Los contratos que maltratan las finanzas colombianas.
En este trabajo José Roberto Acosta habla de lo que está sucediendo en parte de acuerdo a las contrataciones que se presentan en el país.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El Titanic de la infraestructura
Empiezan a evidenciarse los problemas financieros y de corrupción que, desde tiempo atrás, se advirtieron sobre el desarrollo de las necesarias obras de infraestructura.
Por José Roberto Acosta
Después del fiasco en que
resultaron los anticipos dados por el Estado a los contratistas para que
adelantaran las obras ante la falta de capital propia de estos (caso Nule), se
dijo que se eliminarían los anticipos de la estructura contractual. Sin
embargo, lo que realmente pasó es que sólo sufrieron una metamorfosis,
entregándose ahora bajo la figura de créditos por entidades financieras con
capital público como el Banco Agrario y la Financiera de Desarrollo Nacional
(FDN).
El sospechoso crédito que el
Banco Agrario desembolsó al consorcio Navelena, de la corrupta Odebrecht, es
sólo la punta de un iceberg que amenaza con hundir el Titanic de la
infraestructura, pues mientras el dinero público apostado en el Banco Agrario
es de $2,2 billones, la apuesta de los colombianos en la FDN es de $3 billones,
y todo en infraestructura.
La FDN tiene socios extranjeros
que, aunque sólo le apuestan $250.000 millones, son los que mandan, pues tienen
derecho a veto sobre decisiones de su junta directiva. Es decir, los
colombianos ponen el billete, pero los que mandan son los extranjeros. Entre
ellos el banco japonés Sumitomo Mitsui, de quien hoy depende el cierre
financiero de Navelena, pero que es probable que se corra y, de carambola,
ponga en riesgo la recuperación del cuestionado préstamo que otorgó el Banco
Agrario por $120.000 millones.
Por cuenta del pedacito de
socios extranjeros en la FDN, ésta se rige por la jurisdicción privada,
sirviéndole, por ejemplo, para tener en secreto los términos de referencia de
créditos y contratos de obra que nada ayudan a la transparencia, como es el
caso del metro de Bogotá.
Y como el hambre de recursos
públicos para financiar infraestructura ha sido insaciable, se han sumado a
esta fuente de créditos de “fomento” para unos pocos privilegiados, los
recursos de los fondos privados de pensiones que, por cuenta del decreto 1385
de 2015, corren el riesgo de ser objeto de autopréstamos, recordados por ser el
combustible de los peores desfalcos financieros de nuestra historia.
La burbuja de la
infraestructura mostró su debilidad por el lado financiero, lo suficientemente
complejo como para que no lo entiendan los ciudadanos y no sea fácil
fiscalizarlo. Confunde y reinarás.
@jrobertoacosta1
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