Pasó hace rato, pero ahora el
gobierno colombiano quiso reparar su error. Y contarle a la comunidad que está
arrepentido por sus cagadas.
Increíble que esto pase en
nuestro país. Que los jueces que ahora tienen bloqueados los juzgados pidiendo
salarios más altos, sean los mismos que definan el futuro de los colombianos.
¡Este caso de Alba Lucía asusta!,
por eso lo registramos en el RADAR.
Debe ser triste y duro que unos
jueces y magistrados que aparentan ser unos tipos estudiosos y serios se equivoquen
así. Es una sociedad injusta, desigual, que discrimina a las mujeres y maltrata
al pobre… en este caso “el aparato
judicial se había ensañado contra una campesina pobre y además víctima de una
agresión sexual”.
¿Dónde estarán esos abogados que fueron parte de esa masacre sicológica?
¿Dormirán bien?
¿Serían capaces de mostrar sus
rostros?
RADAR,luisemilioradaconrado
En Abejorral, el Estado le pide perdón a Alba Lucía
Su hijo murió en el parto y por versiones de un fiscal y un médico fue condenada, injustamente, a 42 años de prisión.
Por GUSTAVO OSPINA | enviado especial a Abejorral | Publicado el 16 de noviembre de 2012La misma justicia que hace quince años la condenó, ayer le pidió perdón. Y el mismo pueblo que un día le gritó a coro "asesina, asesina", ayer se postró ante su inocencia. Pero Alba Lucía Rodríguez Cardona prefirió callar, a ratos se dejó llevar de la emoción y lloró, y finalmente agradeció que en público se pregonara su total inocencia.
Sucedió el 15 de noviembre en la mañana en Abejorral, municipio del Oriente antioqueño, donde en medio de una pertinaz llovizna, la ministra de Justicia, Ruth Stella Correa Palacio , a nombre del Estado, le pidió perdón a Alba Lucía Rodríguez Cardona por haberla culpado, hace 15 años, de la muerte de su hijo en el momento del parto, hecho por el cual un juzgado le profirió una condena de 42 años y 10 meses de cárcel, la máxima hasta ese entonces impuesta en Colombia.
La ceremonia se llevó a cabo en la plaza principal de la fría localidad. Ante Alba Lucía, sus ancianos padres, su familia y varios colectivos de mujeres, la ministra reconoció la inocencia de la mujer y admitió que en su caso se violaron los derechos a la integridad personal, las garantías judiciales, la protección a la honra, la dignidad y la igualdad ante la ley.
"En mi calidad de Ministra me permito manifestarles a Alba Lucía, sus familiares y amigos que el Estado lamenta profundamente los hechos y condena con firmeza las irregularidades en este proceso judicial".
La Ministra de Justicia expresó su deseo porque casos como este no se repitan y por tener un Estado que garantice los derechos de todas las personas sin distingo de su condición social, política o de género.
El silencio de la inocente
Alba Lucía, sumida en sus recuerdos, se sintió incapaz de hablar. Así lo presentía, pues aún el dolor del episodio la embarga, y llegó con una carta escrita, aunque prefirió que la leyera una sobrina.
En ella agradeció los apoyos recibidos, los que condujeron a la revisión de su caso y al acto de reparación del que era objeto.
"Me invade el dolor sufrido en mi proceso. Estoy aquí ejerciendo mi libertad porque tuve personas de mi familia y del movimiento social de mujeres, lideradas por la Red Colombiana por los Derechos Sexuales y Reproductivos, que creyeron en mí", dijo.
Añadió que había perdido la fe en una justicia conformada por funcionarios que la acusaron todo el tiempo sin oír ni considerar sus argumentos. Pero al conocer a su abogada, María Ximena Castilla, se dio cuenta de que podía confiar en alguien. Y que un día la justicia llegaría para sacarla de prisión, lo que al final se dio.
En medio de los aplausos de la multitud, de abrazos, una obra de teatro en su honor y las canciones de la artista Silvia O, una compuesta exclusivamente para ella, Alba agradeció el acto, los ojos se le humedecieron y dijo que espera una reparación integral.
Los hechos
El caso se remonta a abril de 1995. Alba fue objeto de una violación y en el parto perdió a su bebé. Basado en los testimonios de un médico del hospital de Abejorral y del fiscal de la misma localidad, el juez local le profirió condena por infanticidio. La sentencia fue apelada y en segunda instancia el Tribunal Superior de Antioquia confirmó la culpabilidad y le profirió una condena de 42 años y 10 meses de cárcel.
Pero el proceso tuvo implicaciones. Varias organizaciones no gubernamentales y colectivos de mujeres consideraron que además de haber sido una pena excesiva, era injusta. El aparato judicial se había ensañado contra una campesina pobre y además víctima de una agresión sexual. Y el proceso fue llevado ante la Corte Suprema de Justicia, que cinco años después la absolvió de culpas y determinó que no fue Alba Lucía quien provocó la muerte de su bebé sino que tuvo un parto mal asistido, que el neonato se enredó en el cordón umbilical y murió.
En 2002, Alba quedó en libertad y el caso se llevó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, instancia en la que el gobierno colombiano aceptó su responsabilidad en la injusta condena y firmó un acuerdo de solución amistosa con los abogados de la campesina, admitiendo que la mujer "fue sometida a un proceso discriminatorio por su género y su condición social".
Este acuerdo fue firmado en marzo del año pasado y en el mismo, el Estado, a través de Francisco Echeverry , director de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Cancillería, se comprometió a indemnizar a la víctima por los perjuicios morales y materiales y brindarle asistencia social y sicológica.
"Este caso significa mucho para nosotras, porque es el fruto de nuestras luchas, hay muchos casos en los que la justicia es ciega ante los más humildes", comentó Julia Rosa Uribe , de la Ruta Pacífica de las Mujeres.
"Alba Lucía es un símbolo de nuestra historia, siento el dolor de un género (la mujer) millones de veces infinitamente atropellado y espero que actos de injusticia como el suyo nunca más se repitan", advirtió el alcalde de Abejorral, John Jairo Manrique .
Después vino una lluvia de abrazos para Alba Lucía. Aún así dijo pocas cosas, a ratos dejó asomar una que otra sonrisa, pero se veía con su procesión por dentro. Seis años de prisión y los insultos de un pueblo la marcaron para siempre. Apenas empieza la reparación.
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