domingo, 26 de mayo de 2013

Una libertad de prensa chirriquitica, por Daniel Samper Pizano

¿Tenemos Libertad de prensa en Colombia?
Seguramente, si eso fuera así, la vida de los colombianos sería bien diferente... Claro que si...

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Una libertad de prensa chirriquitica

Por: DANIEL SAMPER PIZANO

Daniel Samper Pizano
Los últimos tiempos muestran preocupantes restricciones y atentados en Colombia contra los periodistas y la información. 

Como cierto personaje de Quino, la libertad de prensa existe en Colombia... pero cada vez es más chiquita. Ya casi cabe en la palma de una mano, según le ocurría a Libertad, la adorable amiguita de Mafalda. Cercada por violencia, impunidad, leyes que la restringen, ataques de poderosos funcionarios, desproporcionadas amenazas de demandas, abusos de uniformados, grabaciones ilegales y presiones de anunciadores, políticos y propietarios, el círculo de la prensa libre se encoge cada vez más.
 
Los periodistas lo saben. Por eso, una reciente encuesta (Proyecto Antonio Nariño) realizada por institutos y entidades relacionados con la prensa y apoyada por la ONU muestra que la mayoría de ellos (54 por ciento) cree que su seguridad se deterioró en el último año, que se extiende la autocensura en los medios y que entre el 2012 y el 2013 aumentó el indebido control editorial de entidades públicas. También señalan los 707 encuestados que, respecto al 2012, desmejoró el acceso a la información pública y se registran más amenazas de diversas fuentes y más presiones de las autoridades.
 
La encuesta se realizó entre el 4 y el 14 de marzo pasado. Si hubiera tenido lugar en el mes que vivimos, los resultados habrían sido desastrosos, pues en las últimas semanas se estrecharon las amarras que ahogan el derecho a la información. Como dice el analista de medios Mario Morales, “el termómetro de la libertad de prensa ha dado señales de alarma en lo que va corrido de mayo”.
Veamos. Fue asesinado en Cali el periodista de radio Alberto Lázaro del Valle. Atentaron contra el reportero investigador de Semana Ricardo Calderón. Se descubrió un plan para asesinar a los periodistas León Valencia y Gonzalo Guillén y al sociólogo Ariel Ávila. Decenas de informadores están amenazados; 90 andan con guardaespaldas oficiales. 
 
Columnistas críticos como Cecilia Orozco y Ramiro Bejarano enfrentaron diversos ataques o advertencias de personajes objeto de sus críticas. Para completar, se presentó en el Congreso una ley que prohibía la parodia periodística, y la Corte Constitucional aprobó una mal llamada ley de transparencia, que entraña formidable retroceso en el acceso a documentos públicos.
La mayor censura es, por supuesto, la muerte. Desde 1977 han sido asesinados 139 periodistas colombianos. El 90 por ciento de los casos se hunde en la impunidad. En cuanto a amenazas y agresiones, no hay una sola condena (destino diferente al del irresponsable bloguero detenido por amenazar a un hijo del entonces presidente Álvaro Uribe: no critico la medida, sino el agravio comparativo).
 
Finalizará el mes con la sentencia definitiva que va a entregar a los intereses de los funcionarios del Gobierno buena parte de las decisiones sobre publicidad de documentos estatales. La ley de transparencia es un caballo de Troya cabestreado por ingenuos palafreneros, que oculta fulminantes atentados contra el acceso a archivos públicos. La Corte aceptó inexplicablemente que se trasladara a las oficinas administrativas lo que la Constitución reservaba a la ley. Ahora, como dice el jurista Alberto Donadío, “el funcionario define discrecionalmente la razonabilidad, proporcionalidad y necesidad de la reserva”. Él decidirá si suministrar información hace mayor “daño” al país que retenerla y podrá esconder un documento alegando que no está terminado.
Este mayo florido casi nos deja a la altura de Ecuador, Venezuela, Argentina y otras democracias antidemocráticas, que se dan mañas para recortar la libertad de prensa.

ESQUIRLAS. El Procurador dice que prefiere renunciar antes que contradecir su conciencia. Magnífico. Que lo haga. No puede seguir recibiendo homenajes políticos como candidato presidencial fantasma en actos mucho más aparatosos que los que él castiga con destitución inapelable cuando se trata de rivales ideológicos, según ocurrió con el exalcalde de Medellín Alonso Salazar.

Daniel Samper Pizano
cambalachetiempo@gmail.com




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