy malo.
Una interpretación famosa de la crisis financiera de 2008 es que se trató de
“una escasez de activos seguros”: cuando la gente se dio cuenta de que esos
valores AAA diseñados a partir de préstamos de alto riesgo no eran la gran
cosa, salieron en desbandada en busca de un suministro inadecuado de
algo seguro. Privemos a la gente de deuda en dólares como activos seguros
y preparémonos para lo peor.
Entonces la pregunta es si una interrupción
en los pagos realmente acabaría con el lugar especial que tiene la deuda de
Estados Unidos.
Supongamos que todos esperamos que los pagos
normales se reanuden, con los intereses correspondientes, en un par de semanas.
En ese caso, hasta un pequeño descuento en, digamos, los bonos del Tesoro los
convertiría en una muy buena inversión, así que básicamente aparecerían los
especuladores y respaldarían el valor de la deuda de Estados Unidos, a pesar
del impago temporal. En tal caso, la falta de pago no sería un gran problema.
El gran problema vendría si los
inversionistas ven el impago no como un fallo temporal, sino como un signo de
disfunción crítica y perdurable en el gobierno estadounidense. Si ese fuera el
caso, no necesariamente aparecerían para comprar deuda de Estados Unidos, y su
confianza en toda la estructura económica sufriría un golpe grave.
Claro está, por supuesto, que
esto es poco probable. Para que el impago de un gobierno solvente se considere
algo más que un mero fallo, habría que creer que tenemos una división
partidista infranqueable, en la que un partido está dominado en su mayoría por
extremistas, y un presidente ignorante, incompetente y vengativo. Ay, momento…