viernes, 25 de diciembre de 2009




El año de «Mel» en Latinoamérica
Manuel M. Cascante/Ciudad de México

La destitución de Manuel Zelaya en la Presidencia de Honduras (bajo la fórmula de orden judicial, expulsión ilegal a mano armada y posterior refrendo del Legislativo) ha marcado el año en México y Centroamérica. Un 2009 que comenzó con optimistas expectativas, tras la cumbre de cancilleres de la OEA en San Pedro Sula, que tendía un puente al régimen dictatorial de los hermanos Castro en Cuba, y el primer encuentro de Barack Obama con sus homólogos hemisféricos en la Cumbre de las Américas de Puerto España, que prometía una nueva relación entre la primera potencia continental y el que, durante décadas, fuera su “patio trasero”.
Sin embargo, la crisis hondureña ha dejado herida de gravedad (quién sabe si de muerte) a la Organización de Estados Americanos, que ya venía siendo amenazada por el presidente Venezolano, Hugo Chávez, y los países de su órbita ideológica. Firme en un principio en la condena del golpe de Estado contra “Mel”, la OEA se ha ido fracturando entre quienes ya reconocen al presidente electo, Porfirio Lobo, y quienes aguardan el momento oportuno para hacerlo. Al tiempo, los países de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) han aprovechado la tibia y ambivalente postura de EE.UU. para tachar a la nueva Administración en Washington como heredera de los peores vicios del “imperio” que encarnara George W. Bush.
Mientras, el principal país de la región, México, sigue inmerso en una encarnizada lucha contra el crimen organizado, que dejará un saldo de más de 7.000 muertos. Además, la nación azteca ha sido una de las más afectadas en todo el mundo por la crisis financiera internacional, por lo que el sexenio presidencial de Felipe Calderón, justo a la mitad del camino, vive uno de sus momentos más bajos.
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