jueves, 29 de diciembre de 2011

Las historias de Chita, la de Tarzán...

Las historias de Chita, la de Tarzán...

Lass historias de Chita…

¿Será que vivió tanto?
¿Era mona o mono?
¿Le harán un monumento?

Parte de esa historia…
“Luego de la triste noticia de la muerte de Chita, Debbie Cobb, directora del Santuario de Primates Suncoast en la costa de Florida, afirmó que la noticia era falsa ya que la popular mona había sido comprada por sus abuelos y falleció en el año 1938.
Sin embargo, la especialista no cuenta con algún documento que la respalde y lo justificó en que se destruyó en un incendio de 1995. Así también, otros especialistas declararon que es imposible que el animal haya vivido tantos años y que la única excepción conocida es la del Lion Country Safari de Florida donde habita un chimpancé de cerca de 73 años.
Otras versiones de Hollywood indican que el nombre real de Chita era Jiggs o Mr. Jiggs y que murió en realidad en 1938”.

Luisemilioradaconrado
 
Merecido monumento a Chita, la leal amiga de Tarzán que falleció

Daniel Samper Pizano escribió en 2004 en revista 'Credencial' sobre la mona que murió.


¿Quién que las vio podría olvidar aquellas escenas en que Tarzán y Jane se bañan semidesnudos en un pozo de la selva africana?
¿O las lecciones de gramática que Jane imparte al Hombre Mono, tan seriote y lento para aprender? ¿Cómo no recordar las secuencias de erotismo salvaje que protagonizan en los altos árboles de la jungla el nadador olímpico Johnny Weissmuller, reconvertido en Tarzán, y la bellísima irlandesa Maureen O'Sullivan, que hace las veces de Jane, mientras los festeja Chita con toda suerte de gestos y alcocarras?

Muy bien: pues esa es mi actriz predilecta. Chita. La mona. Ella fue uno de los principales atractivos de aquellas películas clásicas en blanco y negro que alimentan la más dulce nostalgia cinematográfica. Ella ayudó a vender muchos de los 27 millones de ejemplares de las 24 novelas de Tarzán que escribió Edgar Rice Burroughs. Ella aparece en numerosas enciclopedias, pero, hasta donde llega mi memoria, no se la menciona ni una sola vez en los libros de Burroughs. La simiesca amiga de Tarzán que figura en las novelas se llama Manu; Sheetah es el nombre que recibe la pantera en la manigua, así como el león se llama Numa y Tantor el elefante. Todo esto prueba, pues, que el chimpancé tuvo que rescatar lo que era apenas un particello en el guion y convertirlo en legendario papel.

Por todo ello, Chita es mi actriz preferida. Ella simboliza a cientos de animales que fueron personajes cinematográficos, desde el perro Lassie hasta Flipper, el delfín. Pero, además, ha sido una artista de enorme popularidad, reconocida simpatía y duende para las interpretaciones difíciles. Esto último no es una exageración. A Lassie solo se le pedía hacer de perro y a Flipper, de delfín. A Chita, en cambio, Hollywood le exigió encarnar a un ser casi humano. Weissmuller era el Hombre Mono, pero Chita era el Mono Hombre. Tarzán hacía monerías; Chita hacía 'hombrerías'. Si su papel en las películas de Tarzán hubiera sido el de chimpancé, le habría bastado con despiojarse, comer y dormir. Los chimpancés, aseguran expertos como Marielis Brommund, autor de un libro en que relata sus observaciones sobre una manada de micos a la que espió durante años, no hacen mucho más que eso. Chita, no.
Chita tenía que calzarse los anteojos del explorador, maquillarse con los cosméticos de su mujer, comer con cuchara, hojear libros, fumar cigarrillos hurtados, reaccionar como una dama ante los espectáculos reprobables y observar el peligro por entre los dedos abiertos, como un niño asustado.

No era mica sino micoTodo lo hizo bien Chita. En Tarzán encuentra un hijo (1939), por ejemplo, es ella quien rescata a Boy. Tan bien lo hizo que quienes la admiran piensan aún que su papel era el de mona. No. En vez de ser una representación animal en el reino humano, era una representación humana en el reino animal. Notables artistas de cine han imitado animales, como Bert Lahr (el león de El mago de Oz), Michelle Pfiffer (la gata de Batman), Danny de Vito (el pingüino de la misma película) o Jack Nicholson (el lobo del ídem). Muchos, incluso, han fingido ser simios. Pero ¿recuerdan ustedes el nombre de alguno de ellos? A todos se los llevó el viento. En cambio, el de Chita fue de tal manera inolvidable en doce películas de Tarzán que los espectadores siguen creyendo que la actriz que hizo de Chita se llama Chita.

