Es bueno que Jairo Parada nos
recuerde la lucha que se viene dando desde hace casi un siglo, para que los
gobiernos centrales de Colombia, entiendan que no es buen negocio para la
nación y sus habitantes, la discriminación y la inequidad con la región Caribe.
El economista dice que parece
que los gobernantes de esta parte del país han ido asimilando el asunto y que
deben unirse para trabajar en bloque en contra de esa discriminación…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
La Declaración de
Turbaco
Por: Jairo Parada
Cuando apenas faltan tres años para que se
cumpla un siglo de la creación de la Liga Costeña en 1919, la Declaración de
Turbaco, firmada por los gobernadores del Caribe colombiano, empieza a recoger
nuevamente la bandera de la integración regional, cuyo hito se manifestó en el
Voto Caribe en 2010. Fue reconfortante saber que la nueva cohorte de gobernadores
ha entendido que no pueden enfrentar la problemática del desarrollo regional en
forma aislada, debilitada y mendicante, sin resolver el tema de la creación de
esta palanca institucional necesaria para organizar nuestro desarrollo. Desde
los años 80, con el apoyo de la desaparecida Corelca, se empezó a plantear el
tema de la integración energética, pasando por las propuestas del Sipur en los
70, y luego el papel protagónico que jugó el Corpes de la Costa Atlántica en la
década de los 90. Luego se cayó en el embeleco de dejar morir los Corpes para
crear las RAP, esperando la nueva Ley de Ordenamiento Territorial.
En la primera administración Santos, al fin
se aprobó la nueva LOOT, pero dejando muerta la creación de las Regiones
Administrativas de Planificación, al negarle los recursos para su
funcionamiento. A pesar del Voto Caribe masivo, las políticas de desarrollo
regional no existen, solo ocurren impactos regionales de las políticas y
programas nacionales. Todo se diseña desde Bogotá, se contrata desde allá a
través de operadores nacionales, que llegan a predicar el desarrollo en el
territorio. Se sigue sin comprender que el desarrollo se construye desde los
territorios mismos, pero para ello se necesita crear una fuerte organización
territorial de las gobernaciones y municipios, hoy precarias en la mayoría de
los casos.
Por ello, los dieciséis puntos de la Agenda
de Turbaco son una señal refrescante de retomar lo andado, desde la época del
Sipur y los Corpes. El centralismo en Colombia es una verdadera institución,
hábito de pensamiento, o regla de juego, que afecta al Estado y al mismo sector
privado. Es un nudo gordiano que no permite construir desarrollo desde los
territorios. Parece que al fin los
gobernantes del Caribe han entendido que ellos solos no pueden resolver los
problemas de sus departamentos. Lo que sucede en el sector de energía y
gas es una prueba palpable del fracaso de los entes centralizados como la Creg
y el Ministerio de Minas y Energía. Desde los años 80 del siglo pasado se sabía
que la Costa necesitaba su autonomía energética, contando para ello con
recursos hídricos y minerales. Se hizo lo contrario. Pero la
construcción de una nueva RAP dependerá también de una lucha frontal contra la
corrupción y la necesaria renovación política. Ojalá el proceso de La Habana
desemboque en la territorialización de los programas de desarrollo. De lo
contrario, la Región como entidad territorial se nos seguirá desvaneciendo como
en el pasado.
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