Esta mañana llegó al RADAR el pensamiento de Ricardo
Plata Cepeda, sobre lo que pasando en Colombia en torno al paro y las
pretensiones de sus líderes.
El columnista de El Heraldo, analista, presidente del Comité
Intergremial del Atlántico precisa:
“Los marchantes y sus barras bravas
incluyen entre sus exigencias paralizar la reforma laboral, indispensable para
disminuir la informalidad que arrasa con los presupuestos de salud; paralizar
la reforma pensional, forzosa para hacer sostenibles las pensiones de quienes
ya las tienen y ampliar el círculo de quienes aún no; y paralizar la reforma
tributaria, necesaria para sostener el crecimiento económico, el mayor en
América Latina este año, fuente insustituible de financiación de cualquier
objetivo social del plan de desarrollo y de las mismas marchas”…
Totalmente de acuerdo con Ricardo Plata.
Las exigencias de estos colombianos están fuera de tono…
Vamos a leer al dirigente y a escuchar parte de ese diálogo
que sostuvimos con él.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
¿Baipás a la democracia?
Hace año y medio 20 millones de colombianos votaron para
elegir un presidente que aún no completa un tercio de su mandato. Y hace mes y
medio un número semejante votó y eligió 1.100 alcaldes, 32 gobernadores,
cientos de diputados y miles de concejales, precisamente para que aborden la
larga y cambiante lista de necesidades de toda índole que una sociedad requiere
en cada momento. Ni siquiera se han posesionado para hacer aquello para lo cual
los elegimos y ahora surgen 200 mil ciudadanos que pretenden, marchando, en
principio dentro de la ley, imponer la agenda y las políticas públicas. Y algo
están logrando, con la amenaza de no dejar de marchar, haciéndole un baipás a
esos dos multitudinarios y costosísimos ejercicios recién realizados,
enmarcados dentro de nuestra institucionalidad democrática.
Hace unos años había casi 20 mil hombres en armas, al
margen de la ley, que pretendían imponer su agenda disparando y en parte lo
lograron, a cambio de desactivar la amenaza de seguir delinquiendo. Gracias a
alguna alquimia nada democrática, ellos parecían suponer que su disposición a
matar multiplicaba por 1000 el valor de sus ideas equiparándolas a las de 20
millones de votantes. Los 200 mil marchantes de
ahora parecen suponer que su disposición a interferir el trabajo, la movilidad,
la paz, la diversión, el descanso, el estudio y hasta el poner en riesgo la
vida y bienes del otro 99% de votantes, equipara con éstos el valor de sus
demandas. Es decir, gracias a una alquimia semejante, su caminata disruptiva
multiplicaría por 100 su relevancia.
El pensamiento de Ricardo Plata Cepeda:
RADAR
Escuchar siempre está bien, pero permitir ese atajo para
tomarse por asalto la agenda pública es un camino anarquizante. No hay
respuestas claras a las preguntas de quién los nombró, ni si en una mesa están
todos los que son, ni si son todos los que están, ni es discernible qué quieren
entre la incontable lista de motivos que aparentemente los juntan, muchos
basados en información deformada o simplemente falsa, tampoco es nada claro por
qué no incluir en la conversación representantes de los que no marchan.
Los marchantes
y sus barras bravas incluyen entre sus exigencias paralizar la reforma laboral,
indispensable para disminuir la informalidad que arrasa con los presupuestos de
salud; paralizar la reforma pensional, forzosa para hacer sostenibles las
pensiones de quienes ya las tienen y ampliar el círculo de quienes aún no; y
paralizar la reforma tributaria, necesaria para sostener el crecimiento
económico, el mayor en América Latina este año, fuente insustituible de
financiación de cualquier objetivo social del plan de desarrollo y de las
mismas marchas. La
democracia participativa tiene sentido para visibilizar una causa. Pero no
existe una institucionalidad para tramitar un memorial de agravios y mal
precedente sentarían el ejecutivo y el legislativo en ceder la
representatividad que ostentan. Debemos, sí, defender y mejorar esa democracia
representativa que es la que tenemos.
Por Ricardo Plata Cepeda