El periodismo visto por Óscar Cormane

Oscar Cormane Saumett

Cosas mías…
Un aluvión de nostalgia por el periodismo activo

Por: Óscar Cormane Saumett elhijodemere@hotmail.com
Al periodista Yahir Álvarez Montoya, por quien mantengo admiración y respeto…

En mil ocasiones he sentido que intentar escribir sobre uno mismo, de alguna manera, es como el vanidoso propósito de contemplarnos el ombligo. El periodismo es un oficio especial, una tarea inquietante que no se agota, y que con frecuencia, requiere sobredosis de pasión para su libre y honrado ejercicio.
Hay quienes creen, -quizá por pensar en el maestro Aníbal, sin duda, un ‘tsunami’- que los periodistas son anárquicos.

En realidad, no lo son. Tienen su propio estilo de trabajo, y la mayoría, una voracidad insaciable por la lectura; muchos, además poseen una irreductible capacidad de emoción y de rabia, que asoma siempre ante la perpetración irremediable de nauseabundas injusticias.
Luis Oñate Gámez

A los periodistas les encanta la política. Me parece bien. Pero me parece mal que se pongan camisetas, de colores y logos determinados, que como ajustados corsés, frente a determinadas circunstancias, no les permite ejercitar la crítica recta y valiente contra las cúpulas partidarias corruptas, casi siempre ávidas de lisonjas y lambonerías.

Prefiero al periodista libre; el que no debe, y por tanto, no teme a nadie; al periodista matrimoniado con la honestidad. Estimo detestables a quienes, como sanguijuelas, viven de la coima, la adulación, el favor y la prebenda.


Juan Ruíz, que hoy está de cumpleaños. Mónica Bolaño y el RADAR
Los mejores y más auténticos periodistas son transparentes. Los malos periodistas, los ignaros y enrevesados cronistas que hoy invaden el periodismo local, son como agua de alcantarilla, corrientes por las que viaja el hedor indescriptible de las miserias humanas.

No es periodista el que luce un carné; tampoco el que no se desprende de la estrambótica escarapela que lo identifica como perteneciente a un medio de comunicación. Periodista es el dueño de una conducta ética insobornable, que como el oro bueno, resiste las pruebas ácidas de la verdad irrefutable. Un periodista que sazona las mentiras para vivir de ellas, no es más que un abominable farsante, constructor de ficciones insostenibles.

Los buenos periodistas son hombres sencillos, de carne y hueso comprometidos con un amor indeclinable por la verdad. No tergiversan los hechos para urdir torcidas interpretaciones de los acontecimientos. No ocultan información para crear historias convenientes. Jamás intimidan utilizando su credencial, ni extorsionan ni amenazan. Los buenos periodistas disfrutan de la satisfacción indescriptible del trabajo bien hecho. No se sienten pequeños ante los grandes ni grandes ante los pequeños. No soportan el engaño ni son proclives a engañar.

El periodismo requiere pasión. Un periodista enclenque es un cosechador anticipado de fracasos. Por cierto, como yo lo siento, el periodista debe tener una devoción silenciosa por los diccionarios y un afecto noble por el buen uso del lenguaje. Quizá un día, ante la ausencia de mejores objetivos, azuzado por el engaño y la deslealtad de una fémina insaciable, le sirva para escribir sentidos versos de amor y despecho…
Jorge Montaño
En lo particular, amigos que me honran con la lectura de estas líneas amorfas pero sinceras, sufro lo peor que le puede pasar a un enamorado del periodismo, como creo que soy: La sensación inconsolable de soledad que provoca la ausencia de una Sala de Redacción.

Será muy difícil regresar al periodismo activo. Los discapacitados no somos bien recibidos en los refinados escenarios laborales de la sociedad actual, y menos en las empresas editoriales.
Oscar Cormane Saumett

Sin embargo, en lo más hondo de mi fuero íntimo, resplandece una tenue esperanza. Si algún día se tornare en realidad, asumiría de nuevo el compromiso con enorme emoción… y además, con la pasión desbordada y alebrestante propia de los amantes furtivos… ¡Así debe ser ejercitado el periodismo!