miércoles, 13 de diciembre de 2017

Recuperación agropecuaria: ¿cuán sostenible hacia 2018-2020?, por Sergio Clavijo

El sector agropecuario colombiano nos ha salvado la vida.

De acuerdo con el análisis de Sergio Clavijo, el director de Anif, la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ese sector ha sacado la cara por la economía colombiana que ha sido golpeada por la crisis.

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Recuperación agropecuaria: ¿cuán sostenible hacia 2018-2020?

Durante 2017, la economía colombiana ha venido registrando pobres crecimientos de su PIB-real, completándose expansiones de solo 1,5% anual en lo corrido del año a septiembre de 2017 (vs. 2,1% un año atrás). Ha evitado un mayor descalabro el favorable comportamiento del sector agropecuario, consolidándose como el sector líder durante los últimos tres trimestres, con expansiones de 6,3% anual en enero-septiembre de 2017 (vs. -0,1% un año atrás).
 
Dicho buen comportamiento es atribuible, en buena medida, a la superación del fenómeno climático de El Niño en 2016 (agravado por el paro de transportadores del segundo semestre del año) y al programa “Colombia Siembra”; más no tanto a la modernización del agro. En efecto, persiste la precaria dotación de infraestructura rural (sobre todo en vías secundarias-terciarias, distritos de riego-drenaje y centros de acopio), lo cual estaría agravando la crisis de rentabilidad que aún se observa en el sector (altos costos de producción y bajos precios pagados al productor), ver Comentario Económico del día 24 de julio de 2017.

A nivel de subsectores, se observaron notorios repuntes en los “otros productos agrícolas” (con una expansión de 10,2% anual en lo corrido del año a septiembre vs. -1,1% un año atrás), el café (4% vs. -2,6%) y la producción pecuaria (3,7% vs. 2,1%); contrarrestando la contracción de la silvicultura-pesca (-3,6% vs. 0,1%). Veamos esto con algún detalle.

Los “otros productos agrícolas” (con una participación de 45% al interior del PIB agrícola) mostraron favorables crecimientos de 10,2% anual en enero-septiembre de 2017 frente a -1,1% de un año atrás. Allí tanto los cultivos transitorios (14,9% vs. 0,1% un año atrás) como los permanentes (10,1% vs. -2,4%) exhibieron una recuperación. En el primer caso, se destacan los cultivos de cereales (22,6% anual), donde la producción de arroz y maíz alcanzó niveles récord. En el segundo caso, se observa un repunte en los frutos oleaginosos (47%, mayoritariamente palma de aceite).

Por su parte, la producción de café (13% del PIB agrícola) mostró expansiones de 4% anual durante enero-septiembre de 2017, luego de contraerse al -2,6% un año atrás. Ello es consistente con una producción cafetera de 10,3 millones de sacos en enero-septiembre (vs. 9,9 millones de sacos un año atrás), con lo cual el año 2017 (como un todo) cerraría con 14,3 millones de sacos.
Dicha dinámica se explica por: i) el programa de renovación cafetera de la Federación Nacional de Cafeteros, donde se intervinieron exitosamente 664.000 hectáreas durante el período 2010-2016, lo cual no solo ha permitido rejuvenecer el parque cafetero, sino también reducir la exposición de los cafetos a las plagas; y ii) el aguante de los precios internos del grano cerca de los $800.000/carga en 2016-2017, donde se compensaron los efectos de mayor precio internacional promedio de los suaves colombianos (aumentando en un 3,9%) y de revaluación cambiaria (3,3% promedio anual).

También se destaca el repunte del sector pecuario (37% del PIB agrícola), con expansiones de 3,7% anual en enero-septiembre de 2017 (vs. 2,1% un año atrás). Allí la producción láctea exhibió expansiones de 12,6% anual, gracias a la abundancia de lluvias en las zonas productoras. Ello contrarrestó la contracción de -4,9% en ganado bovino, afectado por: i) el menor sacrificio ganadero, disminuyendo en 220.000 cabezas; ii) la falta de acompañamiento de su gremio, el cual perdió la administración de su fondo parafiscal; y iii) la desconfianza de los consumidores, tras el brote de la fiebre aftosa en julio de 2017.

Para el cierre de 2017, Anif pronostica un repunte del PIB-real agropecuario hacia expansiones de 5,7% (vs. 0,5% de 2016), por encima del crecimiento de 1,8% proyectado para la economía como un todo. Desafortunadamente, este buen desempeño responde simplemente a una nivelación de dicho crecimiento agrario, superando las afectaciones climáticas de 2016. Ello implica que dicha dinámica luce difícilmente sostenible para los años 2018-2020, salvo que la nueva administración le diera un verdadero empuje a la dotación de infraestructura, especialmente en las zonas de posconflicto.
La difícil sostenibilidad del repunte en crecimiento se explica por: i) la baja ponderación del agro en el PIB, llegando a 6% (aportando 0,4% al crecimiento de 1,5% en enero-septiembre de 2017); y ii) los rendimientos marginales decrecientes de la renovación cafetera, donde la propia Federación ha venido mencionando que el parque cafetero está trabajando a su máxima capacidad.

Todo ello evidencia la necesidad de priorizar el sector agropecuario de Colombia, más a la hora de pensar en el posconflicto. En particular, debe trabajarse en: i) acelerar la provisión de infraestructura regional (vías secundarias y terciarias), habilitando recursos territoriales; y ii) consolidar una política de inversiones estratégicas de largo plazo, mejorando los derechos sobre la tierra, reforzando el sistema de innovación en el sector y fortaleciendo el marco institucional agrícola.

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