lunes, 25 de junio de 2012

Río+20 y la locomotora minera: del papel a la praxis, Jairo Parada


Río+20 y la locomotora minera: del papel a la praxis 

Jairo Parada
 
Con la presencia de 20.000 delegados en la Conferencia de Naciones Unidas Río+20 sobre Desarrollo Sostenible, unos 130 jefes de Estado, 191 países, y un estimado de 50,000 personas alrededor de este evento, se realizó del 20 al 22 de junio en Río de Janeiro un intento más de la humanidad de ponerse de acuerdo en como frenar el creciente deterioro ambiental del planeta.
Aunque los partidarios del capitalismo salvaje insisten en negar tal proceso e incluso rechazan la argumentación del cambio climático, materializado hoy en la elevación gradual de la temperatura en el planeta, es evidente que no se puede tapar el sol con las manos.
La idea de la sostenibilidad se empezó a acuñar a partir del famoso libro de Rachel Carson “Silent Spring” en 1962.

Medio siglo mas tarde, parece que la élite económica mundial parece no haber escuchado el mensaje. Sólo interesa el afán de beneficios, más rentabilidad, sin pensar en el bienestar del planeta y de las especies. Hay quienes alegan que el capitalismo llevará el mundo a su destrucción, recordando lo dicho por Marx, cuando afirmó que el último capitalista vendería la soga para ahorcar al penúltimo.

Lo curioso es que el socialismo real de la URSS y Europa Oriental, produjo desastres ambientales y hoy en día, China, con su crecimiento desaforado, es uno de los mayores emisores de CO2 del planeta, alto consumidor de petróleo, carbón y materias primas. No es precisamente un modelo de desarrollo sostenible.

La primera Conferencia sobre Desarrollo Sostenible se celebró en Río hace 20 años. Aunque la conciencia del mundo es hoy día mayor sobre el tema, obviamente el deterioro planetario continúa. En los 80s, la ortodoxia económica neoliberal, amparándose en la recesión mundial generada por las políticas de Reagan y Thatcher, alegó que el la teoría estaba equivocada, no viéndose ningún limite a la expansión desaforada de los mercados.

Desde la Constitución de 1991, Colombia empezó seriamente a construir su institucionalidad frente al tema, con la creación del Ministerio del Ambiente, la ley 99 de 1993 y el defectuoso diseño de las corporaciones ambientales departamentales.

En el pasado gobierno, el tema pasó a segundo plano, pues el huevito de la “confianza inversionista” se impuso por encima de toda consideración ambiental, eliminando el Ministerio. El actual gobierno ha enmendado el asunto, presentó propuestas interesantes en Río +20, pero su locomotora minera sigue desaforada en todo el territorio.

La sociedad civil colombiana se ha tenido que movilizar contra las compañías mineras extranjeras que desean arrasar con los páramos. La debilidad del estado frente a las compañías mineras petroleras y carboneras se refleja en una tributación y regulación débil.

El intento de desviar el Rio Ranchería para extraer carbón de su lecho ya es el colmo. El desarrollo sostenible no se puede quedar en el papel. El Gobierno debe frenar la desbocada locomotora minera. Basta mirar lo que han hecho en el Cesar. Ojalá Río +20 no quede en mas retórica. En Barranquilla, con un Damab que de poco sirve, nos llenaremos de carbón. El Norte lo respirará aun más.

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