Barranquilla nos gusta.
Nos agrada vivir en ella.
Sin embargo, hay que reconocer que aún nos falta mucho para lograr que se desarrolle más...
Leamos a Parada...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Barranquilla comparada
Por Jairo Parada
La Administración Distrital
podría sentirse dichosa con los resultados obtenidos por Barranquilla al
examinar el grupo de las 11 ciudades colombianas de la Red Cómo Vamos (EL
HERALDO, mayo 26/17, p 6A) en materia de percepción ciudadana.
Todos sabemos que la percepción
puede distar de la realidad, pues lo ‘real’ no es tan obvio como la gente cree,
lo real se oculta detrás de una maraña de fenómenos, que pueden enmascarar
otras situaciones. No extraña que los barranquilleros sean los más orgullosos
de su ciudad, dados los avances de los últimos diez años, ni tampoco que gane
en favorabilidad del alcalde, poseedor de un gran carisma popular. Sin embargo,
cuando uno oye a un alto funcionario distrital decir que es bueno que el mismo
grupo político maneje una ciudad por mucho tiempo para darle coherencia a las
políticas preocupa, pues el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe más
aún. La renovación es sana, y muchas veces es conveniente ver cambios en
equipos de gobierno que ofrezcan otras opciones.
Uno no deja de sorprenderse que
apenas el 14% de los barranquilleros se considere pobre, tal vez por no
reconocer dicho estado, motivo de vergüenza o aflicción, pues todos sabemos que,
de acuerdo a las cifras sobre pobreza, Bogotá nos gana sobradamente. Similarmente,
la satisfacción con la educación no nos debe llevar a creer que estamos en un
nirvana educativo, pues las pruebas Saber Pro muestran que muchas universidades
de la ciudad tienen un largo camino por recorrer. En zonas verdes y parques
quedamos bastante regados, pues a pesar de los esfuerzos, nos faltan los
grandes parques de ciudades como Bucaramanga y Medellín.
También nos va muy mal
en sociedad civil y participación comunitaria, pues creemos que un todopoderoso
alcalde nos resuelve todos los problemas, aunque ello obviamente no es así. Si
la ciudad está bien manejada, para qué molestarse, aunque subsistan dudas sobre
los valores contratados en las obras públicas y la falta de democracia en la
contratación de las mismas. Sorprende también el primer puesto en oferta
cultural, a menos que la gente entienda esto como la oferta de carnavales y
fiestas, lo cual sin duda es una visión muy limitada de los ciudadanos, en una
ciudad con bibliotecas que dejan mucho que desear, donde todavía se necesitan
más museos y el teatro Amira de la Rosa sigue cerrado.
Pero donde también quedamos mal
es en seguridad (un 7º lugar). El jueves pasado un grupo de ciudadanos
asistimos a una conferencia excelente del profesor Luis Trejos, de Uninorte, en
el Museo del Caribe, sobre Conflicto y paz en el Caribe colombiano, en la cual
este docente hizo un recorrido del mismo, dejándonos claro que vivimos en el
‘posacuerdo” y no en el posconflicto, pues muchas violencias seguirán.
Al
examinar la situación de Barranquilla, con cifras georreferenciadas, se ve con
claridad que la Capital de Vida se ha convertido en un territorio en disputa en
la subcontratación del ‘Clan del Golfo’, para asegurarse las rutas de las
drogas, con mucho sicariato y homicidios de por medio. Todos salimos de allí
preocupados.
¿Vivimos un espejismo?