miércoles, 11 de enero de 2012

El bien común, por Alfonso Múnera

El bien común

ALFONSO MÚNERA


Desde que eligieron a Campo Elías Terán con 160 mil votos, la votación más alta obtenida por alcalde alguno en nuestra ciudad, desde ese momento, deseé de todo corazón que le fuera bien. No sólo porque si le va bien gana la ciudad y todos los cartageneros, sino, también, porque él representa, para bien o para mal, el ascenso de un negro de origen humilde a la más alta posición y a los más altos honores.

Por supuesto que sé que el color no determina ni la calidad intelectual ni moral de las personas, y que ha habido experiencias terribles con senadores, representantes y alcaldes negros, cuyas actividades criminales han sido de consecuencias profundamente negativas para sus electores.

Pero también sé que si un hombre como Campo Elías Teránelegido en medio de un gran fervor popular, ejerce el cargo con pulcritud y eficiencia administrativa, de manera que impulse el progreso de todos los cartageneros, su paso por la alcaldía será de enorme significación para la comunidad afrodescendiente de Cartagena y del país. Y lo será porque si algo necesita nuestra gente afro es de modelos positivos, exitosos, que ayuden a  superar la baja autoestima, que históricamente tanto mal le ha hecho.

Ahora bien, he mirado con preocupación, y así lo he hecho saber en anteriores columnas, cómo, en la medida en que su campaña arrancó con fuerza, se le unieron toda clase de políticos de pasado oscuro y empresarios con agendas propias. No todos, por supuesto. A su lado hay mucha gente honesta también.

Otros intelectuales y columnistas han, con razón, alertado sobre el nivel de compromisos que pudiera haber contraído el nuevo alcalde, en desmedro de su libertad de actuar y, claro, de los intereses generales de la ciudad.

Es en ese contexto que las declaraciones de Campo Elías acerca de su decisión, “duélale al que le duela”, de aprobar e impulsar el proyecto del señor Carlos Mattos en los terrenos de Chambacú resulta, por decir lo menos, alarmante. Porque no se trata de que el señor Mattos cumpla con los requisitos legales.

Se trata de que construir un puente, pagado con dineros públicos, que una al Cabrero con el proyectado centro comercial y habitacional del señor Mattos en Chambacú no tiene más beneficiarios que sus intereses mercantiles, y además no constituye prioridad alguna en una ciudad tan necesitada como la nuestra. Además de que es perfectamente claro que una ciudad patrimonio histórico de la humanidad no puede desoír las recomendaciones del Ministerio de Cultura en materia de nuevas edificaciones.

No tengo nada en contra de que nuestro alcalde quiera impulsar con entusiasmo los proyectos de sus amigos de campaña. Todos lo hacen en todas las latitudes. Sólo que precisamente por ser de donantes reconocidos está obligado a ser más celoso no sólo en el cumplimiento de la ley, sino, y sobre todo, en proteger el bien común. Es decir, que los intereses personales de los amigos, por muy legítimos que sean, no sean el pretexto para poner a su servicio los dineros sagrados del Estado.

Campo Elías debería saber que así como fue de excepcional su triunfo electoral, así será de consecuencias históricas su buen o mal gobierno. Y lo será, en particular, para los más pobres.
   
*Historiador. Profesor de la Universidad de Cartagena.

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