Debate limpio pide El Heraldo
Los periodistas barranquilleros, costeños y colombianos, jugamos un papel bien importante en el desarrollo del país. Eso lo hemos comentado en varias oportunidades y lo vamos a reiterar cuando sea necesario.
El papel de los medios y sus comunicadores y periodistas pueden servir mucho para que la comunidad, lectores, oyentes y televidentes, conozcan lo que está sucediendo en los diferentes sectores.
En el caso del Centro de Convenciones se ha dicho de todo y en muchos tonos, pero lo sano en los debates, como lo dice el diario barranquillero, es que se haga con altura y con conocimiento, para evitar malos entendidos.
Eso, lo le sirve para nada a una ciudad como Barranquilla, que está en la mira de muchos inversionistas.
Dos notas: El editorial de El Heraldo y unos comentarios de Raimundo Alvarado que coordina las redes periodísticas: Periodistas del Atlántico y del Caribe.
LuisEmilioRadaC
Pd: debate limpio
EL HERALDO
16 de Marzo de 2011 - 08:57 pm
Un debate que debe ser limpio
Se ha vuelto costumbre en la ciudad que los debates necesarios, como el del Centro de Eventos y Convenciones, se lleven al extremo de la injuria y el oportunismo político, con el riesgo de dar al traste con un proyecto bueno para Barranquilla.
Magnífico que dos corporaciones muy importantes de la democracia territorial como la Asamblea y el Concejo se hayan animado inusualmente a poner en el centro de sus agendas deliberativas el tema del centro de eventos, que terminó por politizarse, por convertirse en la tribuna retórica en la que se han subido diputados y concejales, la mayoría de los cuales necesitan de la figuración que les da este debate en un año altamente agitado y nervioso para ellos, pues están en juego nada menos que sus curules.
Justamente esto es lo que debe evitarse: que el tema termine atrapado en el torbellino de las pasiones políticas y de los discursos encendidos, rociados con una gasolinera carga de señalamientos y acusaciones sin pruebas contundentes. Y no se trata, aclaramos, de que los políticos no deban ocuparse del tema. ¡Claro que deben agendarlo! Pero ayudaría a tratarlo mejor si lo hicieran con la actitud apropiada, con el método apropiado, con el lenguaje apropiado y, sobre todo, con el soporte de información que amerita este debate.
Porque no se trata de poner, por ejemplo, en el banquillo de los acusados al presidente de la Cámara de Comercio, Luis Fernando Castro, solo por el prurito, muy en boga en la ciudad, de que representa a los gremios económicos y que a estos hay que darles palo porque desagradan a ciertos sectores políticos. Tampoco se trata de insinuar que detrás de la operación de traslado y compra del lote de Peldar se embosca una oscura negociación para derivar jugosas comisiones.
Para que el debate sea claro, limpio y no confunda a la ciudad, es conveniente extirpar tanto las conjeturas maliciosas de que “se quieren tumbar un billete”, como también cualquier manifestación de secretismo en torno al proyecto. Y de ahí que hayamos insistido en la claridad, pues no les falta razón a los diputados y concejales que dicen sentirse sorprendidos por el cambio de lugar después de que se les había vendido la idea de ‘La Loma’.
No obstante las molestias, que son válidas, tenemos que mostrarnos como una ciudad adulta, capaz de discutir sobre este importante proyecto sin saltar a las ofensas y a las difamaciones, y sin ocultamientos de información. Por encima de todo debe estar claro que se trata de un proyecto efectivamente de Barranquilla y no de unas cuantas personas o instituciones. El centro de eventos no es de la Cámara de Comercio, aunque sea una de las entidades que lo impulsa y le esté invirtiendo recursos. Es un proyecto de Barranquilla, que se adelanta en el marco de una alianza público-privada, donde confluyen Nación, Gobernación, Distrito y Cámara de Comercio.
Ahora, EL HERALDO en el editorial del sábado pasado dejó nítido que, seguramente como toda la ciudad, simpatiza con que el proyecto pudiera hacerse en ‘La Loma’. Ese fue el lugar que recomendó la Misión Japonesa hace más de dos décadas, y más estratégico no puede ser. Es, teóricamente, el lugar ideal.
