lunes, 24 de agosto de 2015

Quién gana y quién pierde con el 'tsunami' del dólar Por Ricardo Ávila, de Portafolio



La semana, cuando el presidente de Davivienda, Efraín Forero señaló: “A planear con dólar entre 2.800 y 3.200”, pensé que la divisa norteamericana NO llegaría a ese techo.
Pero, lo sobrepasó, y siento que la sorpresa llegó a los escritorios, celulares y portafolios de los empresarios más importantes del mundo.
¿Es bueno que eso esté pasando?
¿Le conviene eso a los Estados Unidos?
Hay muchos interrogantes.
Ricardo Ávila, de Portafolio, escribió algo sobre el tema.

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Quién gana y quién pierde con el 'tsunami' del dólar
Por Ricardo Ávila, de Portafolio
A pesar de la devaluación del peso colombiano, las perspectivas de crecimiento son positivas.

Cuando a comienzos de este mes Jorge R. recibió la invitación que le hizo una multinacional para asistir durante dos días a una reunión en Miami, este gerente de mercadeo en una compañía importante decidió que no se quedaría a disfrutar del fin de semana en la capital del sol. “Mejor me ahorro esa platica”, me dijo con un guiño. (Expertos explican cómo le afecta la subida del dólar).
La cuenta que hizo es muy sencilla: en 12 meses el dólar ha subido más de un 60 por ciento o cerca de 1.200 pesos con respecto a su nivel de hace un año. Tal como lo señaló el columnista Mauricio Cabrera unos días atrás, si durante un lapso considerable los colombianos se acostumbraron a utilizar la tabla del dos, ahora necesitan desempolvar la del tres a la hora de sacar la equivalencia entre la moneda nacional y la estadounidense. (Lea también: Los que ganan y pierden con el dólar caro)
El salto de la devaluación tomó por sorpresa a más de uno, comenzando por los expertos. Aun quienes pronosticaban un ajuste cambiario considerable veían improbable que se rompiera el récord establecido en 2003, cuando llegamos a los 2.968 pesos. No obstante, el viernes el billete se alcanzó a negociar en 3.150 pesos en el mercado oficial.
 
LAS RAZONES DEL SALTO
¿Qué hizo que se pulverizara la marca anterior en apenas un par de sesiones? La explicación principal es lo ocurrido con los precios del petróleo, que en junio se volvieron a descolgar y cerraron la semana apenas por encima de los 45 dólares por barril en el caso de la variedad Brent, que es la que nos concierne.
En contra de las apuestas en el sentido de que los productores de hidrocarburos con mayores costos cerrarían la llave, el crudo sigue fluyendo. Debido a ello, la oferta supera con creces la demanda y los inventarios del combustible son cada vez más cuantiosos.
Y eso les pega a las cuentas externas de Colombia, pues este renglón representa el 55 por ciento de nuestras exportaciones y disminuye el apetito de emprender nuevos proyectos en este ramo. Un dato elocuente sobre lo que ha pasado es el déficit que tenemos en la balanza comercial, que da el saldo del intercambio con el resto del mundo. Según lo reportó el Dane, el saldo en rojo con corte a junio llegó a 6.717 millones de dólares, cerca de seis veces la brecha observada en igual periodo de 2014.  
 
Si a ese faltante se le agrega que la inversión extranjera se ha reducido en forma importante y que la economía ya no tiene la misma velocidad de antes, es fácil entender por qué no despertamos el entusiasmo de otras épocas. Una división del banco JP Morgan nos ubicó en el grupo de países emergentes frágiles, mientras que el margen de riesgo de los bonos públicos se ha incrementado en los mercados internacionales.

Para completar el panorama, el ambiente global se ha deteriorado. La semana que acaba de terminar vino acompañada de descensos significativos en los precios de las acciones, desde Shanghái hasta Wall Street. La desaceleración de China y la situación política en Grecia no son buenos augurios sobre lo que viene, por lo cual los capitales están buscando refugios más seguros.
En ese contexto, vale la pena recordar que no estamos solos. Pocos colombianos saben que el tenge en Kazajistán tuvo un bajón del 25 por ciento frente al dólar el jueves, después de que el banco central de la ex república soviética decidiera dejarlo flotar libremente. También el dong vietnamita perdió terreno, como el rand sudafricano o el real brasileño, entre una larga lista de monedas.
En todos los casos, las causas son parecidas, así la intensidad del sismo cambiario no sea la misma. Por ejemplo, mientras en lo que va del año el peso ha retrocedido 30 por ciento, el sol peruano ha caído 10 y el peso mexicano, 15 por ciento.

¿BUENO O MALO?
Ante lo sucedido, las opiniones son múltiples, dependiendo de a quién se le pregunte. Entre los economistas, el consenso es que hay una realidad distinta, que no está exenta de complejidades. “El precio del petróleo pone nuestros pies, de nuevo, sobre la tierra”, señala Armando Montenegro.
Todo indica, entonces, que quedaron atrás los días en los cuales el salario de un profesional en pesos, medido en dólares, parecía acercarse al que tenían personas en lugares con mayor desarrollo, o que el valor de la finca raíz en Bogotá se acercara al de ciertos vecindarios de Nueva York. Eso para no hablar de quienes sostenían que irse de vacaciones a Estados Unidos o Europa resultaba equivalente a lo que valía descansar en Cartagena.
Y aunque esa circunstancia golpea en particular a la clase media, que tuvo acceso a más bienes y servicios externos por cuenta del peso fuerte, el balance tiene que ser más amplio. José Antonio Ocampo señala que “con la sobrevaluación Colombia había perdido una de sus grandes ventajas competitivas: la diversificación de su aparato productivo. Ahora llega la oportunidad para recuperar esa ventaja”.
 
