martes, 27 de mayo de 2014

COLOMBIA. Elecciones. Segunda vuelta: hacia una definición histórica Por: Jairo Parada



Jairo Parada llama la atención: el autoritarismo volverá, si no se ponen las pilas los señores de la Campaña Santos-Vargas.
¿Será que con Zuluaga… si gana… se acabará el sueño de la paz?
Vamos a leer a Parada.

RADAR,luisemilioradaconrado@radareconomico1

Martes 27 de Mayo de 2014 - 12:01am 

Segunda vuelta: hacia una definición histórica

Por: Jairo Parada

Las elecciones pasadas reflejan las contradicciones de un país que se debate entre seguir con una institucionalidad con muchos defectos, como el clientelismo y la ‘contratocracia’, y la vuelta al poder del embrujo autoritario de Uribe. Sectores medios y altos creen que la opción ganadora de la primera vuelta  les garantiza más seguridad, la cual se ha deteriorado por la criminalidad urbana creciente. Por igual piensan muchos sectores rurales que añoran la seguridad perdida de hace pocos años, ante los mismos problemas.

La verdad es que la maquinaria política de la Unidad Nacional fue víctima de sus propios vicios, el principal de los cuales es que el elector no se moviliza si no se le da transporte y sancocho. Las chequeras se agotan en marzo, y si no hay una fuerte inyección de recursos de la campaña a nivel nacional, la gente opta por quedarse en su casa. Ello contrasta con la mística y el compromiso de las huestes uribistas, las cuales con sus recursos provenientes de sectores adinerados, sin mayor apoyo estatal, lograron mover a sus electores y lograr el triunfo.

A la maquinaria santista se le evaporaron más de 700.000 votos en la Región Caribe. Si se hubiesen movilizado como en marzo, el triunfo de Santos hubiese sido aplastante. Se olvida así que una de las costumbres de nuestros electores es la de movilizarse a votar con ‘estímulos’. Así han sido educados desde hace décadas por nuestras maquinarias políticas. La democracia vale muy poco para nuestros sectores populares. 
 
Le he preguntado a varias personas por qué no votaron, y la respuesta común ha sido “no voy a gastar $3.200 de los buses en eso”, o “no voy gastar $5.000 en gasolina para mi moto” en ello. También me he topado con la típica respuesta: “Todos son lo mismo”. Esto solo refleja la baja cultura política de nuestro pueblo, pues solo vota un 40 % cuando los estímulos monetarios y en especie no corren a raudales.
Por otro lado, si uno examina la racionalidad del político, él sabe que quien quiera que gane las presidenciales, tarde o temprano tendrá que negociar con ellos.
 
El discurso del triunfo de su primera vuelta del candidato Zuluaga parecía el discurso de prácticamente ya un ganador definitivo. Se focalizó en temas como seguridad, educación, salud, economía rural, etc., y sobre la paz solo dijo que buscaría una paz que beneficiara más al pueblo, afirmación vaga en ese terreno. Se sabe que de triunfar Zuluaga, estas conversaciones no llegarían a ninguna parte, a menos que hubiese un viraje en ese tema, lo cual es muy improbable.
 
Sin duda, los partidarios de la paz y de las conversaciones son mayoría en el país. Sin embargo, las votaciones no se pueden endosar. En el lado del Polo, el sectarismo de Robledo se sentirá, pues su radicalismo lo lleva a pensar que da lo mismo Santos o Uribe. A los del voto en blanco les pasa igual. A muchos sectores urbanos, erradamente, el tema de la paz no les interesa. Piensan que pueden llevar su vida normal diaria, sin tener que ceder un ápice en el tema de la guerra. Sus hijos no mueren en la guerra. 

El embrujo autoritario toca la puerta otra vez.

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