Pero por incumplimientos en los que evidentemente hay una demostrada responsabilidad de Edubar, el proyecto ha tenido que ser cambiado de sitio. Esa es la realidad, y ahora no tiene presentación que políticamente se intente colocar como chivo expiatorio del fracaso a la Cámara de Comercio. Eso no solo es injusto sino absurdo, y mostraría que muchos de nuestros actores políticos no tienen ni gallardía ni respeto por la verdad.
Más bien lo que tiene que hacer autocríticamente toda la ciudad, toda su dirigencia pública y privada, es admitir que le faltó visión y ganas para hacer de ‘La Loma’, desde hace varios años, el punto de partida del reencuentro de Barranquilla con el Río, al cual le dimos la espalda. ¡Y todos, en mayor o menor medida, somos responsables de ese que el poeta Miguel Iriarte ha llamado siempre el más grande crimen cultural de la ciudad!
Más bien, en vez de lapidar a la ligera y por puro oportunismo de coyuntura electoral a quien no es responsable de lo ocurrido, además de asaltar su honra ante la galería exacerbada, tratemos de que Barranquilla empiece un proceso de restablecimiento de su conexión con la ribera del Río, impulsando alrededor de esta un plan de renovación urbana. Por eso hemos dicho y lo ratificamos: el centro de eventos en el lote de Peldar tiene que ir acompañado de un plan parcial que permita transformar el entorno y asegurar unos usos del suelo compatibles con la nueva actividad.
Como dijimos en editorial pasado: este centro de eventos no puede verse divorciado de una planeación integral de ciudad con el Río como referente obligado, y tampoco de una estrategia de promoción internacional de Barranquilla, que ya tiene en el Carnaval un gran activo cultural y turístico.
Nos agrada el debate de los políticos, pero, ¡por favor!, sin oportunismos, sin desmesuras en el lenguaje, sin asaltar a la ligera la honra. Y a los promotores del proyecto, lo que ya les habíamos sugerido: mucha comunicación con la ciudad, información, total transparencia.
Barranquilla necesita el mejor de los ambientes para sacar adelante sus grandes proyectos.
No puede ser que en una discusión interna, salida de tono y tachonada de injurias, podamos estar corriendo el riesgo de socavar la solidez del proyecto, generando el riesgo de que la ciudad pueda perder la oportunidad de ponerse en el nivel de muchas otras en el país y en el mundo.
Justamente esto es lo que debe evitarse: que el tema termine atrapado en el torbellino de las pasiones políticas y de los discursos encendidos, rociados con una gasolinera carga de señalamientos y acusaciones sin pruebas contundentes. Y no se trata, aclaramos, de que los políticos no deban ocuparse del tema. ¡Claro que deben agendarlo! Pero ayudaría a tratarlo mejor si lo hicieran con la actitud apropiada, con el método apropiado, con el lenguaje apropiado y, sobre todo, con el soporte de información que amerita este debate.
Porque no se trata de poner, por ejemplo, en el banquillo de los acusados al presidente de la Cámara de Comercio, Luis Fernando Castro, solo por el prurito, muy en boga en la ciudad, de que representa a los gremios económicos y que a estos hay que darles palo porque desagradan a ciertos sectores políticos. Tampoco se trata de insinuar que detrás de la operación de traslado y compra del lote de Peldar se embosca una oscura negociación para derivar jugosas comisiones.
Para que el debate sea claro, limpio y no confunda a la ciudad, es conveniente extirpar tanto las conjeturas maliciosas de que “se quieren tumbar un billete”, como también cualquier manifestación de secretismo en torno al proyecto. Y de ahí que hayamos insistido en la claridad, pues no les falta razón a los diputados y concejales que dicen sentirse sorprendidos por el cambio de lugar después de que se les había vendido la idea de ‘La Loma’.
No obstante las molestias, que son válidas, tenemos que mostrarnos como una ciudad adulta, capaz de discutir sobre este importante proyecto sin saltar a las ofensas y a las difamaciones, y sin ocultamientos de información. Por encima de todo debe estar claro que se trata de un proyecto efectivamente de Barranquilla y no de unas cuantas personas o instituciones. El centro de eventos no es de la Cámara de Comercio, aunque sea una de las entidades que lo impulsa y le esté invirtiendo recursos. Es un proyecto de Barranquilla, que se adelanta en el marco de una alianza público-privada, donde confluyen Nación, Gobernación, Distrito y Cámara de Comercio.
