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@radareconomico1
20 Mayo 2014 - 11:26 pm
Renuncie, señor Zuluaga
Uribe, Granados, Lombana y Óscar Iván Zuluaga creen que los
colombianos somos imbéciles. ¿Lo somos? Este domingo sabremos en qué medida.
Por: Andrés Hoyos
¿Qué clase de
campaña es una que de repente pasa a manos de dos abogados penalistas sin
hígados? Porque eso más o menos fue lo que decidió Zuluaga: “Ahí les dejo esa
papa caliente, doctores Granados y Lombana. Yo me voy a descansar a mi casa”.
Luego, bien aleccionado por ellos, Zuluaga regresó y dijo sin inmutarse que el
tráfico de información privilegiada y secreta es un juego de niños. Niéguelo
todo, jure por lo más sagrado, candidato, que de la negación algo queda. Si los
tramposos son víctimas, ¿los demás somos victimarios?
Es inevitable experimentar una sensación de
suciedad con esta rauda seguidilla de episodios sórdidos. Degradan nuestra vida
política, se burlan de nuestra inteligencia, no nos piden excusas por mentir,
por chuzar, por tergiversar, por acusar sin pruebas; antes nos dicen que se
trata de actos de pulcritud y buena fe. La cochinada nos invade. Es esencial
que el señor Zuluaga se retire de la campaña electoral a ver si recobramos un
mínimo de dignidad y podemos elegir entre el resto de candidatos, que distan
mucho de ser ideales pero que por lo menos no recurren a métodos tan degradados.
Otra pregunta pertinente es: ¿qué les inyecta Uribe
a sus subalternos que los malea? ¿Mala fe, arrogancia injerta con ignorancia,
odio reconcentrado, cinismo destilado, qué es? Debo decir que ciertos
furibistas convencidos hoy me dan un poco de lástima. Fueron los primeros de
los que Uribe se burló. Ellos sí creyeron que su problema era con las
imperfecciones y avatares del proceso de paz, ellos sí creyeron que Uribe tenía
pruebas de que a la campaña de 2010 habían entrado dos millones de dólares de
dinero sucio.
Ahora no les queda, supongo, más remedio que creer que los videos
que salieron y siguen saliendo en los medios son un montaje. Ya varios
cineastas le pidieron a Zuluaga los datos del autor del “montaje”, porque tiene
que ser un genio de la cinematografía mundial. Los uribistas convencidos no se
atreven a pensar que lo que mueve al hoy senador electo sea el odio personal,
la manipulación, el chisme macabro, la calumnia y la mentira. Uribe se ganó,
por sus furores, un tremendo lío judicial. Nunca pensé que seguiría los pasos
de Fujimori.
Y lo peor es que en su caída arrastra a mucha gente
que no tenía por qué caer tan bajo, incluido Zuluaga, apenas un político de
provincia débil y maleable. Ha de estar con el remordimiento en carne viva,
pues involucró a su hijo en el desaguisado.
El daño, en todo caso, está hecho. Nos dejan unas
instituciones maltrechas, con la legitimidad por el suelo. Si todo un
expresidente dice que la Fiscalía no da garantías, ¿por qué no va a argumentar
lo mismo cualquier delincuente común? Si todo un candidato a la Presidencia con
posibilidades de triunfo dice que lo blanco es negro y ni siquiera se despeina,
¿con qué argumentos le vamos a decir a la gente del común que las normas hay
que respetarlas y que la ética es socialmente necesaria?
Por último, las posibilidades de la paz se
deterioran con este cúmulo de insucesos. Atacarla a mansalva se ha vuelto un
estribillo defensivo de quienes quieren tapar sus actos incalificables a como
dé lugar. La respuesta, estimado lector, es sencilla: votar. El domingo yo lo
haré por Enrique Peñalosa. Le propongo que piense muy bien por quién va a
hacerlo usted.