jueves, 1 de septiembre de 2022

Emisión 10082 septiembre 1 2022

 




Temas en la Mira del RadaR:

  • Gobierno colombiano es consciente de las trabas que deberá enfrentar con la propuesta de entregar antiguos predios del narcotráfico a campesinos, cooperativas, mujeres y jóvenes. El presidente de la República, Gustavo Petro dijo que deberán ser fuertes y valientes para cumplir con esa promesa.
  • Colombia debe aclarar cuál será el marco jurídico en el restablecimiento de las relaciones comerciales con Venezuela. Sobre el tema habla Javier Díaz, presidente de Analdex, la Asociación Nacional de Comercio Exterior, quien también se refirió al esfuerzo que están dispuestos a hacer los exportadores para ayudar a equilibrar la balanza comercial.
  • El diálogo multiactor es fundamental para entender intereses y necesidades en el camino hacia una Reforma Agraria en Colombia. Escucharemos a Alan Bojanic, representante de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, FAO, en Colombia. Dijo que el acceso a la tierra debe hacerse dentro de la institucionalidad.
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De una encrucijada a una vía rápida: programas cortos de educación superior en América Latina y el Caribe

En la vida hay muchas opciones.

Una de ellas es poder estudiar.

Unos ciudadanos estudian poco y les va muy bien.

Otros, estudian y estudian y terminan muy mal. La vida es una lotería.

¿Cómo le ha ido a usted con eso?

Estas investigadoras nos cuentan algo sobre el tema:

“De acuerdo con nuestra nueva investigación, los programas de ciclo corto (PCC) son unos tipos de programas de educación superior que pueden poner a la región en esta vía rápida. Los PCC se conocen también como programas técnicos o tecnológicos, duran dos o tres años y se orientan principalmente al mercado laboral. Resultan atractivos para muchos estudiantes, no solo para aquellos que no les interesa o no tienen el tiempo o la preparación académica para programas más largos, sino también para quienes buscan adquirir nuevas competencias incluso después de haber obtenido un título universitario”.

Vamos a leerlas…

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De una encrucijada a una vía rápida: programas cortos de educación superior en América Latina y el Caribe

Por EMANUELA DI GROPELLOMARÍA y MARTA FERREYRA

Septiembre 1-2022

En nuestro estudio regional de 2017 señalamos que la educación superior en América Latina y el Caribe (ALC) se encontraba en un momento decisivo.

Durante el período de difusión del estudio, las empresas nos hicieron saber que tenían dificultades para encontrar mano de obra calificada y los estudiantes dijeron que tenían problemas para encontrar empleo incluso después de haber finalizado un programa de educación superior. La frustración era palpable y el mensaje fue claro: los sistemas de educación superior de la región necesitaban reformas ambiciosas para responder a las necesidades de los países.

Cinco años después y luego de una pandemia, esto es más cierto que nunca. Aunque se perdieron numerosos puestos de trabajo durante la pandemia, se crearon muchos otros relacionados, por ejemplo, con la automatización, las plataformas electrónicas y el análisis de datos.

Una vía rápida para adquirir las habilidades relevantes es fundamental en una región que enfrenta obstáculos para crecer, innovar y consolidar los avances logrados en materia de equidad. 

De acuerdo con nuestra nueva investigación, los programas de ciclo corto (PCC) son unos tipos de programas de educación superior que pueden poner a la región en esta vía rápida. Los PCC se conocen también como programas técnicos o tecnológicos, duran dos o tres años y se orientan principalmente al mercado laboral. Resultan atractivos para muchos estudiantes, no solo para aquellos que no les interesa o no tienen el tiempo o la preparación académica para programas más largos, sino también para quienes buscan adquirir nuevas competencias incluso después de haber obtenido un título universitario.

Además, los PCC son atractivos para los empleadores. Pese a la gran expansión de la educación superior en ALC en el nuevo milenio, un tercio de los empleadores de la región (la fracción más alta del mundo) tiene dificultades para encontrar trabajadores calificados. En ALC, esta desconexión entre la educación superior y el sector productivo puede deberse a un escaso énfasis en los PCC (que atraen solo el 9 % de los estudiantes de educación superior en comparación con el 24 % a nivel mundial) o en las áreas de la ciencia, la tecnología y la ingeniería (donde se gradúan menos estudiantes en América Latina y el Caribe que en los países comparables). También se puede relacionar con el estigma de los PCC: la percepción de que son programas de segunda clase y un callejón sin salida.

Gran parte de este estigma es injustificado. Aunque los PCC atraen a estudiantes desfavorecidos y no tradicionales, tienen tasas de graduación más altas que los programas universitarios.  El empleo formal y los salarios de los graduados de PCC son mayores que los de los graduados de la escuela secundaria, como se esperaba, pero también que los de los desertores de programas universitarios, que representan una abrumadora mitad de todos los estudiantes de educación superior de la región. No todos los PCC son igual de buenos, pero tampoco lo son todos los programas universitarios. En consecuencia, algunos PCC —especialmente en los campos de la ingeniería, la ciencia y la tecnología— tienen mayores retornos que muchos programas universitarios, en particular en las ciencias sociales y las humanidades. 