Bajo esa lógica, la brecha externa empezará a cerrarse tarde o temprano. Al mismo tiempo la agricultura y la industria nacionales empezarán a ver reverdecer sus laureles, algo que ya comienza a notarse en las estadísticas más recientes. En junio, las manufacturas retornaron al terreno positivo y sus ventas subieron 3 por ciento en términos reales.
Quizás el riesgo inmediato más significativo es la inflación. El alza en el costo de los bienes importados comienza a ser el factor que más influye para que la canasta familiar esté subiendo por encima de la meta fijada por el Banco de la República y se ubique en el 4,5 por ciento anual. (Lea también: Empresarios, en alerta por posible alza de la tasa de interés)
Sin embargo, el Emisor mantiene la calma. Tras la reunión de su junta directiva el viernes, en la que se decidió dejar estable la tasa de interés que la entidad les cobra a los que tienen acceso a sus recursos, el comunicado oficial sostuvo que “los choques temporales de precios se revertirán”, así se acepte que el retorno a la senda establecida tomará algún tiempo.
Y la tranquilidad expresada no es un asunto menor. Como bien lo dijo un artículo publicado en el The Financial Times hace unos días, asociar el nivel del dólar a la fragilidad de una economía emergente en particular sería una equivocación.
De hecho, el escrito considera los casos puntuales de Rusia y Colombia –afectadas ambas por el huracán petrolero– para concluir que su suerte es bien diferente. Mientras en Moscú las autoridades se han visto forzadas a tomar medidas que han acentuado la recesión que ha golpeado la calidad de vida de la población, en Bogotá todavía las perspectivas de crecimiento son positivas, así se hayan recortado.
Como consuelo nos queda que el pronóstico cercano al 3 por ciento para este año supera con creces el promedio latinoamericano de 0,5 por ciento. Si bien las expectativas de los consumidores se han deteriorado, el desempleo sigue bajando y programas claves como la ambiciosa inversión planeada en infraestructura empiezan a volverse realidad.
LA VOZ DE LOS EMPRESARIOS

Que el nuevo escenario deja ganadores y perdedores es algo sobre lo cual no hay duda. César Caicedo, presidente de Colombina, señala que “el tema del dólar nos conviene porque somos grandes exportadores”.

Así mismo, Ernesto Fajardo, de Alpina, anota que “la mayoría de nuestros componentes son nacionales y una pequeña parte, cerca del cinco por ciento, es internacional”. Agrega que “aunque hay un pequeño ajuste en el costo, la devaluación es mucho más beneficiosa”. (Lea también: Empresarios le sacarán partido al dólar alto con más productividad)
Igualmente, floricultores y cafeteros han visto una mejora radical en su situación. En lo que atañe a los cultivadores del grano, el aumento de la cosecha a más de 13 millones de sacos este año, combinado con un precio de la carga que está en 800.000 pesos debido a la tasa de cambio, llevará a que el valor de la cosecha en 2015 sea de unos 6 billones de pesos. Tal circunstancia impactará positivamente a más de medio millón de familias cultivadoras.
 
En la lista de beneficiados hay que agregar los miles de hogares que reciben remesas del exterior, cuyo monto supera los 4.000 millones de dólares anuales. Un incremento en el número de turistas venidos de afuera también es predecible, de acuerdo con el Ministerio de Comercio.
La otra cara de la moneda la representan los importadores. Almacenes especializados en marcas de lujo han comenzado a cerrar sus puertas, al igual que locales en los sanandresitos, como lo mostró un informe de Portafolio esta semana.
Más de uno busca acomodarse. “Los precios de los licores que se traen del exterior se han incrementado al consumidor, pero la tarea es hacer esfuerzos comerciales para promover los portafolios mostrando las bondades de los producto más allá del valor, mientras el consumidor se acomoda a la nueva realidad”, dice un vocero de Pedro Domeq.
Igualmente, están quienes han sacrificado márgenes e, incluso, están vendiendo a pérdida, para no perder cuota de mercado. “Estamos aguantando el chaparrón como sea”, sostiene el representante de una conocida marca de vehículos.
Lo que nadie tiene claro, sin embargo, es cuánto va a durar ese chaparrón o hasta dónde puede llegar la devaluación. Por ahora hay una clara tendencia alcista que posiblemente lleve el dólar a nuevos máximos en el corto plazo, aunque estrictamente no hemos llegado al punto de 2003. Mauricio Cabrera señala que si se hace el ajuste de la inflación acumulada, el cambio de esa época equivaldría hoy a algo menos de 5.000 pesos.
Para no entrar en cábalas inútiles sobre lo que viene, es bueno recordar que los especialistas también sostienen que eventualmente retornará la calma. Y cuando el desfase en las cuentas externas que tiene Colombia empiece a solucionarse a las buenas o a las malas, la tasa de cambio tenderá a ubicarse en un nivel de equilibrio que los estudiosos ubican en cercanías de los 2.600 pesos. Pero ninguna persona con más de dos dedos de frente se atreve a dar una fecha precisa.

Ricardo Ávila
Director de Portafolio
@ravilapinto

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