Me gustó este párrafo: “¿De verdad cree eso la gente del gobierno? ¿No conocen a los ricos? O, pues para el caso daría igual, a los pobres, o a las clases medias. ¿No conocen a los seres humanos? A los seres humanos no les gusta pagar impuestos”.
Eso parece que es así…
RADAR,luisemilioradaconrado
Creer lo que no vemos
Por Antonio Caballero
Los empresarios no gastan lo que ahorran por la supresión de los parafiscales en contratar personal que no precisan, sino que lo atesoran o lo sacan del país.
El Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas
le agradeció al Senado la aprobación, aunque con escaso quórum, de su reforma
tributaria. Escribo esta nota cuando eso acaba de suceder, de modo que no se
conocen todavía los micos reclamados a cambio por los congresistas y es difícil
opinar sobre muchos detalles de la reforma. Pero sí es posible hacerlo sobre
sus propósitos, anunciados con insistencia por el presidente Juan Manuel Santos
y su ministro: la equidad y la creación de empleo, y la búsqueda de que “la
tributación tenga un carácter progresivo”.
No es así. Y ellos, que no son tontos ni ingenuos, saben que no es así.
¿Una reforma progresiva? Todas las reformas tributarias que se hacen en Colombia (y cada ministro de Hacienda hace por lo menos una) son regresivas. Lo reconoce Cárdenas en cuanto a las de sus predecesores cuando dice que “Hoy nuestros impuestos no contribuyen a reducir la desigualdad, sino que más bien la perpetúan”. Y eso es exactamente lo que harán los suyos en opinión de todos los expertos (a varios los cité en mi columna de finales de octubre, ‘Moscas por el rabo’). Escribió el ministro en El Tiempo hace unos días: “La reforma busca reducir los impuestos sobre el empleo y sustituirlos por impuestos a las utilidades de las empresas”. Se refería a la supresión, que se hizo, de los parafiscales, y al reequilibrador aumento simultáneo de la llamada Contribución para la Equidad, Cree, que no se hizo más que a medias. Porque en su intervención ante los parlamentarios él mismo echó para atrás el anunciado gravamen a los dividendos argumentando: “No hay que exagerar las cargas al capital”. Sería inequitativo.
Con lo cual aparece la ya mencionada ‘equidad’ anunciada por el ministro. Pero la equidad es cosa que puede definirse de varios modos. Es célebre la dicotomía entre el “a cada cual según sus capacidades” y el “a cada cual según sus necesidades”. A algunos les parece inequitativo que paguen más impuestos los más ricos, solo por serlo (aunque ahí está justamente la médula de lo que se llama en todas partes tributación progresiva). A otros, en cambio, les parece inequitativo el mero hecho de que los ricos sean más ricos que los pobres (y menos numerosos). O el de que, como suele suceder, paguen menos. El gobierno explica que si los ricos pagan poco, mediante la evasión, es porque se les cobra demasiado; y que si se les cobra menos pagarán voluntariamente más: de ahí, por ejemplo, el recorte de dos tercios en los impuestos a las herencias.
¿De verdad cree eso la gente del gobierno? ¿No conocen a los ricos? O, pues para el caso daría igual, a los pobres, o a las clases medias. ¿No conocen a los seres humanos? A los seres humanos no les gusta pagar impuestos.
Lo mismo pasa con la prometida creación de empleo. También aseguraron hace diez años, cuando la reforma laboral del primer gobierno de Uribe, que el abaratamiento de los costos laborales por la eliminación del pago a las horas extras y nocturnas generaría 160.000 empleos al año. ¿Los han visto ustedes en alguna parte? Como dije aquí mismo en octubre, el empleo solo se crea cuando se necesita. Los empresarios no gastan lo que ahorran por la supresión de los parafiscales en contratar personal que sus empresas no precisan, sino que lo atesoran o lo sacan del país. Lo que crea empleo es que haya consumo, y en consecuencia sea necesario aumentar la producción. (Que este círculo a la vez vicioso y virtuoso esté acabando con el planeta es otra historia).
Todo esto lo saben perfectamente el presidente y su ministro de Hacienda, porque no son ni tontos, ni ignorantes. Lo que pasa es que son neoliberales. Y entonces están desgarrados entre sus convicciones ideológicas y su necesidad de respaldo político.
Saben que lo que de verdad buscan es el aumento de la inequidad y del desempleo: la concentración de la riqueza y el crecimiento del ‘ejército de reserva’ de trabajadores desocupados (solo se necesita, como se ha hecho, aumentar los cupos de policías y soldados, celadores y guardianes, guardaespaldas y escoltas que cuidan la riqueza concentrada del galopante desempleo). Saben que lo que quieren es eso, pero no lo pueden proclamar abiertamente. Y eso los lleva a decir mentiras: progresividad, equidad, creación de empleo. Suena mejor. Y a lo mejor la gente se lo cree.
