domingo, 6 de noviembre de 2022

El circuito por los electrodos. Por Thierry Ways

Así como se hará con el metro de Bogotá.

Así como lo hicieron con el de Medellín.

Como han hecho otras obras.

Hay que apostarle a la solución con la región Caribe: Mejorar el servicio de energía en esa parte del país

“La solución pragmática es que el Gobierno Nacional agarre el toro por los cachos –o el circuito por los electrodos– y, a través de una medida fiscal o financiera, obtenga y aporte sin cargo a la tarifa los recursos para regularizar y modernizar el servicio en la región.

Dicha intervención –que tendría que hacerse con metas verificables y todos los controles del caso, por supuesto– no tendría nada de novedoso. Se trataría de un ejercicio de solidaridad interregional similar al que hacemos todos los colombianos cuando la Nación, por ejemplo, cofinancia el metro de Bogotá”.

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El circuito por los electrodos

Por Thierry Ways

Desde el año pasado, la región Caribe viene padeciendo extravagantes aumentos en el costo de la luz, que alcanzan el 50 % en algunos casos. En estos días, la ministra de Minas, Irene Vélez, anunció un ‘Pacto por la justicia tarifaria’, cuya meta es bajar entre un 4 y un 8 % la tarifa eléctrica, modificando su indexación al índice de precios del productor (IPP).

Este acuerdo, sin embargo, tendrá un efecto marginal en el Caribe, dada la magnitud de los aumentos en la región.

Un estudio realizado por el centro de pensamiento Fundesarrollo y la firma consultora Frontier Economics señala que, en los últimos dos años en la región Caribe, el componente de la tarifa que más ha contribuido al incremento –entre un 42 y un 70 %– es el de las pérdidas. La Creg, por medio de una resolución emitida durante el gobierno anterior, les permitió a los comercializadores que reemplazaron a Electricaribe –Afinia y Air-e– trasladarles ese costo a los consumidores. Como el componente de pérdidas incluye la luz que se roban o no pagan los consumidores inescrupulosos, el mercado eléctrico de la región es estructuralmente injusto, pues los usuarios honestos están subsidiando a los fraudulentos.

Tanto la extinta Electricaribe como los sucesivos gobiernos han sido responsables de no hacer lo suficiente para reducir esas pérdidas. Pero la medida que autorizó la Creg no soluciona nada; simplemente les traslada el problema a los usuarios legales. 

Para lavarse las manos, se suele decir que los costeños tienen una “cultura del no pago”. Pero es fácil demostrar la insuficiencia de ese argumento. Si fuera cierto, los costeños tampoco pagarían las facturas de agua, gas y telefonía celular. Y no es el caso. El problema de la morosidad eléctrica, por tanto, requiere otras explicaciones. Una de ellas es la pésima infraestructura instalada en los barrios pobres de la región, que hace imposible controlar el consumo e impide prestar un buen servicio a los usuarios. Quienes, a su vez, concluyen que no se justifica pagar por un servicio tan precario.

Este es un dilema de huevo y gallina. El mal estado de la red eléctrica no se va a solucionar mientras la cartera siga así de elevada, pero sin arreglar la red tampoco se puede mejorar el servicio y, en consecuencia, el recaudo. La solución pragmática es que el Gobierno Nacional agarre el toro por los cachos –o el circuito por los electrodos– y, a través de una medida fiscal o financiera, obtenga y aporte sin cargo a la tarifa los recursos para regularizar y modernizar el servicio en la región. Dicha intervención –que tendría que hacerse con metas verificables y todos los controles del caso, por supuesto– no tendría nada de novedoso. Se trataría de un ejercicio de solidaridad interregional similar al que hacemos todos los colombianos cuando la Nación, por ejemplo, cofinancia el metro de Bogotá.

Si el Estado no hace nada, de todas formas, tendrá que hacerlo después: en unos años, cuando la miseria en la región haya aumentado como consecuencia del costo de la energía. Este es otro de los hallazgos del estudio. Lo que un hogar gasta en electricidad –un bien difícil de sustituir y más en el Caribe– lo deja de gastar en alimentos y otros bienes. De modo que, si el Estado no invierte en subsanar el problema, tendrá que invertir más tarde en programas sociales para enfrentar una crisis de pobreza agravada. Y en el camino habrá no pocas protestas y desmanes por la insoportable alza en la cuenta de la luz.

En campaña, algunos partidarios de Gustavo Petro sacaban a relucir su origen cordobés para decir que sería el “primer presidente costeño” en más de un siglo. Medírsele a arreglar el rompecabezas eléctrico del Caribe, Presidente, sería la mejor manera de hacerle honor a esa costeñidad.

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