Esta es una prueba más contundente de su talento. Quien encarnó a Chita fue un chimpancé macho (a ustedes también los engañó, ¿verdad?) cuyo verdadero nombre es el de Jitts. Nació en Liberia, el 9 de abril de 1932, y, en un caso de precocidad que supera al de Mickey Rooney y Judy Garland, debutó en el cine con apenas un año de nacido. Lo hizo en Tarzán y su compañera (la compañera era Jane, para que no nos equivoquemos) y produjo sensación desde su primer instante de celuloide. El balance de aquellas películas que rodó Weissmuller, el más famoso Tarzán, entre 1932 y 1948, muestra que Jitts era mucho más expresivo y divertido que el petrificado ex campeón rumanoestadounidense.

Por eso, cuando Weissmuller dejó de ser Tarzán, se volvió clon de sí mismo en Jim de la selva. Chita, es decir, Jitts, tuvo en cambio saludable vida artística en escenarios urbanos -que son mucho más difíciles para un mico-, y en 1967 lo encontramos actuando al lado de Rex Harrison en Doctor Doolittle. La película fue postulada a nueve premios Óscar y recibió tres. Si el mundo fuera justo, Jitts habría ganado el mejor actor de reparto. Ni siquiera lo
candidatizaron. Por esa u otra razón, Jitts se retiró del cine.

Lejos de la ruidosa selva

¿Han oído ustedes decir que las viejas estrellas de Hollywood no mueren, sino que se momifican gloriosas y octogenarias en una mansión de California, dedicadas a la filantropía y a ver innumerables veces sus viejas películas?

Eso exactamente es lo que hace Chita. Chita vive feliz y famosa, acompañada por un puñado de colegas. Burroughs murió en 1950, Johnny Weissmuller dio su último grito en 1984, a los 87 años, y Jane falleció en 1998. Jitts los sobrevivió a todos y vegeta plácidamente en una casa para veteranas mascotas del espectáculo en Palm Springs, California. El libro Guinness de Récords lo declaró hace un año el chimpancé más viejo del mundo y a menudo acuden a entrevistarlo periodistas de distintos rincones del mundo. National Geographic le dedicó un reportaje especial, y la prestigiosa revista literaria peruana Etiqueta Negra invirtió una suma que debe de ser la mitad de su presupuesto en trasladar a uno de sus redactores hasta el ancianato de monos. Quería comprobar que Chita vivía, y pudo hacerlo. Conoció así a una de las pocas estrellas supérstites del cine clásico.

Pero el apostolado de Chita va más allá del séptimo arte. Sus actuaciones conquistaron hace medio siglo a una niña inglesa llamada Jane Goodall, que juró entonces dedicar su vida al cuidado de los animales. Hoy, la doctora Goodall es la más famosa especialista del mundo en chimpancés, sostiene una fundación que permite adoptarlos por correo y dirige un proyecto para preservar a los congéneres de Chita (Pan troglodytas). La situación es crítica, pues los chimpancés están amenazados de extinción. Hace un siglo se columpiaban de liana en liana más de un millón de ejemplares. Hoy solo quedan entre 100.000 y 200.000. La deforestación y la caza furtiva se han encargado de diezmarlos.

Mono pintamonos

No todos comparten la suerte de Jitts, que, si hubiera permanecido en la selva, habría tenido una expectativa de vida de apenas 40 años. Muchos entendidos afirman que los monos artistas son rehenes de la farándula capitalista. Es una polémica que no preocupa a Jitts. A sus 72 años, sus 130 centímetros de altura y sus 65 kilos de peso, la mayor estrella cuadrúmana del mundo pastorea el tiempo en la Fundación para Primates Chita (Cheeta Primate Foundation). Como los Chaplin, los Fonda o los Mallarino, también los Jitts son familia de actores. Su nieto Jeeters trabajó largo tiempo en un circo; desde 1995 vive jubilado al lado del célebre abuelo.

Hasta hace catorce años Jitts pertenecía a Tony Gentry, el domador que lo descubrió. Simiescamente incorrecto, Gentry lo aficionó a perversiones humanas: beber cerveza, fumar puros, comer hamburguesas. Pero desde que lo heredó su actual cuidador, Dan Westfall, se acabaron los vicios. En vez de alcohol y tabaco, Jitts toca piano y pinta. "Está en excelente estado", afirma Westfall. Sus cuadros, indispensablemente abstractos, se venden en la fundación a razón de 125 dólares por unidad.

¿Cómo saber que el cuadro adquirido se trata de un genuino Chita y no un Jeeters, por ejemplo? Solo un experto como Tarzán podría decirlo, pero el Hombre Mono sufre ahora la peor de las muertes: Walt Disney se encargó de reducirlo a un personaje fantasma de dibujos animados. Son las únicas películas que Chita, en su largo crepúsculo, no suele ver.

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