lunes, 2 de mayo de 2011

Libertad de Prensa en tiempos de Wikileaks, por Javier Darío Restrepo

Libertad de prensa en tiempos de Wikileaks

Pero, ¿de veras libera? Alguien es el dueño y administrador de las claves; en Internet se habla de “dominios”, o sea los espacios de un dómine; usted tiene que contar con la palabra mágicas que le proporciona el conserje del hotel si quiere valerse del computador de la sala de negocios, y si logra “entrar” se moverá entre el bosque endiablado de palabras, claques y links que, con una tecla de más o de menos, lo harán vagar en círculos que siempre terminan en el “acceso denegado”¿Por quién? ¿Por qué? ¿Es esto libertad?

Y no he mencionado todavía esas tupidas mallas de espinos que se yerguen ante su intento de moverse con libertad en Internet, constituidos por las propagandas comerciales, los mensajes indeseados, la invasión de comentaristas y editorialistas espontáneos e improvisados, los apóstoles de toda clase de causas que convierten su pantalla en una bulliciosa y desordenada feria en donde todos gritan, gesticulan y presionan mientras usted, impotente y aturdido se pregunta, ¿es esta la libertad de Internet? También da la sensación de libertad la llegada torrencial de los cables de Wikileaks. Lo que antes era secreto inalcanzable, llega a su mesa de redacción como material disponible del que se puede hacer lo que se quiera: destacarlo, relegarlo, ampliarlo, contextualizarlo, editarlo, titularlo, agregarlo a otras informaciones. La barrera del secreto que había limitado su libertad de informar y su derecho a conocer, ha desaparecido. ¿Pero es esta la libertad de información? Hay allí, como en Internet, unos presupuestos para la libertad, pero no la libertad. Ni la tecnología, ni los gobiernos, ni los editores, ni los accionistas, dan o quitan la libertad, porque esta es construcción de cada uno en la que cada persona es irreemplazable.


 Todos esos agentes externos estorban o apoyan, inspiran o desalientan, pero no tienen ni la palabra ni la acción definitiva de la libertad. Estas están en poder de las personas. El periodista es el que se da o se quita la libertad.
Lo puede hacer con la ayuda de Internet, de Wikileaks, de los gobiernos o del medio, pero no puede delegar en nadie la tarea para la que nació y, como todo humano, lograr paso a paso, centímetro a centímetro la construcción de una persona libre, que es la más poderosa y acabada creación del universo.
Es el sentido que debe tener el día de la libertad de prensa.

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