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@radareconomico1

Este soy yo: Alberto Salcedo Ramos
PERIODISTA, 49 AÑOS, BARRANQUILLA, COLOMBIA
> Hay que generar memoria.
 No tengo autoridad para emitir juicios sobre la cobertura que los 
colegas mexicanos han dado al caso de Ayotzinapa, pero me parece que son
 periodistas valientes y que muchos de ellos han corrido riesgos con tal
 de hacer visible esta situación.
> Siempre he dicho que en Colombia
 hay mejores periodistas que medios, y esto es válido para toda América 
Latina. Siempre ha habido alguien que levante la voz para denunciar y 
ser capaz de contar algo que le genera asombro.
> Me sorprende visitar México y escuchar lo que me cuentan los periodistas,
 porque siento que no estoy descubriendo historias sino 
redescubriéndolas, que me están platicando algo que ya viví en mi país. 
La guerra del narcotráfico es una calca del conflicto que hubo y que 
sigue habiendo en Colombia.
> Hoy los narcos han aprendido a bajar el perfil,
 pero el problema continúa por una razón muy sencilla: mientras haya 
alguien que explaye las fosas nasales en demanda de droga, habrá alguien
 que la proveerá.
> Lo único que provoca una guerra represiva contra el narcotráfico es más narcotráfico,
 con el agravante de que además se produce barbarie y terror. Los países
 productores ponen la droga y la sangre, mientras que los países 
consumidores ponen las fosas nasales y el dinero.
> Ciertos fenómenos sociales necesitan perspectiva histórica.
 Cuando ésta no existe, simplemente se hace periodismo “en caliente”, de
 corto plazo, donde el periodista no contribuye a que la gente entienda 
lo que está pasando. No basta con informar: hay que ayudar a entender un
 problema. Ese es el tipo de periodismo que hay que hacer.
> Hay una frase de mi abuelo que me encanta y
 que uso como mandamiento de vida: “El que quiere besar, busca la boca”.
 Hay que hacer la gestión y comprometerse: si eres periodista y quieres 
contar historias, no puedes esperar a que un medio diga que quiere 
apoyarte. Si te pones a esperar eso, te vas a morir sin poder contar 
nada.
> El periodismo es un compromiso individual.
 He conocido a montones de colegas que me dicen que quieren contar algo,
 pero cuando les pregunto dónde está la historia me responden que no la 
tienen. Dicen que están esperando a alguien que les diga: “Aquí están 
las páginas, escribe”. Pero eso nunca va a pasar. Eso sería como ponerse
 debajo de un árbol con la boca abierta y esperar a que un mango se 
desplome. Eso sólo pasa en los cuentos de hadas.
> Siempre me han interesado las mismas historias: aquellas
 en las que se ven los conflictos del ser humano. La tragedia que golpea
 a mi comunidad y que también es mi tragedia. Además me gustan las 
historias relacionadas con la cultura popular, la comida, la música y la
 vida de un contador de cuentos callejero, un payaso o un mimo. Me 
interesan mucho los personajes que podría encontrarme en la tienda de mi
 barrio si fuera a comprarme un chicle. Me gusta el tipo de individuo 
que parece heroico por lo ignorado que es.
> Hay una definición de periodismo que me encanta,
 de Gilbert Chesterton: “El periodismo consiste en decir ‘Lord Jones ha 
muerto’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. Pienso que el 
trabajo de un periodista consiste en contarle a la gente quién es Lord 
Jones antes de que Lord Jones se muera.
> Hoy me gusta más releer que leer. Estoy
 en un momento en el que suelo deshacerme de libros en lugar de 
atesorarlos. Descubrí que los libros tienen vida propia y crecen de 
manera perniciosa. En este oficio viajo mucho, y al volver tengo una 
desazón, porque la maleta pesa más que el avión en el que voy a viajar. 
He comprendido con tristeza que no puedo leer todos los libros que la 
gente quisiera, y por eso tengo que escoger. Creo en la posibilidad de 
que un lector se encuentre con un libro espontáneamente, lo reconozca y 
lo haga parte de su vida.
> Busco un periodismo que cuente lo que ocurre, en
 el que todo sea verificable. [Gabriel] García Márquez decía: “Una gota 
de ficción contamina un océano de realidad”. Entonces, hay que evitar 
esa gota de ficción. En el periodismo narrativo estamos cerca de la 
ficción en la forma, no en el fondo, porque la realidad es la que nos 
provee los hechos que contamos. Por eso digo que una crónica es un 
cuento con datos reales.
> No hay nada peor que un perro viejo, porque
 se vuelve descarado, cínico y ya no se quiere levantar para ladrar y 
morder. Siempre les digo a mis amigos editores que me ayuden a no 
convertirme en ese perro viejo, que me tiren piedras y me espanten 
cuando vean en mí una actitud que les parezca similar.
> El cumplido más lindo que me han hecho fue
 de una persona que no había leído mi trabajo. Me lo dijo la hija de un 
gran amigo mío, periodista, que se llama Gustavo Arango. Cuando ella 
tenía 12 años su padre me invitó a comer a su casa. Mientras yo hablaba,
 la niña me escuchó. Entonces se acercó y me dijo: “Oye, Salcedo Ramos, 
¿tú por qué eres tan divertido?”. Eso me encantó, porque la niña no 
necesitó leerme. Le dije a su papá: “Quiero creer ese piropo de tu hija.
 Quiero creerlo”.

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