Gracias a su estrecha vinculación con la economía local, los PCC responden con rapidez —más que los programas universitarios— a las demandas del mercado laboral local; estos se crean y se actualizan en respuesta a las necesidades de los empleadores locales.

Para obtener información más detallada sobre los PCC de la región, diseñamos y realizamos un sondeo exclusivo: la Encuesta de Programas de Ciclo Corto del Banco Mundial. Más de 2000 directores de programas de cinco países de ALC respondieron preguntas sobre una amplia variedad de temas, entre ellos los estudiantes, los docentes, las prácticas de los programas, la capacitación y el plan de estudios, la infraestructura, la gobernanza institucional, la regulación y los resultados académicos. En promedio, los programas declaran que siguen buenas prácticas. Al mismo tiempo, las prácticas de los programas —y los resultados de los estudiantes— varían considerablemente entre programas, lo que quizá justifica el estigma de los PCC.

Sin embargo, estas variaciones nos permitieron identificar las prácticas específicas de los programas que obtienen buenos resultados académicos, al tener en cuenta las características de los estudiantes. Si bien la mayoría de las instituciones de educación superior de ALC interactúan poco con el sector privado o el mercado laboral, encontramos que los “buenos” programas cultivan sólidas relaciones con el sector privado y ayudan a los estudiantes en la búsqueda de empleo. Contratan docentes con experiencia en el sector privado, ofrecen clases de nivelación durante el programa y enseñan competencias numéricas. En este momento crítico, el objetivo no debería ser una expansión al por mayor del sector de los PCC, sino la creación y reproducción de estos “buenos” programas.

Para establecer un sistema que fomente “buenos” programas de ciclo corto y atraer con éxito a los estudiantes, se requieren medidas de política en cuatro frentes.  El primero es la información, pues los estudiantes necesitan datos detallados sobre cada programa de educación superior en el país —universitarios o PCC— relacionados con los resultados del mercado laboral, los costos y los requisitos académicos para elegir con conocimiento de causa. El segundo es el financiamiento: en ALC, los Gobiernos subsidian a los estudiantes universitarios a un ritmo más alto que a los estudiantes de los PCC, proporcionan poca o ninguna ayuda financiera a los de instituciones privadas (aproximadamente la mitad de la matrícula de los PCC de la región) y financian programas y campos, independientemente del desempeño o la importancia estratégica. Es crítico reasignar el financiamiento público entre los programas, los estudiantes y las áreas de estudio. El tercero es la regulación: supervisar y regular los programas, centrándose en los resultados del mercado laboral de los estudiantes y no en los insumos de los programas, y mediante sistemas ágiles que no obstaculicen el dinamismo de los PCC. El cuarto es el aprendizaje permanente: facilitar la adquisición de competencias a través de módulos flexibles y la transición desde los PCC hacia los programas universitarios.

En el transcurso de las actividades de difusión de este estudio, hemos oído repetidamente a las empresas decir que tienen dificultades para encontrar trabajadores con habilidades prácticas y actualizadas porque este tipo de trabajadores —que podrían ser capacitados fácilmente en un PCC— no existen en la gran mayoría de nuestros países. Esta difícil situación es aún peor en las industrias de alta tecnología, mostrando que la región no está preparada para el nuevo mercado laboral. Sin embargo, también hemos visto que muchas instituciones han sido creativas, en estrecha colaboración con los empleadores, y han establecido programas de buena calidad, útiles y pertinentes, y hemos sabido de estudiantes desfavorecidos cuyas vidas se transformaron al tener acceso a dichos programas. En definitiva, es ese tipo de diálogo entre instituciones, empresas y estudiantes —con el telón de fondo de regulaciones modernas, ágiles y basadas en los resultados— que dará lugar a los programas que la región necesita.

Tasa de desocupación promedio de América Latina fue de 7,9% en el primer trimestre

Sin trabajo no se vive bien.

Aunque algunos seres humanos que no les interesa trabajar…

Según la Organización Internacional del Trabajo, se ha registrado una importante pero no total recuperación del empleo tras el covid.

Leamos lo que nos dice la OIT.

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Tasa de desocupación promedio de América Latina fue de 7,9% en el primer trimestre

La Organización Internacional del Trabajo presentó una actualización sobre la situación del empleo en América Latina y el Caribe en el que indicó que, durante el primer trimestre de 2022, la tasa de desocupación promedio de la región fue de 7,9%, la tasa de ocupación de 57,2% y la tasa de participación en la fuerza de trabajo fue de 62,1%. Son casi los niveles del primer trimestre de 2019, sin recuperar aún los niveles prepandemia.

