Desde dirigentes gremiales hasta presidentes ejecutivos de toda índole, presidentes de Colombia y también de gerentes y presidentes de organizaciones periodísticas hay que decir "que son responsables de lo bueno, regular o malo que se presente durante la gestión"... y en eso estoy de acuerdo con Fernando Arteta...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Todos en el suelo o...
Por: Fernando Arteta
Sábado 07 de Mayo de 2016 - 12:05am
Hice parte durante mucho tiempo de varias juntas directivas. En todas lo hacía en representación de las empresas en las que trabajaba, por lo que mi participación seguía lineamientos generales de mi propia junta directiva pero actuando siempre con criterio propio en la toma de decisiones. Era relevante participar como miembro de juntas y más si estas eran consejos de dirección de prestantes empresas de la región y el país. Tuve jefes con gran experiencia en el manejo de este tipo de foros y aproveché su recorrido para aprender del comportamiento en esas reuniones.
Con el tiempo empecé a asistir, ya como socio, personalmente o a través de otras empresas, y fui más consciente de la responsabilidad de mis actuaciones. Después de algunas adiciones y aclaraciones en la normativa pertinente, los organismos que dirigen las actuaciones societarias fueron explícitos y taxativos en lo atinente a las responsabilidades de los directores que, en el momento de ser elegidos y luego de haber aceptado, se convierten en coadministradores de la empresa en la que se inician como miembros del consejo de dirección. Esto quiere decir que son responsables, tanto como el gerente o presidente ejecutivo, en lo bueno, regular o malo que se presente durante la gestión.
Por eso, son lamentables las situaciones que se presentan cada día más, cuando afloran anomalías en empresas públicas y privadas en la medida que trascienden por lo irregular. Vamos desde los 5 mil millones de dólares de Reficar hasta las denuncias a un director de gremio, pasando por la cartelización de los papeles de los parientes o el ministro de Minas. Aunque los casos son distintos y alcanzan dimensiones de envergaduras diferentes, el factor común es la salida, a las buenas o a las malas, de los gerentes, directores, presidentes o representantes legales de las compañías que, si bien son responsables, reciben la descarga de sus superiores que pecaron también por omisión, defecto o exceso de confianza.
Nuestro sistema político, societario –público y privado– está en mora de hacer cumplir las responsabilidades inherentes a las funciones de cada organismo, ya sean junta directiva o de socios, consejo de ministros y hasta el mismo presidente de la República. Da pena ajena verlos pavoneándose, pantallando, para luego pasar agachados unos, y a otros echando las culpas a subalternos y antecesores de las embarradas –que al menos han debido conocer– cometidas por las administraciones de las que hacen parte.
Lo que sí no puedo entender son las excusas públicas que presentan algunos en las que, después de haber metido las patas y las manos, creen que con solo pedir perdón están solucionando los garrafales errores.
Después critican las negociaciones de La Habana, perdón y olvido igual para crímenes de lesa humanidad que para delincuentes sociales elegantes.
¡Que viva la impunidad!
fernandoarteta@gmail.com
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