El mensaje que envió en su
columna en el diario El Tiempo hoy, es el que muchísimos colombianos
quisiéramos escribir. Lo hizo ella, pero seguro que muchos, muchos quisieran
haberlo escrito ellos. Es que lo dice Paola es muy justo: “No es justo que los que más evadan sean los que más
ganan, mientras la clase media se revienta los bolsillos pagando un IVA más
alto a cambio de nada. Primero demuestre que el Gobierno es capaz de ofrecer un
buen servicio de salud o una excelente educación que justifique los mayores
impuestos. Pero no nos metan cuento: todos sabemos que seguirán recibiendo la
misma pobre educación y nefasta salud que provee el Estado colombiano a los más
llevados y necesitados.
Busque a los más
adinerados, busque sus paraísos fiscales, busque sus cuentas en el exterior,
sus fundaciones, empresas en liquidación y cooperativas. Y termine, por favor,
con las exenciones de impuestos a los más poderosos. En sus manos está acabar
con la desigualdad en Colombia”.
El mensaje es claro presidente
Santos…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
No nos crean tan pendejos
Señor Ministro de Hacienda: la
enfermedad no está en las sábanas.
12:42
a.m. | 11 de enero de 2016
Son el undécimo y duodécimo
mandamiento en algunos medios: no perseguirás ni el adulterio ni la evasión de
impuestos. Dos temas vetados en las salas de redacción de los impresos, que
tienen prohibido meterse con las mozas de los políticos y con las maniobras de
los ricos para no pagar impuestos. Maniobras que, dicho sea de paso, se
concentran en tres trucos legendarios: sociedades en paraísos fiscales,
sociedades de familia y entidades sin ánimo de lucro.
La primera es la estrategia de todos
los grandes millonarios: sociedades en Panamá, Delaware, islas Caimanes y
Vírgenes Británicas. Dulces paraísos fiscales donde la plata queda escondida y
desvanecida como por arte de magia; estupendas sociedades para inventarse
deudas, consultorías o regalías.
Así se prestan plata a sí mismos con
sociedades desde afuera, como lo hizo Víctor Maldonado con el Fondo Premium de
Interbolsa en Curazao. O se venden las marcas de sus empresas a sociedades en
el exterior para pagarse cuantiosas regalías que les permiten sacar la plata
del país sin pagar un peso de impuestos, como lo hacen docenas de empresarios
colombianos.
La segunda es la clásica: se compran
casas, apartamentos de recreo, rentan aviones y adquieren carros de lujo en
forma de ‘leasing’ por parte de una sociedad familiar, como lo hicieron los
primos Nule en el tinglado de la contratación de Bogotá. Y registran como
gastos el viajecito a Europa, el crucero por Alaska, la acción del club y hasta
las prepago de la fiesta de fin de año.
O la que está de moda: se compran
seguros que se reaseguran con fondos (cautivas) en Barbados, que manejan ellos
mismos como parte de un esquema tributario para llevar a la contabilidad gastos
fabricados. O se compran yates en Panamá que traen a Colombia sin nacionalizar
ni pagar IVA, como lo hizo Tomás Jaramillo con el yate de su familia.
Eso cuando no crean fundaciones para
pagar menos impuestos o defraudar el erario: Funalcer y Funarko de Julio Gómez,
la Fundación para la Paz de Córdoba de los hermanos Fidel y Carlos Castaño, la
Corporación Democracia de la ‘oficina de Envigado’ o las docenas de fundaciones
en Casanare, Meta, Cesar, Córdoba y Chocó que son fuente infinita de
corrupción, politiquería y de evasión.
O qué tal los negocios disfrazados de
universidades (supermercados de títulos), como la Fundación San Martín, que no
pagan impuestos con el cuentico de que no tienen ánimo de lucro, pero sus
dueños terminan con mansiones en Colombia y Curazao. Como si fuéramos el país
más altruista del mundo, registramos 30 billones de pesos al año en ingresos de
entidades sin ánimo de lucro, uno de los grandes huecos de evasión en esta
esquina del mundo.
Lo mismo pasa con las cooperativas de
trabajo, otra artimaña colombiana para no pagar tributos: Carlos Palacino y
Saludcoop, el zar de los comedores escolares Noel Rodríguez y Abasticop, o el
cartel de corrupción de Caprecom con sus múltiples cooperativas de trabajo.
Como diría un amigo: la mayor parte de los crímenes que financian la política
en Colombia pasan por fundaciones o por cooperativas.
Y la última perla de los más ricos
para no pagar impuestos: el ‘lobby’ que hacen ante las comisiones económicas
del Congreso. Millonarios cheques por debajo de cuerda para conseguir
exenciones tributarias y trato preferencial para sus industrias y productos.
Allí se ven las manos invisibles de los grandes millonarios: cerveza, azúcar,
medios escritos, licores y hasta los dueños de concesiones, gracias a las
gabelas de los últimos años. Como si no fuera suficiente con los 40 billones de
pesos que se van a embolsillar por hacer las carreteras del futuro.
Señor Ministro de Hacienda: la
enfermedad no está en las sábanas. La gran evasión en Colombia no es de los que
ganan 1’300.000 pesos. La evasión en Colombia está en los que más ganan, y por
eso tenemos el título del país más desigual de las Américas y uno de los más
desiguales de todo el mundo. No es justo que los que más evadan sean los que
más ganan, mientras la clase media se revienta los bolsillos pagando un IVA más
alto a cambio de nada. Primero demuestre que el Gobierno es capaz de ofrecer un
buen servicio de salud o una excelente educación que justifique los mayores
impuestos. Pero no nos metan cuento: todos sabemos que seguirán recibiendo la
misma pobre educación y nefasta salud que provee el Estado colombiano a los más
llevados y necesitados.
Busque a los más adinerados, busque
sus paraísos fiscales, busque sus cuentas en el exterior, sus fundaciones,
empresas en liquidación y cooperativas. Y termine, por favor, con las
exenciones de impuestos a los más poderosos. En sus manos está acabar con la desigualdad
en Colombia. Y, si de verdad quiere ser presidente, tiene la oportunidad de
comenzar desde ya a cambiar nuestra historia clasista y rosquera.
PAOLA OCHOA
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