Leamos a Ricardo Plata Cepeda: Panamericanos: Premio o Castigo...
Yo siento que deberá ser un premio.
Pero vamos a leer al analista.
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PANAMERICANOS: PREMIO O CASTIGO
Por RICARDO PLATA CEPEDA. En los últimos 15 años Barranquilla inaugura el Centro de Eventos y Convenciones, el Malecón del río, doméstica sus arroyos, mejora cobertura y calidad en educación y salud, reverdece 200 parques y celebra con lujo de competencia los juegos Centroamericanos y del Caribe. Para todo ello además de quintuplicar sus ingresos se endeuda, pues no hay almuerzo gratis; y con todo ello recupera su orgullo y hace méritos para ser seleccionada como sede de los Juegos Panamericanos de 2027.
“A 50 años de los Juegos Panamericanos de 1971, que partieron en dos la historia de Cali”.
Así tituló hace dos años El País, de esa ciudad, una reseña del acontecimiento.
“Antes de los Panamericanos, un pueblo, después de ellos, la Capital Deportiva de América” así tituló la propia alcaldía de Cali una crónica sobre el vínculo entre el deporte y su desarrollo.
Si bien al comenzar los años 60 ya Cali superaba a Barranquilla en población, después de los juegos del 71 no volvió a mirar atrás y al finalizar el siglo la duplicaba. Como en la novela de Dickens, para Cali ese final de siglo “era el mejor de los tiempos” para Barranquilla “era el peor de los tiempos”.
En los últimos 15 años Barranquilla inaugura el Centro de Eventos y Convenciones, el Malecón del río, doméstica sus arroyos, mejora cobertura y calidad en educación y salud, reverdece 200 parques y celebra con lujo de competencia los juegos Centroamericanos y del Caribe.
Para todo ello además de quintuplicar sus ingresos se endeuda, pues no hay almuerzo gratis; y con todo ello recupera su orgullo y hace méritos para ser seleccionada como sede de los Juegos Panamericanos de 2027.
Después de los Juegos Olímpicos no hay en el hemisferio occidental un evento deportivo de mayor nivel que los Juegos Panamericanos. 9.000 atletas se pronostican para los del 2027 en la sede y las subsedes de Cartagena y Santa Marta, acompañados de docenas de miles de visitantes por todo el Caribe colombiano.
Sin embargo, no solo las luces del pasado sino también sus sombras señalan el camino: la renuncia de Colombia a la Copa del Mundo 1986 anunciada por el presidente Belisario Betancur en octubre de 1982. Fue la primera vez, y hasta ahora la única, que un país designado para organizar el evento deportivo más importante del mundo renunciaba a su realización. Para más sal en la herida, Colombia había sido elegida por unanimidad del Comité Ejecutivo de la FIFA.
Aparte de la extemporánea discusión de las prioridades de inversión, la crisis tuvo en su trasfondo la malquerencia recíproca entre el presidente y el banquero Jaime Michelsen Uribe, ungido para liderar el apoyo privado al evento. Pasaron 29 años en el ostracismo futbolístico antes de que Colombia volviera a recibir un campeonato de nivel mundial, el sub-20 de 2011.
En breve: si los juegos se hacen y Barranquilla cumple, tiene mucho por ganar. Si los juegos no se hacen, la que incumple es Colombia y todas las ciudades colombianas tienen mucho por perder en las próximas décadas.
rsilver2@aol.com
