lunes, 6 de julio de 2015

Cómo nos duele la pobreza del Caribe y Pacífico Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa, es bien reconocido en la región Caribe. Y también en Colombia.
Lo que comenta el exgobernador en esta columna, aquí en el diario La República, es compartido por gran parte de los ciudadanos conscientes de esta parte del país.

Yo soy uno, que piensa que los gobiernos han sido injustos con la región Caribe y sus habitantes. Y le deben un montón de beneficios. Así como lo expresó Eduardo Verano: "Cómo nos duele la pobreza del Caribe y Pacífico", así lo sentimos nosotros. Y cómo nos duele, ¡carajo!

El resto del país no ha sido solidario con estas dos regiones...

Vamos a leer a Verano...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1

Cómo nos duele la pobreza del Caribe y Pacífico

Eduardo Verano de la Rosa
El fin principal de la Región Caribe debe ser la reducción de pobreza, superar la gran desigualdad y cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio: pobreza, 28,5% y pobreza extrema, 8,8%.
El Dane, en 2014, evidencia nuestra triste realidad de pobreza en el Caribe que obliga a insistir en el cambio de modelo de organización territorial del país. Las regiones deben asumir, con autonomía, el manejo de su desarrollo económico y social como lo ordena la Constitución del 91.
Las cifras son ofensivas: el Caribe tiene 10 millones de habitantes, 21,5% de la población nacional, de los cuales 2,3 millones viven en estado de “pobreza extrema”, que representan 46% de todo el país. Es una realidad injusta e inhumana.
La Región Caribe tiene 4,5 millones de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) de las 13 millones que hay en el país, es decir, 35%. La pobreza, está concentrada en el Caribe.
Mientras Bogotá tiene 10% de pobreza y solo 1,8% de pobreza extrema, en la Región Caribe hay departamentos como La Guajira con 65%, Sucre con 54% y Bolívar con 46% de NBI, entre tanto, la media nacional es 27%. La “pobreza extrema” en La Guajira es 47%, Córdoba 30%, Bolívar 23%, Sucre 26% mientras la media nacional no llega a 10%.
El Caribe colombiano tiene 516.000 hogares en pobreza extrema que representan 38% del país.
Las cifras de pobreza en Colombia han bajado en 15 años de 56% a 34%, pero las características territoriales son inequitativas: el interior del país ha mejorado y la pobreza y miseria se concentran en el Caribe y Pacífico. La desigualdad aumenta. Mida como se mida el Caribe y el Pacífico están muy lejos de la media nacional y el consuelo y la explicación centralista es que las cifras han empezado a bajar. ¿Se refleja en la gente?

El análisis de la macroeconomía por parte del Dane se ha sofisticado. Calculan los ingresos per cápita, las líneas de pobreza y dan como resultado los indicadores de pobreza y desigualdad y los relacionan con el crecimiento económico. La línea de pobreza resalta la capacidad económica para adquirir una canasta de bienes alimentarios y no alimentarios que permiten un nivel de vida adecuado. La gente en línea de pobreza extrema no tiene cómo adquirir alimentos que permitan la ingesta de vitaminas, proteínas y la minuta básica para el sostenimiento de la familia promedio de cuatro  personas. La economía crece sin resolver problemas estructurales básicos de acumulación de riqueza y concentración de ingresos.
 
Colombia ha reducido la pobreza por los esfuerzos directos del Gobierno Nacional, al atacar las variables con las que se mide. Hay técnicos que atribuyen la mejora a cambios de metodología y otros consideran que es efecto del asistencialismo y los subsidios que “maquillan” las cifras.
No ha habido una mayor redistribución del ingreso y Colombia se mantiene en el puesto 14 de los países más desiguales del mundo, entre 138.
 
Debe ser nuestra responsabilidad institucional reducir la pobreza y la miseria en las regiones. Hay que crear cadenas generadoras de valor que sean incluyentes y que proporcionen empleo real y permanente a los más vulnerables, solo así se consolidará la democracia regional. Más educación y alimento garantizado para nuestros niños.
Los proyectos y programas dirigidos y orientados por el Gobierno Central nunca tendrán los resultados que nuestra dignidad exige. Hay que redistribuir el ingreso, cerrar la brecha rural y urbana y acabar con la inequidad entre regiones. La tarea debe empezar ya.

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