domingo, 6 de marzo de 2011

Las argucias de un empresario evadido, por Norvey Quevedo


Vivir en medio de la mentira, el “embuste”, la ostentación y la opulencia debe ser incómodo. Sobre todo, cuando al ser humano se le cae la “estantería”…
¿Qué estará pensando en estos momentos Luis Germán Osorno?
¿Creerá que se podrá salir con la suya? 
Yo tenía un compañero de estudio que era parecido. Él consideraba que su inteligencia le daba para hacer maravillas y lo vimos “corriendo”.
Definitivamente, el honor vale más que un montón de millones.
Lean esta historia escrita por el colega Norbey Quevedo, en El Espectador, y remitida al RADAR por uno de nuestros corresponsales más inquietos, que me escribió diciendo:Espero no interrumpirte el guayabo del sábado de carnaval que en realidad se padece el domingo. Te hago llegar esta investigación de Norbey Quevedo de El Espectador porque me pareció del carajo…” Él sabe que el RADAR no descansa... informa permanentemente, aunque estemos en medio de los CARNAVALES. Gracias por su detalle. Nuestros lectores lo agradecen y bastante.

LuisEmilioRadaC
Pd: Las argucias de un empresario evadido
 
Las argucias de un empresario evadido  

Por: Norbey Quevedo H.
Con cifras falsas logró que cuatro bancos le prestaran $111 mil millones. Hoy vive en Miami y dice que no puede venir porque está enfermo.




Foto: Cortesía revista 'Semana'
Osorno Calero, administrador de empresas caleño hoy en la mira de la justicia.


El 29 de julio de 2005 la empresa Molinos del Cauca acudió a la Superintendencia de Sociedades en busca de un acuerdo de reestructuración de deudas para superar su crisis económica. Lo que encontró la entidad estatal no sólo dio para negar la petición, sino para que cuatro bancos emprendieran una cruzada a fin de recuperar sus dineros y llevar a prisión al responsable de la millonaria estafa. El problema es que el causante de la defraudación vive hoy en Miami y alega que no puede venir a responder a Colombia por un cáncer en la piel.

La compañía, domiciliada en el municipio de Santander de Quilichao (Cauca), nació en 1996 con el propósito de comercializar maíz, fríjol, soya y aceites crudos y refinados. En tal sentido, con el paso de los años fue desarrollando una actividad industrial con aparente crecimiento y solidez financiera. La prueba es que entre 2001 y 2005 logró que tres bancos y una corporación financiera le prestaran altas sumas y le otorgaran amplios cupos de crédito. Lo que vino a saberse después fue que esa confianza estuvo soportada en información falsa.

La primera en detectarlo fue la propia Superintendencia de Sociedades, que al evaluar la petición de Molinos del Cauca de acogerse a la ley 550 de 1999 (ley de reestructuración económica), detectó serias irregularidades de tipo contable, razón por la cual ordenó una toma de información y casi de inmediato la liquidación obligatoria de la sociedad. Cuando esta última decisión se adoptó, la empresa presentaba un patrimonio negativo de $34.456 millones. En ese momento se pellizcaron los bancos y entraron en estado de pánico.

En resumen, el Banco Santander le desembolsó $9.829 millones, Bancolombia S.A. y Corfinsura le prestaron $19.365 millones, Corficolombiana le otorgó un significativo cupo de crédito que permitió un endeudamiento total de $2.139 millones. Hasta el Banco Agrario creyó en Molinos del Cauca y lo favoreció con uno de sus programas. Un informe del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (CTI) calculó en $111.493 millones la cifra de dineros recibidos por la empresa a través de créditos cíclicos que se fueron renovando.

 
 ¿Y cómo lo hizo Molinos del Cauca? Según la Fiscalía General de la Nación, presentando en sus estados financieros un flujo de caja que no reflejaba en forma fidedigna la situación económica de la empresa. En otras palabras, con cifras falsas e inexactas producto de hábiles maniobras. Por ejemplo, las cuentas por cobrar estaban sobredimensionadas, los inventarios sin actualización de costos, los activos diferidos a años anteriores y se incluyeron algunos bienes que no estaban escriturados o cuya transacción no se había cerrado.

Fue tan evidente la defraudación, que apenas una semana después de que el abogado Mauricio Pava interpuso la denuncia en la Fiscalía en representación de los bancos, el ente acusador abrió investigación contra 13 altos empleados de la sociedad Molinos del Cauca. No se necesitó mucho tiempo para que el caso fuera tipificado como una estafa agravada, en concurso con los presuntos delitos de falsedad ideológica en documento privado y aplicación fraudulenta de crédito oficialmente regulado. Sumadas, las conductas daban para máximo 17 años de prisión.

Pero de los 13 investigados, la Fiscalía precluyó en favor de nueve y el 31 de marzo de 2010 ordenó enjuiciar a cuatro de ellos. El presidente ejecutivo y representante legal, Luis Germán Osorno Calero; el revisor fiscal, Rodrigo de Jesús Palacio; la revisora fiscal suplente, Yolanda de Jesús Vanegas, y la contadora, Clara Isabel Rodríguez. A los ocho meses, los tres últimos, por principio de oportunidad, aceptaron su responsabilidad, prometieron colaborar con la justicia y firmaron un acuerdo con la Fiscalía para rebajar sus condenas.

