Esta columna de César Lorduy, llama la atención, precisamente sobre ese tema: "¿Contratistas o enemigos?".
Los contratistas deberán evitar que abogados respetables como César duden de sus intenciones.
Además, si pretenden mantener sus negocios en la capital del Departamento del Atlántico deben actuar con grandeza.
Esperemos que estas situaciones puedan solucionarse y que los contratistas sean nuestros aliados para que Barranquilla sea una excelente urbe.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Sábado 14 de
Mayo de 2016 - 12:06am
¿Contratistas o enemigos?
Por:
César Lorduy
Barranquilla se
esfuerza para obtener los recursos que permitan construir obras en beneficio de
la comunidad y esta, con el pago de los impuestos, contribuye a que las mismas
sean una realidad.
Al final, la
suma de unos y otros permite que las obras sean adjudicadas al mejor
proponente, que recibe en nombre de la ciudadanía el honor de realizar la
construcción con las especificaciones y tiempos ofertados.
Los contratistas
de obras públicas no nos hacen ningún favor. Ni nos están regalando nada. Pero
la demora en las obras, en algunas ocasiones; la falta de planeación y visión
para evitar mayores perjuicios, o si la obra no se hace, indicarían, por el
contrario, que les debemos agradecer y premiar por el daño que causan.
La famosa
cláusula general en la que los contratistas hacen constar que han estudiado
cuidadosamente el objeto y la naturaleza del contrato, así como todos los
factores que inciden o pueden incidir en la calidad y cantidad de la obra,
tales como ubicación, localidad, condiciones del clima presentes y futuras,
cantidad y tipo de medios de producción, y demás elementos que se requieren al
inicio, durante y al terminar el objeto contratado, parece que desapareciera
apenas se ganan la licitación.
En su reemplazo
surgen, hoy con mayor frecuencia, los imprevistos y eventos de fuerza mayor y/o
caso fortuito, y casi que con sorpresa uno llegaría a pensar que los famosos
hechos mal llamados “obras de Dios y de la naturaleza” se empecinan con algunos
contratistas en Barranquilla, porque no de otra manera uno justifica que se
esfuercen en causar el máximo riesgo posible a los habitantes y a la actividad
comercial y empresarial en la zona de una construcción.
Dos botones que
muestran lo anterior son la restauración vial de 1,7 kilómetros desde el
Corredor Portuario, entre la glorieta de la carrera 38 con Avenida Hamburgo y
su respectiva conexión hacia la calle 30, que tiene casi paralizadas a las
empresas del sector, a la Zona Franca y al Puerto de Barranquilla. Lo único que
hasta ahora ha producido esta obra, porque simple y llanamente el contratista
no se comporta como un aliado de la ciudad, es congestión vehicular, pérdida de
productividad y mayores costos a las empresas que nadie reembolsará.
Y la
construcción de 1.300 metros de un simple canal de drenaje en la Vía 40, frente
a Las Flores. Esta obra, además de los perjuicios antes mencionados, según los
habitantes del sector, pone en riesgo la vida de niños y jóvenes que transitan
el lugar. Incluso habría que sumarle el posible deterioro de las vías internas
del barrio, que con esfuerzo pavimentó la Alcaldía, por el mayor paso de
tractomulas y camiones que deben desviar su recorrido.
Si tales obras
causan estos impactos negativos, que nadie ignora por ser vías vitales para la
comunidad y la actividad empresarial, lo que se espera de quien ha sido honrado
con el contrato, es que corrija pronto y se comporte como un aliado de
Barranquilla y no como su enemigo.
@clorduy
clorduym@gmail.com
clorduym@gmail.com
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