Ahora, EL HERALDO en el editorial del sábado pasado dejó nítido que, seguramente como toda la ciudad, simpatiza con que el proyecto pudiera hacerse en ‘La Loma’. Ese fue el lugar que recomendó la Misión Japonesa hace más de dos décadas, y más estratégico no puede ser. Es, teóricamente, el lugar ideal.
Pero por incumplimientos en los que evidentemente hay una demostrada responsabilidad de Edubar, el proyecto ha tenido que ser cambiado de sitio. Esa es la realidad, y ahora no tiene presentación que políticamente se intente colocar como chivo expiatorio del fracaso a la Cámara de Comercio. Eso no solo es injusto sino absurdo, y mostraría que muchos de nuestros actores políticos no tienen ni gallardía ni respeto por la verdad.
Más bien lo que tiene que hacer autocríticamente toda la ciudad, toda su dirigencia pública y privada, es admitir que le faltó visión y ganas para hacer de ‘La Loma’, desde hace varios años, el punto de partida del reencuentro de Barranquilla con el Río, al cual le dimos la espalda. ¡Y todos, en mayor o menor medida, somos responsables de ese que el poeta Miguel Iriarte ha llamado siempre el más grande crimen cultural de la ciudad!
Más bien, en vez de lapidar a la ligera y por puro oportunismo de coyuntura electoral a quien no es responsable de lo ocurrido, además de asaltar su honra ante la galería exacerbada, tratemos de que Barranquilla empiece un proceso de restablecimiento de su conexión con la ribera del Río, impulsando alrededor de esta un plan de renovación urbana. Por eso hemos dicho y lo ratificamos: el centro de eventos en el lote de Peldar tiene que ir acompañado de un plan parcial que permita transformar el entorno y asegurar unos usos del suelo compatibles con la nueva actividad.
Como dijimos en editorial pasado: este centro de eventos no puede verse divorciado de una planeación integral de ciudad con el Río como referente obligado, y tampoco de una estrategia de promoción internacional de Barranquilla, que ya tiene en el Carnaval un gran activo cultural y turístico.
Nos agrada el debate de los políticos, pero, ¡por favor!, sin oportunismos, sin desmesuras en el lenguaje, sin asaltar a la ligera la honra. Y a los promotores del proyecto, lo que ya les habíamos sugerido: mucha comunicación con la ciudad, información, total transparencia.
Barranquilla necesita el mejor de los ambientes para sacar adelante sus grandes proyectos.
No puede ser que en una discusión interna, salida de tono y tachonada de injurias, podamos estar corriendo el riesgo de socavar la solidez del proyecto, generando el riesgo de que la ciudad pueda perder la oportunidad de ponerse en el nivel de muchas otras en el país y en el mundo.
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Comentario:
Esto lo escribió Raimundo Alvarado:
“Creo que estas reflexiones del editorial de El Heraldo de hoy no solo son interesantes en el caso concreto del Centro de Convenciones de Barranquilla, sino en todas las ciudades de nuestra región, cuando hay controversia pública acerca de un proyecto o una política pública.
Comunicadores y periodistas podemos mejorar la calidad de los debates no haciéndole el juego a los oportunistas o desinformados.
Hay que considerar, además que, en algunas ocasiones, personas sobre las cuales se cree que pueden hacer los mejores aportes también fallan por descuido y eso fue lo que anote ayer respecto a la doctora Cecilia López, que, por desinformada de los hechos, llego a conclusiones injuriosas que, partiendo de ella, terminan afectando gravemente la calidad de la información y de la opinión.
En el caso de Barranquilla también hay fallas entre los políticos, activistas de la sociedad civil y comentaristas en los medios, en mucho porque la información acerca del proyecto por parte de sus responsables ha sido tardía y a cuentagotas.
Faltó una adecuada estrategia de comunicación en un tema sensible por la polarización creciente de la ciudad ad portas de unas elecciones que parecían poco competidas, pero que son ruidosas.
Raimundo Alvarado
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