¿Cuál es la mejor opción presidencial
para Colombia?
Es bueno que revisemos eso.
Pensemos, reflexionemos,
busquemos información… porque hay muchos ciudadanos que ignoran lo que está pasando
en el país. No tienen la información que tenemos los periodistas y dicen unas
vainas que dan pesar.
Como ciudadanos, indaguen.
Pregunten. No coman carreta.
Todos los candidatos tienen falencias. Pero no son los candidatos, somos TODOS.
Los seres humanos somos imperfectos. Pero hay unos que son rescatables. Y hay
uno al que yo le apostaré, pero lo soltaremos más adelante.
Pero hay que votar.
Tratemos de que sea por el menos malo…
En este escrito, leo que a Jairo le está sonando Fajardo y de él también hay historias...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El poder de la
decencia
Por Jairo Parada
Aunque sabemos que las elecciones
parlamentarias de marzo estarán afectadas por el clientelismo, la compra de
votos y el poder de los megacontratistas, es clave intentar elegir un mejor
Congreso a pesar de las dificultades. Los cambios requeridos por el país pasan
por la instancia política, y las elecciones son cruciales. Pero en mayo y
junio, los electores estarán más libres del cepo clientelar y es necesario
elegir un buen presidente, en un país presidencial como Colombia.
Por ello, aproveché el receso de
fin de año para leer cuidadosamente la reflexión de Sergio Fajardo en su libro
El Poder de la Decencia, quien decidió hace 18 años hacer una política
distinta, con ideas, propuestas y en una lógica diferente al clientelismo y a
la corrupción que nos agobia.
Son casi 200 páginas llenas de
experiencias de vida, de un académico que se lanza a la Alcaldía de Medellín y
luego a la Gobernación de Antioquia, con buenos resultados. Sergio desde un
comienzo retrata la realidad del país, señalando que “en Colombia la extracción
social determina lo que las personas pueden llegar a ser y esas desigualdades
representan una profunda injusticia”.
El origen social marca hasta
dónde puedes llegar, pues yo añado, aun con una buena educación hay un tope
adonde puedes ascender, pues careces de las palancas.
Sergio en su libro nos relata las
duras experiencias en la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia,
adonde llegó sin comprar votos ni solicitar el apoyo de los megacontratistas,
ni con el capital de sus familiares, pues es de origen medio. Llegó con el
apoyo de los ciudadanos y ya adquirió una buena experiencia en el manejo
territorial municipal y departamental.
Allí deja ver sus 14 puntos que
le propuso a los antioqueños, muy distinto de lo que vemos por nuestros lares
dolorosamente. No se dejó someter a la lógica clientelar, ni a tener que dar
puestos a los contratistas y políticos que generalmente financian a los
candidatos. Sin partido político que le garantizara mayoría en el Concejo o la
Asamblea, nos cuenta cómo manejó con respeto las relaciones con los partidos
que allí predominaban. Sacó a Medellín del miedo a la esperanza, aunque hoy la
lucha continúa por el peso de las organizaciones criminales.
Fajardo no se deja ubicar ni como
uribista ni como anti-uribista, ni como de izquierda o de derecha, pero
lógicamente al mirar la coalición política que lo acompaña es un candidato de
centro-izquierda que nada tiene que ver con el supuesto castro-chavismo con que
la derecha de este país nos trata de asustar.
Respalda el proceso de paz y su
visión sobre la educación trasciende el consabido enfoque de más cobertura,
calidad y construcción de colegios, enfatizando en la integración de la misma
con la ciencia, la tecnología, la innovación y la cultura.
Su crítica al centralismo es
clara: “Mientras desde el poder central no exista una verdadera visión del
desarrollo territorial… y se permita que muchos congresistas dividan las
regiones del país para convertirlas en feudos electorales, no iremos a ninguna
parte”.
Es un relato de experiencias que vale la pena examinar.
Soñemos, pues
de lo contrario perdemos la esperanza, y ello equivaldría a estar muertos.
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