La organización considera que en la región se ha registrado una importante recuperación del empleo tras la pandemia por covid-19, pero los mercados laborales de la región enfrentan un futuro complejo e incierto que podría estar caracterizado por aumento de la desocupación, de la informalidad y del número de trabajadores pobres al cierre de este año.

“La creación de empleo formal será clave para enfrentar un escenario de menor dinamismo económico y pérdida del poder adquisitivo. Un crecimiento débil y crisis global frenan la recuperación del empleo en América Latina y el Caribe”, dijo Claudia Coenjaerts, directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe.

Según el informe, un crecimiento económico bajo, la alta inflación y una crisis global agravada por la agresión rusa a Ucrania afectan, tanto la cantidad, como la calidad de los empleos que genera la región y podrían prolongar el fuerte impacto laboral de la crisis por la pandemia en la región.

El informe de la OIT precisa que la falta de dinamismo económico comenzó a notarse a comienzos de 2022 con incipientes signos de retroceso en los indicadores laborales promedio de la región, que habían venido mejorando continuamente durante varios meses.

Destaca que por detrás de los promedios hay realidades nacionales que dan cuenta de un camino por recorrer en materia de recuperación.

En 10 de 14 países con datos la tasa de ocupación en el primer trimestre de 2022 aún no había recuperado los valores registrados en igual período de 2019. Solo en tres de los 14 países la tasa de participación económica en el primer trimestre de 2022 había recuperado los niveles del primer trimestre de 2019. 

Así mismo, entre 50 y 80 por ciento de las ocupaciones generadas en el proceso de recuperación han sido en condiciones de informalidad. Esto ha provocado que la tasa de informalidad regional, que experimentó bajas al inicio de la crisis por la pandemia cuando se destruyeron numerosos puestos de trabajo, regresara a los niveles pro pandemia, de 50 por ciento.

“Esto significa que uno de cada dos personas ocupadas está en condiciones de informalidad en la región. Son trabajos inestables, en general con bajos ingresos, sin protección ni derechos laborales”, explicó la economista laboral de la Oficina Regional de OIT y autora del informe, Roxana Maurizio.

Andi estima que la economía colombiana solo aguantaría una tributaria de $8 billones

Parece que no le será muy fácil al gobierno de se le apruebe la reforma tributaria.

Ya se pronunció la Andi, el gremio de los industriales que dirige Bruce Mac Master.

Según el gremio, sin necesidad de una reforma, el gobierno recaudará $244,4 billones en 2023, 20,7% más que este año.

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Andi estima que la economía colombiana solo aguantaría una tributaria de $8 billones

El presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), Bruce Mac Master, aseguró que la economía de Colombia apenas podría soportar una reforma tributaria de $8 billones y no una de $25 billones, como la que estima el Gobierno Nacional.

El dirigente gremial dijo que el recaudo tributario ha venido creciendo a tasas muy altas, por lo que no sería necesario aprobar más impuestos, sino implementar un plan de austeridad y de redistribución de los gastos gubernamentales. 

"Si el Gobierno insiste y quiere hacer cosas nuevas. Familias en Acción, por ejemplo, puede valer entre $2,5 billones y $3 billones, pero si el Gobierno quiere hacer 2,5 veces Familias en Acción, en ese caso estaríamos hablando de una tributaria, no de $25 billones, sino de $8 billones, que sería, realmente, lo máximo que aguantaría la economía colombiana. Y no estoy hablando de las empresas, sino de los ciudadanos y los hogares", aseguró el jefe de la Andi.

Según un estudio del gremio, el recaudo total de impuestos que recibió el Gobierno Nacional en 2020 fue de $130,8 billones, mientras que en 2021 creció 24,1% y llegó a $162,2 billones.

"El dato de 2022 todavía no se conoce, pero sí sabemos que el Gobierno se ha venido dando cuenta de que efectivamente el recaudo va a ser mayor. La primera estimación hablaba de $170,2 billones, la segunda decía que iba a ser de $183,5 billones y la tercera ya lo estima en $202,5 billones. Es decir, entre el año pasado y este, el recaudo total va a aumentar $40 billones", aseguró Mac Master.

En cuanto a las cuentas para el próximo año, la Andi cita los datos del Marco Fiscal de Mediano Plazo que estima que en 2023 va a haber un incremento de otros $42 billones en el recaudo de impuestos, pasando de $202,5 billones a $244,4 billones. Es decir, que entre 2021 y 2023, el recaudo tributario total aumentaría alrededor de $82 billones.

"Yo entiendo que el Gobierno Nacional quiera aumentar los recursos porque quiera hacer más proyectos y programas. Nadie lo duda, eso no sucede solamente en Colombia. Sin embargo, también tenemos que ser conscientes de qué es lo que puede hacer la economía. Estamos aumentando los recursos que pasan de un lado hacia el otro en $80 billones en solo dos años".

La Andi también alertó que estas cuentas se hacen sin contar los ingresos que estima el gobierno con la reforma de $25 billones. En este caso, el aumento del recaudo sería de en $105 billones en dos años.