Tranquilo, paciente, lector empedernido, investigador...
Me complace encontrar esta nota en el diario El Heraldo y no dudé en socializarla por aquí por el RADAR.
Me gusta la gente que viene de abajo y llega a puestos respetables, como Jair.
Más de una década y media enseñando en la Norte, pero yo lo conocí enseñando en otra entidad. Para mí, se la ha pasado haciéndolo... enseñando y aprendiendo...
Y una cosa interesante, "no se las pica para nada"... y sigue enseñando... Se parece mucho a uno de sus mejores amigos...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El voceador de periódicos que está a punto de convertirse en doctor
El sociólogo Jair Vega habla de sus años como repartidor de periódico. Acumula quince años como docente en la Universidad del Norte.
“Lo primero que hacía era leer el periódico y, como
sabía cuál era la sección que le gustaba a cada persona, intentaba
acercarme a ellos hablando de las noticias que les interesaba”.
De esa
forma empieza a contar su experiencia como voceador de prensa Jair Vega,
un huilense que pisó suelo barranquillero por primera vez hace treinta
años.
A los 18 llegó a la capital atlanticense proveniente de La Plata, su municipio de origen. En ese momento se preguntaba qué hacer mientras comenzaba sus estudios de Sociología en la Universidad Simón Bolívar. No tenía empleo, pero un bombillo se encendió en su mente al recordar que uno de sus tíos repartía periódicos en el barrio Galán.
Vio en ese oficio una oportunidad para aprovechar el tiempo libre,
teniendo en cuenta que sus clases empezaban a las 6:00 de la tarde. “No
tenía otra opción y debía hacer algo para ganar dinero. Estaba buscando
algo que me permitiera estudiar y trabajar, por eso pensé que me
convendría vender periódicos porque me desocuparía temprano y tendría
todo el día para mis otras actividades”, cuenta.
Y lo hizo.
En 1986 empezó su aventura como vendedor de EL HERALDO, recorriendo los barrios Galán, Universal, El Limón y La Magdalena. Tuvo que armarse de valor para visitar casa por casa a sus potenciales clientes a ofrecer su servicio. “Me presentaba ante ellos, les decía que era estudiante de Sociología y que repartiría periódicos en el sector”, dice con la emoción que le produce ese recuerdo.
Aunque cree que algunos compraban el diario por pura solidaridad, afirma que disfrutaba la oportunidad de relacionarse con nuevas personas. Por si fuese poco, contaba con tan buena suerte que solía vender los cien periódicos con los que salía a pedalear a bordo de su bicicleta entre 4:00 y 7:30 de la mañana.
Lo mejor del horario es que después de cumplir esa misión –por un año y medio– podía sumergirse durante cinco horas en uno de sus universos predilectos: la literatura. Lo hacía en la biblioteca de Comfamiliar, donde también aprovechaba para almorzar la mayoría de los días.
Repartir diarios le dejó, incluso, una anécdota que prefiere recordar
entre risas. “Tuve una novia que cuando le conté que vendía el
periódico me dejó. Fue algo que le dije con orgullo, pero a ella le
pareció terrible. Hay gente que le parece que hacer ciertos oficios en
los Estados Unidos es divertido, pero en Colombia son denigrantes”,
anota.
Vega recibió su título de sociólogo en 1990, trabajó en una fundación, fue catedrático y hoy profesor de planta de la Universidad del Norte. Tiene una Maestría en Estudios Políticos y en la actualidad es candidato a doctor en Comunicación de la misma institución.
Es columnista ocasional de este diario, sigue disfrutando la formación de sus estudiantes y le apasiona la investigación.
Fue voceador de periódicos y hoy está a las puertas de una nueva cosecha académica. Pese a ello, sostiene que los títulos no lo deslumbran. “Siempre he creído que el que sabe, sabe; y el que no sabe, es doctor. Cuando una persona tiene que decir que es doctor para que le crean, está mal. Los títulos son algo importante, pero no son lo que me hacen mover”, puntualiza Vega.
A los 18 llegó a la capital atlanticense proveniente de La Plata, su municipio de origen. En ese momento se preguntaba qué hacer mientras comenzaba sus estudios de Sociología en la Universidad Simón Bolívar. No tenía empleo, pero un bombillo se encendió en su mente al recordar que uno de sus tíos repartía periódicos en el barrio Galán.
Vio en ese oficio una oportunidad para aprovechar el tiempo libre,
teniendo en cuenta que sus clases empezaban a las 6:00 de la tarde. “No
tenía otra opción y debía hacer algo para ganar dinero. Estaba buscando
algo que me permitiera estudiar y trabajar, por eso pensé que me
convendría vender periódicos porque me desocuparía temprano y tendría
todo el día para mis otras actividades”, cuenta.Y lo hizo.
En 1986 empezó su aventura como vendedor de EL HERALDO, recorriendo los barrios Galán, Universal, El Limón y La Magdalena. Tuvo que armarse de valor para visitar casa por casa a sus potenciales clientes a ofrecer su servicio. “Me presentaba ante ellos, les decía que era estudiante de Sociología y que repartiría periódicos en el sector”, dice con la emoción que le produce ese recuerdo.
Aunque cree que algunos compraban el diario por pura solidaridad, afirma que disfrutaba la oportunidad de relacionarse con nuevas personas. Por si fuese poco, contaba con tan buena suerte que solía vender los cien periódicos con los que salía a pedalear a bordo de su bicicleta entre 4:00 y 7:30 de la mañana.
Lo mejor del horario es que después de cumplir esa misión –por un año y medio– podía sumergirse durante cinco horas en uno de sus universos predilectos: la literatura. Lo hacía en la biblioteca de Comfamiliar, donde también aprovechaba para almorzar la mayoría de los días.
Vega recibió su título de sociólogo en 1990, trabajó en una fundación, fue catedrático y hoy profesor de planta de la Universidad del Norte. Tiene una Maestría en Estudios Políticos y en la actualidad es candidato a doctor en Comunicación de la misma institución.
Es columnista ocasional de este diario, sigue disfrutando la formación de sus estudiantes y le apasiona la investigación.
Fue voceador de periódicos y hoy está a las puertas de una nueva cosecha académica. Pese a ello, sostiene que los títulos no lo deslumbran. “Siempre he creído que el que sabe, sabe; y el que no sabe, es doctor. Cuando una persona tiene que decir que es doctor para que le crean, está mal. Los títulos son algo importante, pero no son lo que me hacen mover”, puntualiza Vega.
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