En cambio con Luis Germán Osorno Calero, el principal responsable de la estafa, el asunto no ha sido fácil. A pesar de la contundencia de las pruebas en su contra, sigue diciendo que es falso que se hayan alterado los estados financieros y respecto a los equivocados inventarios, cuentas por cobrar, inversiones o cargos diferidos que deformaron los balances de la sociedad, su excusa ha sido que dichos asientos contables le correspondía establecerlos a la contadora. La Fiscalía concluyó que son argucias cohonestadas por él mismo.

Pero el problema mayor es que no ha sido posible que Luis Germán Osorno responda ante la justicia. De hecho, dos días antes de que la Fiscalía ordenara su enjuiciamiento, desde Miami (Estados Unidos) envió una carta solicitando permiso para permanecer fuera de Colombia por tiempo indefinido, argumentando que debe continuar con un tratamiento médico pues actualmente padece de un linfoma cutáneo, que dicho de otra forma, es un cáncer que se inicia en el tejido linfático. Su petición llegó acompañada de un diagnóstico médico que detalla su tratamiento semanal.

Ante esta disyuntiva, el abogado de los bancos defraudados decidió solicitar a la firma especializada M.D. Forensis Consultants un dictamen pericial. El documento fue elaborado por el médico cirujano y ex director de Medicina Legal Máximo Alberto Duque, quien concluyó que si bien la enfermedad descrita se debe al crecimiento maligno de células linfoides, es un mal de muy lento desarrollo que puede ser curado en su etapa inicial. Por eso, añadió el experto, no impide el desempeño normal de actividades cotidianas y laborales.

Además, expuso el médico Duque, Colombia cuenta con especialistas en dermatología y oncología que pueden tratar con éxito la enfermedad, y en la actualidad no hay reporte que indique que el paciente deba estar hospitalizado o presente complicaciones. Es más, el diagnóstico de abril de 2010 advirtió que incluso si la persona llegara a estar privada de la libertad podría continuar con el tratamiento de manera ambulatoria. Es decir, que la atención de salud no sería incompatible con las actividades de un interno en un centro carcelario.

Se va a cumplir un año de este concepto y Luis Germán Osorno sigue tranquilo por las calles de Miami. Las entidades financieras defraudadas insisten en que cayeron en una trampa, y que no sólo fueron víctimas de un delincuente de cuello blanco, sino que también se arrasó con el patrimonio de microempresarios, pequeños comerciantes o proveedores de menor calado. En criterio de la Fiscalía, lo que hizo Osorno fue vulnerar el interés jurídico de la fe pública y configurar una millonaria estafa que básicamente tumbó a cuatro bancos.

Y para que no queden dudas de que el administrador de empresas Luis Germán Osorno está metido en la grande, el pasado 12 de enero una delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá confirmó la resolución acusatoria en su contra, mientras sus antiguos compañeros, tras la aceptación del acuerdo de colaboración, desde el pasado jueves ofician como testigos en su contra. Pero Osorno, por ahora a salvo de las cuentas pendientes de los bancos y de la justicia, insiste en que está enfermo de la piel y que sólo se puede curar en Miami.


Un oscuro administrador de empresas

Luis Germán Osorno Calero es un administrador de empresas de 59 años nacido en Cali. Es graduado en la Universidad de Florida del Sur, en Tampa, tiene estudios de magíster en administración de empresas de la Universidad de Loyola, de Los Ángeles, en California (Estados Unidos).

Trabajó durante 25 años en la organización Gravetal de Medellín, donde llegó a ser gerente general. Después se vinculó a la empresa Molinos del Cauca S. A., donde oficiaba como presidente ejecutivo y representante legal. Por sus conocimientos, a él directamente se le imputan  las conductas ilegales.

Según la Fiscalía, por su posición jerárquica en la empresa era claro que tenía capacidad decisoria y por eso se le atribuye responsabilidad por ocultar las pérdidas en que estaba incurriendo la empresa para simular su situación financiera. Por eso la Fiscalía sostiene que las falsedades fueron auspiciadas por Osorno Calero.

La posición de los bancos

Según los bancos defraudados, la conducta del administrador Luis Germán Osorno tiene mayor gravedad por su posición distinguida en la sociedad, su grado de ilustración, su cargo y su boyante situación económica. Además, sus hábiles procedimientos demuestran que su trama criminal funcionó a la perfección y se hizo a través de “burdas mentiras”.

Las maniobras de Osorno Calero y demás investigados de la extinta empresa Molinos del Cauca defraudaron al Banco Santander, el Bancolombia, el Banco Agrario, Corfinsura y Bancoldex. Además de estas entidades financieras, los bancos creen que también fue inducida a error la Superintendencia de Sociedades.

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