La economía política de las protestas estudiantiles
Por: Jairo Parada
Lo que empezó como la
‘Primavera Árabe’ en el Norte de África a comienzos del año, sacudiendo
las estructuras autoritarias de dichos países, se ha extendido a Europa y
Estados Unidos con los ‘indignados’, y llegó ahora a Colombia.
Desde hace 40 años no
veíamos manifestaciones estudiantiles tan masivas, sacudiendo el letargo
de cuatro décadas. Las causas y razones no son las mismas en cada
escenario, pero en el fondo, apuntan a la búsqueda de sociedades más
democráticas, equitativas e incluyentes. No buscan el fin del
capitalismo, pero si el de regularlo decididamente, y desarrollar con
firmeza estados más comprometidos con el desarrollo social y la
sostenibilidad.
Las loas a las maravillas
del libre mercado y las ventajas de la globalización salvaje parecen
llegar a su fin, imponiéndose la visión de la globalización responsable
con cinturones de protección social e inclusión. Algo que nuestras
élites ortodoxas no han empezado a asimilar. La protesta estudiantil en
Colombia les ha dado un bofetón en la cara, pues en la época de la
economía del conocimiento, el déficit de cupos en la educación superior y
la calidad de la misma no se resuelve con meterle más mercado al
sistema, sino mas estado, con recursos y políticas, que apunten además a
transformar el modelo pedagógico.
La penetración del
corporativismo en las universidades públicas y privadas les está
haciendo mucho daño, reduciendo el manejo de la universidad al
seguimiento de un conjunto de indicadores para tener un mejor ranking
sin examinar la pertinencia y la ética de lo que se enseña, lo que se
investiga y se publica. Los indicadores lo son todo, la esencia es nada.
Pero en la economía del
conocimiento no hay engaños: los estudiantes tienen el derecho de
preguntarles a los profesores, ¿cuál es la pertinencia de lo que me
enseñas? ¿De qué me sirve, no solo para el mercado sino para la vida y
mi país o la humanidad? La universidad hace ciencia pero también debe
ayudar a resolver los problemas de su entorno y de la sociedad. Lo demás
es reducirla solo a puntajes y publicaciones en journals que en nada
mejoran dicha realidad.
Del sacudón que vivimos
no se han salvado ni las mejores universidades del mundo. En Harvard, el
pasado 2 de noviembre, Harvard Political Review da cuenta de la carta
de setenta estudiantes retirándose del curso introductorio de Economía
del profesor Mankiw al encontrar que su clase era sesgada, y orientada a
brindar un solo punto de vista sobre la economía, cuando debía brindar
la posibilidad de examinar diferentes miradas sobre la misma.
En dicha carta, los
estudiantes le anunciaban que se iban a “ocupar Boston”, fenómeno que se
replica en las ciudades americanas. He usado el libro de Mankiw y desde
el primer capítulo, he sido claro con mis estudiantes que se trata de
una visión de la economía, la ortodoxa, la que se basa en postulados que
son cuestionables y que deben ser contrastados con otras visiones.
En los programas de
economía del país, el estudiante sufre un lavado cerebral con el
paradigma neoclásico, sin estudiar a fondo lo que enseñaron Marx, Keynes
o Veblen. Su ignorancia de otras visiones es total. En las
universidades de élite, después pasan a las posiciones de comando del
estado, y practican el mismo enfoque, con desastrosas consecuencias
políticas y sociales.
El XXVI Congreso de
estudiantes de Economía realmente me llenó de esperanzas. Casi mil
delegados en Santa Marta, del 18 al 21 de Octubre pasado, escucharon y
discutieron sobre los diferentes enfoques e interpretaciones sobre la
política económica nacional, cuestionando las políticas oficiales para
reducir la pobreza y promover el desarrollo social, sometiendo a una
crítica profunda el modelo minero que nos rige, y ofreciendo
alternativas. Hay esperanza. ¡Vivan los estudiantes!
Jairo J. Parada Corrales
Economista, PhD.
Barranquilla-Colombia
Celular 311-650-0550
Celular 311-650-0550
Phone and fax: 57-5-3557657
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