lunes, 24 de agosto de 2015

Tarjeta amarilla para Dilma Rousseff Por: Ramsés Vargas



Le sacan tarjeta amarilla a la señora Rousseff. “La presidenta de Brasil es la más impopular: el rechazo a su gobierno llega a 71 por ciento, y el apoyo apenas es del 10%”.
El rector de la Universidad Autónoma del Caribe, Ramsés Vargas, en columna de El Heraldo, se refiere al tema.

¿Qué pasó con Brasil?...

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@radareconomico1
Tarjeta amarilla para Dilma Rousseff
Por: Ramsés Vargas
2015-08-22

Nada más desgastante para el poder que los mandatos prolongados, ni gobiernos más eternos que los de un presidente desgastado. En América Latina, tras el fin de las dictaduras, se intentaron modelos de transición de coaliciones exitosos en un comienzo, como el chileno, y en las últimas décadas, modelos que propugnan por más Estado que mercado para  salir del atraso.
Brasil lo hizo y fue referente para el mundo. Ecuador lo hace y tiene logros para mostrar al resto de la Región en campos como infraestructura y educación. Pero hoy sus presidentes atraviesan un mal momento por la protesta ciudadana.

El domingo pasado hubo una gran marcha en Sao Paulo, calculada en cerca de un millón de  personas que gritaban “Fuera Dilma”  Rousseff y “Fuera PT (Partido de los Trabajadores)” que de ser el orgullo de Lula Dasilva hoy es sinónimo de vergüenza. La presidenta de Brasil es la más impopular: el rechazo a su gobierno llega a 71 por ciento, y el apoyo apenas es del 10%.
¿Cómo un país que llegó a estar a la cabeza de los BRIC –naciones emergentes en la antesala de llegar a las grandes ligas económicas--  sufre este revés y tiene a su presidenta amenazada de un juicio en el Congreso? El  malestar se veía venir desde antes del Mundial de Fútbol.  Su selección no solo tuvo un mal desempeño sino que las millonarias inversiones no fueron la inyección para sostener el crecimiento. Su economía está en recesión con tendencia negativa hasta el 2017; la inflación podría llegar al 9,2 %, en 2015, y además padece una clase política desprestigiada por los escándalos de corrupción del mensalão y los más recientes sobornos de Petrobras donde han estado implicados dirigentes cercanos a Lula y a la presidenta Rousseff.

Y si algo faltara para alcanzar la tormenta perfecta, Brasil –al igual que Ecuador y países como Colombia—sufre de manera considerable la caída de los precios del petróleo y los efectos de una moneda revaluada por la disparada del dólar. 
 
Por su parte Rafael Correa en el poder en Ecuador desde 2007, se ha visto arrinconado por las protestas de indígenas y sindicatos que se oponen a muchas cosas, como una eventual reelección, a una serie de medidas que pueden implicar más pago de tributos, como la ley de Herencias o la ley de Plusvalía, y a un estilo autoritario que también le ha granjeado enfrentamientos con los medios de su país.
Moisés Naim ha tratado de persuadirnos de que hoy vivimos el fin del poder. Ese fin parece estrechar distancias, en este caso, cuando lo económico y la corrupción se juntan para poner en jaque a un gobierno como el de Rousseff que de momento tiene tarjeta amarilla.

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