Una amiga
dice:"Me encanta ese comercial…"
Lo dijo en Facebook, y quise colocarlo en el
Blog.
RADAR
Yo era la niña
de...“Señor Johnson, los grandes siguen usando mi champú”
Por
Natalia Palacios
Dicen
que estoy muerta, que me ahogué en un lago, en una piscina, en el río Cauca o
asfixiada en un baúl.
Todos esos chismes empezaron unos años después
de que salí en el famoso comercial de Johnson & Johnson, en el que aparecía
acostada en el piso hablando por teléfono y, al final, envuelta en una bata
blanca, decía: “Señor Johnson, los grandes siguen usando mi champú”.
Cuando se grabó el comercial, yo tenía 6 años, hoy tengo 28. Como soy de
Medellín, tuve que viajar por tres días a Bogotá para la grabación. Recuerdo,
como si fuera ayer, que me dolían los codos por tanto apoyarlos en el piso; que
la grabación se tardó más de lo esperado, porque yo no podía pronunciar la erre
en la frase “no irrita los ojos y es solo para niños” (decía ‘irita’); que el
teléfono por el que hablaba estaba desconectado; que me pagaron 150.000 pesos
del momento; que el director del comercial me regaló un oso gigante que casi no
me dejan subir en el avión de vuelta y que, cuando salió al aire, me molestaban
mucho en el colegio.
Aunque esa no fue mi única aparición, pues también hice pasarela y comerciales
para otros productos como Frescote, papas Jacks, Conavi y Super Ley, a los 12
años paró mi carrera como actriz y modelo. Ese ambiente se empieza a volver
pesado, porque hay que hacer dieta, ir al gimnasio… cuidarse como un adulto. Yo
era una niña a la que le gustaba hacer lo mismo que a las demás: jugar a las
muñecas y comer dulces sin pensar en el gordo que le va a salir. Además, mucha
gente en Medellín quiere tomar ese camino, por lo que la competencia es
demasiado fuerte.
Mi vida, entonces, es tan normal como la de cualquier persona de mi edad.
Estudié Diseño de Modas en la Arturo Tejada, y desde hace seis años tengo un
negocio de calzado para hombres, mujeres y niños que se llama Cha Cha. Tengo un
almacén en Medellín, y distribuyo zapatos a otras ciudades del país. Vivo con
mis papás y estoy estrenando novio.
Aunque ahora me da risa pensar en todo lo que se decía sobre mí, en su momento
no fue chistoso. Por ejemplo, una vez llegué de unas vacaciones y cuando la
profesora me vio, se puso a llorar, pues estaba convencida de que me había
ahogado. Pero la cosa se puso peor cuando crecí un poco más, hacia mis 16 años,
pues se decía que andaba metida en vicios, entre otras cosas horribles. Cada
vez que conseguía novio, este llegaba con un cuento diferente. Cómo sería de
grave que en un punto, desesperada, pensé hasta en irme del país.
Pero no me fui y, en cambio, eché raíces con mi empresa. Hoy, la gente que sabe
lo del comercial todavía me molesta a veces, incluso me reconocen por la calle,
pues aunque en algún momento estuve pelirroja, no he cambiado tanto.
Finalmente, les confieso que tuve piojos cuando chiquita; que después de grabar
el comercial me llegó una ancheta llena de productos Johnson que me surtió por
un buen tiempo, y que ya no uso sino Dove. Pero eso sí, cuando tenga hijos, les
voy a lavar el pelo con champú Johnson & Johnson, porque “no irrita los
ojos y es solo para niños”.