Lo dijo el ministro Cárdenas, ingenua o descaradamente, en una entrevista publicada en El Nuevo Siglo en vísperas del voto de la reforma:
-Queremos generar confianza con el nombre de Cree (Contribución para la Equidad: el nombre del impuesto que sustituye los parafiscales eliminados). Por eso le pusimos así, para que nos crean que esta es una reforma positiva.
Yo, por lo menos, no les creo.
No es así. Y ellos, que no son tontos ni ingenuos, saben que no es así.
¿Una reforma progresiva? Todas las reformas tributarias que se hacen en Colombia (y cada ministro de Hacienda hace por lo menos una) son regresivas. Lo reconoce Cárdenas en cuanto a las de sus predecesores cuando dice que “Hoy nuestros impuestos no contribuyen a reducir la desigualdad, sino que más bien la perpetúan”. Y eso es exactamente lo que harán los suyos en opinión de todos los expertos (a varios los cité en mi columna de finales de octubre, ‘Moscas por el rabo’). Escribió el ministro en El Tiempo hace unos días: “La reforma busca reducir los impuestos sobre el empleo y sustituirlos por impuestos a las utilidades de las empresas”. Se refería a la supresión, que se hizo, de los parafiscales, y al reequilibrador aumento simultáneo de la llamada Contribución para la Equidad, Cree, que no se hizo más que a medias. Porque en su intervención ante los parlamentarios él mismo echó para atrás el anunciado gravamen a los dividendos argumentando: “No hay que exagerar las cargas al capital”. Sería inequitativo.
Con lo cual aparece la ya mencionada ‘equidad’ anunciada por el ministro. Pero la equidad es cosa que puede definirse de varios modos. Es célebre la dicotomía entre el “a cada cual según sus capacidades” y el “a cada cual según sus necesidades”. A algunos les parece inequitativo que paguen más impuestos los más ricos, solo por serlo (aunque ahí está justamente la médula de lo que se llama en todas partes tributación progresiva). A otros, en cambio, les parece inequitativo el mero hecho de que los ricos sean más ricos que los pobres (y menos numerosos). O el de que, como suele suceder, paguen menos. El gobierno explica que si los ricos pagan poco, mediante la evasión, es porque se les cobra demasiado; y que si se les cobra menos pagarán voluntariamente más: de ahí, por ejemplo, el recorte de dos tercios en los impuestos a las herencias.
¿De verdad cree eso la gente del gobierno? ¿No conocen a los ricos? O, pues para el caso daría igual, a los pobres, o a las clases medias. ¿No conocen a los seres humanos? A los seres humanos no les gusta pagar impuestos.
Lo mismo pasa con la prometida creación de empleo. También aseguraron hace diez años, cuando la reforma laboral del primer gobierno de Uribe, que el abaratamiento de los costos laborales por la eliminación del pago a las horas extras y nocturnas generaría 160.000 empleos al año. ¿Los han visto ustedes en alguna parte? Como dije aquí mismo en octubre, el empleo solo se crea cuando se necesita. Los empresarios no gastan lo que ahorran por la supresión de los parafiscales en contratar personal que sus empresas no precisan, sino que lo atesoran o lo sacan del país. Lo que crea empleo es que haya consumo, y en consecuencia sea necesario aumentar la producción. (Que este círculo a la vez vicioso y virtuoso esté acabando con el planeta es otra historia).
Todo esto lo saben perfectamente el presidente y su ministro de Hacienda, porque no son ni tontos, ni ignorantes. Lo que pasa es que son neoliberales. Y entonces están desgarrados entre sus convicciones ideológicas y su necesidad de respaldo político.
Saben que lo que de verdad buscan es el aumento de la inequidad y del desempleo: la concentración de la riqueza y el crecimiento del ‘ejército de reserva’ de trabajadores desocupados (solo se necesita, como se ha hecho, aumentar los cupos de policías y soldados, celadores y guardianes, guardaespaldas y escoltas que cuidan la riqueza concentrada del galopante desempleo). Saben que lo que quieren es eso, pero no lo pueden proclamar abiertamente. Y eso los lleva a decir mentiras: progresividad, equidad, creación de empleo. Suena mejor. Y a lo mejor la gente se lo cree.
Lo dijo el ministro Cárdenas, ingenua o descaradamente, en una entrevista publicada en El Nuevo Siglo en vísperas del voto de la reforma:
-Queremos generar confianza con el nombre de Cree (Contribución para la Equidad: el nombre del impuesto que sustituye los parafiscales eliminados). Por eso le pusimos así, para que nos crean que esta es una reforma positiva.
Yo, por lo menos, no les creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario