Fabiola Oñoro y una de las últimas muertes que ha sentido la sociedad barranquillera
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Ayer
tarde abordé un taxi en el que fue inevitable que saliera a relucir,
con el conductor, el caso que ha conmocionado a la comunidad de toda la
región Caribe, más por quien era la víctima y las circunstancias que
rodean su deceso, pues asesinatos se cometen a diario en la ciudad y
solo alcanzan a cubrir su anuncio.
Como la carrera fue larga, el
taxista alcanzó a comentarme que él conocía a Johan Beltrán Ulloque, no
solo porque vivió en el mismo sector de su residencia sino porque este
también conducía un taxi antes de que fuera contratado para hacer viajes
de Barranquilla a Riohacha, y como se ha dicho fue de esta manera como
conoció a la temible Dayana.
Contó otros detalles como la forma en
que Beltrán Ulloque se ganó la confianza de médico asesinado, que lo
hacía pasar al interior de la residencia y lo invitaba a desayunar en
la misma mesa en la que lo hacia la pareja y su hijo. Que el doctor le
pedía que le llevara encomiendas a su mamá, residente en Maicao, y que
la disfunción erectil que le quieren atribuir y por la que le fueron
infiel es “pura carreta porque el man era bastante mamoncito”.
Al
llegar a mi casa y antes de que fuera cerrada hace unos horas la cuenta
de Facebook de Dayana Jassir, alcancé a entrar y ver comentarios de ella
sobre lo feliz que era y además sobre el amor tan grande que sentía por
su hijo, de quien decía lo era todo para ella, “su razón de ser”. Pero,
cómo una persona puede cambiar de la noche a la mañana en su sentir sin
que ni siquiera su esposo se haya percatado de ello y que ni el amor
por su pequeño la haya llevado a replantear su macabro plan.
Pienso en cuáles serían los verdaderos motivos que la llevaron a cometer
de la manera más cruel el asesinato del padre de su hijo, y me asaltan
interrogantes como: ¿sería Pinto el progenitor del pequeño?, ¿se puede
romper brusca e inmotivadamente una trayectoria vital aparentemente
normal? ¿es posible que personas se conviertan en asesinas de la noche a
la mañana? ¿cómo pueden realizar un acto tan abominable los sujetos
estando en su cabal juicio?.
Lo de saber si el niño es hijo de
Pinto, creo que ya se dijo que los padres del asesinado solicitarán la
prueba de ADN para determinarlo. Pobre infante, sin padre, con una madre
que acabó con la vida de su papá y tener que someterlo ahora a esta
situación porque la paternidad está en duda.
Y queriendo
responder a los demás interrogantes, encontré el concepto del médico y
psiquiatra forense José Carlos Fuentes Rocañin, quien hace referencia al
caso de unos padres que planearon en complicidad el crimen de su hija
adoptiva. El profesional dice que “este tipo de conducta se le llamada
Folieux a deux o “locura compartida” que aparece en los libros clásicos
de psiquiatría forense”. Este concepto aplicado al caso del crimen del
médico Pinto coincide en la complicidad de la pareja de amantes: una de
ella con trastornos que busca la complicidad del otro para cometer su
objetivo.
Sigue explicando que “lo que sí puedo decir como
psiquiatra y médico forense es que este tipo de conductas tan mal
planificadas, con tantos cabos sueltos que conducen a la detención casi
inmediata del presunto autor o autores, que rompen bruscamente una
biografía estructurada, sin un móvil claro y contundente que lleve a la
obtención de una ganancia primaria, con antecedentes de un diagnostico
psiquiátrico reciente no muy preciso, suelen producirse en personas que
han sufrido un desequilibrio emocional intenso cuya importancia habrá
que valorar con mas calma y detenimiento, pero sin duda será la clave
para explicar el móvil de un acto criminal de estas características.
Nadie en su cabal juicio se hace asesino de repente. Nadie medianamente
sano, ejecuta un plan tan aberrante y además tan torpe como el que se
presenta. Nadie se hace desalmado y perverso de la noche a la mañana y
rompe con una trayectoria vital aparentemente estable y normalizada”.
Por su parte, el psiquiatra Patricio García Caro dice que este tipo
de conductas son trastornos mentales encubiertos o no diagnosticados
oportunamente en personas que parecen normales, que se relacionan con
nosotros como si fuesen sanos.
“Son personalidades encantadoras,
seductoras, deslumbrantes a primera vista. Después que establecen una
relación empática con las personas y que la mantienen por algún tiempo,
una vez que han ganado la confianza del otro, comienzan a mostrar su
verdadera personalidad manipuladora con una enorme tendencia a utilizar
al otro”, puntualizó García Caro.
Y si a Fabiola Oñoro le
preguntan el concepto sobre la personalidad de Dayana Jassir,
respondería: “Un cascarón llamado mujer”.