sábado, 6 de marzo de 2010

Acabemos con el complejo del hermano mayor. Oscar Montes

En El Heraldo podemos leer hoy a Oscar Montes.
Él piensa que nosotros, los caribeños, tenemos gente que puede hacer un papel en la presidencia de la República y anota que NO nos debemos acostumbrarnos con segundos puestos.

Que acabemos con el “el complejo del hermano mayor” y nos invita, prácticamente, a que votemos bien el 14 de marzo.

“Asumamos con responsabilidad el reto del Voto Caribe y probemos que el hermano menor ya creció y es capaz de asumir su propio destino. En otras palabras: dejemos de conformarnos con los premios secos cuando merecemos el premio mayor”, dice el columnista.
Vamos a leerlo.

Luis Emilio Rada C
Pd:


Columna de Oscar Montes
sábado, marzo 6 de 2010
Los premios secos

Hasta hace algunos meses, la Región Caribe tenía en el partidor a tres posibles candidatos presidenciales: Cecilia López, Carlos Rodado Noriega y Fernando Araújo. Hoy no tiene a nadie. Y el premio de consuelo que nos ofrecen algunos candidatos es incluir como fórmula vicepresidencial a un hombre o a una mujer Caribe.

Ninguno de los tres aspirantes frustrados —López, Rodado y Araújo— tiene nada que envidiarles a los actuales candidatos presidenciales. Los tres han sido ministros, los tres han tenido grandes responsabilidades al frente de organismos del Estado.
Uno de ellos –Rodado– fue elegido en su momento el mejor Gobernador del país, mientras que López fue designada por sus mismos colegas como la mejor Senadora en la legislatura pasada.

Araújo, por su parte, sufrió en carne propia la terrible experiencia de un secuestro, del que salió fortalecido moral y espiritualmente. De manera que si es por calidades humanas y profesionales, cualquiera de ellos –o los tres– tiene méritos suficientes para competirles de tú a tú a los otros candidatos y para suceder a Álvaro Uribe en la Presidencia de la República.

Méritos para llegar a la Casa de Nariño también han tenido otros notables hombres Caribe, como Juan B. Fernández Renowitzky, Orlando Fals Borda y Evaristo Sourdis, entre otros, quienes no sólo enaltecieron a la Costa sino que nos llenaron de orgullo por su compromiso con las causas de la Región.

Otros, como el senador conservador Roberto Gerlein, hicieron parte de la llamada ‘generación perdida’ del Partido Conservador, junto con Rodrigo Marín Bernal, Gabriel Melo y Carlos Holguín Sardi, y nunca llegaron a la Presidencia de la República pese a tener grandes calidades intelectuales. Hoy por hoy, el barranquillero Gerlein sigue siendo uno de los hombres más destacados del Congreso, y su voz es escuchada con atención en plenarias y comisiones.

De manera que si la Región Caribe no ha tenido Presidente de la República, después de Rafael Núñez, no es por falta de material humano. Las causas son otras, algunas ajenas y otras muy ligadas a nuestra idiosincrasia. Entre ellas está –¿alguien lo duda?– la ancestral discriminación que proviene del páramo y que hace que nos vean desde Bogotá, y ahora desde Medellín, como seres inferiores, buenos para el baile y para la parranda, pero malos para asumir las responsabilidades que conlleva la administración del Estado.

Esa especie de ‘complejo del hermano menor’, a la que nos hemos acostumbrado a fuerza de padecer la discriminación constante y hasta la burla, ha creado en los hombres y mujeres Caribe un instinto de conservación que los lleva a aferrarse a los premios secos como si se tratara del mismísimo premio mayor. Por eso nos conformamos con la Vicepresidencia de la República, cargo en el que por cierto tuvimos a uno de los grandes exponentes de nuestra Región, como es Gustavo Bell Lemus, quien, paradójicamente, sigue sin tener de parte de sus coterráneos el reconocimiento que merece.

Ese instinto de conservación, o ese ‘complejo del hermano menor’, es el que nos lleva a creer que iniciativas como el Voto Caribe están condenadas a fracasar sencilla y llanamente porque no provienen del páramo y porque al frente de ellas no están connotados hombres capitalinos, esos de apellidos rimbombantes y de escudos de armas en las paredes de sus casas, apellidos y escudos que nos enrostran a la menor oportunidad y con cualquier pretexto.

Si seguimos creyendo que las soluciones a nuestros problemas van a venir del páramo, moriremos engañados, pues está visto hasta la saciedad que de allá sólo llegan migajas, las mismas que se caen de la mesa cuando, por estar ahítos, a los ‘interioranos’ se les empiezan a soltar los botones de las camisas. Es hora, en fin, de empezar a creer en nosotros y en lo nuestro. Asumamos con responsabilidad el reto del Voto Caribe y probemos que el hermano menor ya creció y es capaz de asumir su propio destino. En otras palabras: dejemos de conformarnos con los premios secos cuando merecemos el premio mayor.

oscarmontes65@yahoo.es

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