Tenía
días que no iba a casa.
A
la casa mayor, donde vive mi madre.
No
porque sea un mal hijo… porque mamá y yo siempre hemos tenido una bonita
relación… era que estaba fuera del país y apenas llegué a visitarla hoy.
Y
en esa visita, se presentó un momento en que nos quedamos solos y la invité a
que camináramos por el patio abrazados y me puse a recordar nuestra historia –la
historia de ambos-y le susurré:
“tú nos enseñaste tantas cosas. Mis herman@s y
yo nada sabíamos de la vida y tú nos enseñaste. Nos explicaste cómo funcionaba
este asunto. Cómo podíamos comer, actuar y movernos… Era bonito cómo
dependíamos de ti. La forma en que nos atendías. Lo hiciste muy bien y te lo
agradeceremos siempre…”
...y sin proponerme, las lágrimas aparecieron y la
nostalgia me embargó…
Mamá,
ya no es la misma.
Ahora,
ella depende de nosotros.
Una
fuerte depresión la acompaña y algo de Alzheimer se acercó a su lado… Mamá era
fuerte y decidida, pero la vida le cambió.
La
cuidamos con gusto y pretendemos tener mamá por un largo rato. Está tranquila,
pero la mamá que nos enseñó ya no está.
Hoy
lloré con gusto y le agradecí a mi Dios todo lo que nos ha regalado. Padre
Nuestro que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre…
Mamá…,
qué hermoso ha sido tenerte...
LuisEmilioRadaC