martes, 23 de febrero de 2016

¿Qué sigue? Por: Fernando Arteta



Las chuzadas… La confiabilidad… leamos a Fernando Arteta, hablando del tema.

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1


Sábado 20 de Febrero de 2016 - 12:06am
¿Qué sigue?
Por: Fernando Arteta

Cuando hablamos de algo confidencial, estamos refiriéndonos a situaciones que requieren tratamiento secreto porque su divulgación traería posteriores consecuencias que afectarían negocios, acuerdos comerciales, familiares y hasta relaciones internacionales que, precisamente por haberse acordado privadamente, de verse expuestas romperían con un orden preestablecido en las relaciones entre la gente.

Ahora bien, existen métodos y sistemas para lograr conocer y sacarle provecho al conocimiento de estos secretos de Estado, de marcas, de negocios, de fórmulas y hasta de relaciones conyugales e infidelidades que, a pesar de ser restringidas por ley, son a veces aceptadas por una sociedad permisiva que está pendiente de conocerlos por su potencial impacto directo en algunos.

Es lo que ha pasado hasta ahora con las interceptaciones de todo tipo, por las que unos están presos o perseguidos por la Interpol, y otros, paradójicamente, se convierten en héroes y reivindicadores de verdades obtenidas, en todo caso, ilegalmente.

Hoy se nos viene encima el uso abusivo de estas interceptaciones.
Veamos: Son frecuentes en la intimidad conversaciones, de verdad íntimas, en las que el diálogo o el monólogo entre la pareja, o con la pareja, es fuerte, procaz y hasta ridículo. En el mismo trámite de la conversación somos capaces de sonrojarnos por el tenor de los comentarios que son, casi siempre, expresamente pedidos o tácitamente aceptados y bien recibidos. Cuando se tiene la oportunidad –buscada o casual– de enterarse de intimidades de parejas hetero, homo o bisexuales, a muchos les entran las ganas de regar la bola y convertir la experiencia compartida o presencial en cuentos públicos que pueden llegar a afectar el buen nombre de los protagonistas y dejan al locuaz cuentero como un vulgar chismoso. Eso pasa con frecuencia y normalmente lo hacen tontos personajes buscando equivocadamente prestigio entre su círculo.

Viene lo peor, si el chisme está soportado con documentos gráficos obtenidos sin el conocimiento de sus, o alguno, de los protagonistas, se convierte en una bellaquería que no tiene perdón de nadie. No hay ninguna justificación para divulgar las frases o los comentarios y menos las imágenes de personas, cualquiera sea su preferencia, que expresan como les dé la gana sus deseos físicos y sus pasiones a puerta cerrada, sin perjudicar a nadie. A pesar de que se argumente la búsqueda de otros resultados, no hay duda de que la principal finalidad es hacerles daño a esas personas irrespetando su honor, su intimidad y los derechos de la infancia y de la juventud de sus familias.

Me gustaría ver cómo se sentirían ellos después de que media humanidad los viera en YouTube tan solo aseándose después de haber utilizado el sanitario. “Es sabio no hablar de un secreto y honesto no mencionarlo siquiera”.



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