miércoles, 9 de marzo de 2011

El carnaval que queremos, por Ricardo Plata Cepeda

Ricardo Plata Cepeda hoy expresó lo que muchos barranquilleros quisieran decir a gritos. 

LuisEmilioRadaC

Pd: El carnaval que queremos

El carnaval que queremos

Por Ricardo Plata Cepeda

Haciendo uso de numerosas opiniones ajenas, queremos un carnaval donde Don Dinero, poderoso caballero, no imponga la contaminación visual y auditiva publicitaria sobre las imágenes y sonidos del carnaval. Un carnaval con menos tráileres y más carrozas, con más bailes que conciertos, más actores que espectadores, un carnaval más para los vecinos que para la televisión.


No se trata de satanizar la empresa privada, ella puede hacerse a unos espacios que perpetúen todo el año para el turismo lo que para nosotros constituye un privilegio fugaz, puede distribuir su presupuesto en el tiempo en apoyo a los hacedores del carnaval y a la investigación para su preservación. Y en lo que respecta a los cuatro mágicos días debe optar por la mesura, la elegancia y el respeto por la tradición. 


No más docenas de miles de avisitos visualmente impertinentes sobre palcos y palquitos, ni tráileres de aguardiente con el triple de los decibeles de todos los demás invitando a beberlo, que solo producen ganas de no hacerlo. No más carrozas con el nombre de los patrocinadores más arriba de un metro de altura.


Las negritas Puloil, marca de jabón desaparecida, y las gigantonas de Almendra Tropical, han subsistido gracias a que supieron interpretar el espíritu creativo del carnaval sin apabullarlo. Agradecemos las marimondas de Cannon, los monocucos de El Vivero o las escobitas de Triple A, a esas empresas sin que nos restrieguen su nombre, o precisamente porque no lo hacen. Integrarse al carnaval es muy diferente a treparse en él para exhibirse, lo cual, créanlo, por favor, produce rechazo y resulta contraproducente.


El Carnaval de Barranquilla, acontecimiento antropológico aparentemente fortuito, tiene tres pilares culturales históricos que lo hicieron posible: Barranquilla Territorio de Paz, sin lo cual un millón de personas de rumba ocasionarían muchas tragedias, la mejor policía es la gente; Barranquilla Sitio de Libres, sin lo cual el genio del espíritu iconoclasta no saldría de la botella para recitar irreverentes letanías, cantar la Ópera del mondongo o burlarse de poderosos y transeúntes por igual; y Barranquilla Territorio Creativo, indispensable para generar la emoción estética de máscaras, disfraces, música y coreografía. 

Debemos reconocer esos pilares para defenderlos y preservarlos, pues soportan la existencia misma de la fiesta. Fiesta que ha trascendido la representación local para convertirse en un símbolo nacional, producto de la misma alquimia caribeña que ha engendrado otros símbolos nacionales, como Gabo, Shakira o el sombrero vueltiao. Fiesta que crea tejido social, sentido de pertenencia, solidaridad, ciudadanía y por ende civilización. 


Los fantásticos espectáculos en que se han convertido la Lectura del Bando y la coronación, por los que hay que felicitar este año a Marcelita y su corte, ponen de relieve la inexistencia de un auditorio adecuado para este tipo de eventos en la ciudad, que se merece una gran concha acústica o un coliseo cubierto. 


Gracias a Joseph, Mirtha, Harold, Rafael, Nubia Stella, María Mercedes, Diana, José, Raimundo, el maestro Ojito y el profesor Villalón por muchas de sus ideas estrujadas en estas líneas, a Ernesto por propiciar el espacio, y a Carla y la Fundación Carnaval, por todo lo que ha hecho y por lo que falta…
rsilver2@aol.com
Por Ricardo Plata Cepeda

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