Solamente es quedarse un rato con él y en esa conversación usted puede obtener información relevante para la capital del Atlántico.
Jairo Buitrago, no solamente es fotógrafo.
Es un excelente narrador de la historia de la vida, de Barranquilla y de Colombia...
Es bueno leerlo lo que nos cuenta a través de La Cháchara, escrito por Francisco Figueroa.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Jairo “Gancho” Buitrago, con “fuego en el corazón”
Francisco Figueroa el CrónicasMantiene intacto el vigor y entusiasmo desde cuando comenzó a trabajar la fotografía hace 50 años en el Diario El Nacional.
Por Francisco Figueroa Turcios
Jairo Buitrago Oliva es, sin la menor duda, uno de los más versátiles reporteros gráficos del país. Hombre recursivo, audaz, incansable y disciplinado, se ha ganado el cariño y el respeto de todos los medios en donde ha laborado durante más de medio siglo, siempre con fuego en el corazón.
Sus comienzos fueron como ayudante del fotógrafo de planta del hotel El Prado, el difunto Johnny Castro. Y de allí pasó como laboratorista a El Nacional, un aguerrido vespertino fundado y dirigido por el ya fallecido veterano periodista Julián Devis Echandía. En el citado vespertino, del cual ya, lamentablemente, empiezan a borrarse hasta los recuerdos, Jairo Buitrago perfeccionó su ojo clínico y excelente pulso firme para la fotografía periodística de calidad.
De allí fue llamado por las directivas de Diario del Caribe, un matutino de una brillante calidad en sus contenidos, diseño y fotografía, editado por el genial escritor y periodista barranquillero (ya fallecido), Álvaro Cepeda Samudio, con el talentoso cineasta y escritor Julio Roca Baena como asistente. El maestro Cepeda dejó toda una escuela. Los difuntos Carlos Castillo Monterrosa, Jairo Avendaño, Fabio Poveda Márquez. Además a Joao Herrera Iranzo, Rafael Sarmiento Coley, el fotógrafo Alfredo Robles Pérez, José Orellano Niebles y Jairo Buitrago Oliva, entre otros.
Como era joven y extremadamente flaco por lo inquieto, tanto que casi siempre se olvidaba de almorzar, de repente en la redacción del Diario del Caribe alguien dijo: “¡Carajo! Jairo está tan flaco que parece un gancho de tumbar guayabas”. Y así se quedó para siempre. El “Gancho” Buitrago.
Era muy joven, pero de una disciplina y una laboriosidad envidiables. No tenía vicios, lo cual era una enorme ventaja frente al resto de la patota que, tan pronto culminaban las labores en cada madrugada (en esa época los periódicos se hacían en caliente, con plomo derretido en unos linotipos en los cuales se escribían las letras en unos moldes que luego se colocaban en unos tablones inclinados llamados ‘galeras’), se iba de farra hasta el medio día.
Del Diario del Caribe, que fue cerrado por una lamentable huelga sindica, Jairo pasó a El Espectador, luego a El Heraldo y actualmente colabora en este portal www.lachachara.co
Soñaba,
 en su pubertad, con ser un prestigioso abogado para continuar la 
tradición de su familia, entre ellos la de su padrasto, Alejandro 
Gutiérrez Ripoll, que fue magistrado en la Capital de la República.
Sin proponérselo,
 el magistrado Alejandro Gutiérrez fue determinante para que Jairo 
Buitrago  incursionara en el mundo del periodismo. Jairo Buitrago 
recuerda con pelos y señales ese episodio que marcó la historia de su 
vida: “El frío en Bogotá me deprimía, me hacían falta el ambiente de 
Barranquilla y mis amigos. Tomé la decisión de regresar, obviamente a 
escondidas de mis padres porque ellos no aprobarían mi retorno a la 
Capital del Atlántico”. No tenía los recursos económicos para comprar el
 pasaje. “Comencé a esculcar el escritorio de mi padrastro, Alejandro 
Gutiérrez, y encontré un pasaje en avión con ruta abierta. No lo dudé un
 segundo, tomé el tiquete e hice la reserva. Salí como de costumbre para
 el colegio, pero en vez de llevar  libros en el maletín, iba lleno de 
la ropa que pude acomodar”.
Jairo “Gancho” Buitrago
“Y, precisamente, fue la última opción que dejaron para llamar 
indagando por mi paradero. Cual sería su sorpresa cuando se enteraron 
que estaba en Barranquilla”.  Jairo Buitrago hace un pare en el relato 
para atender una llamada telefónica. Tres minutos más tarde, continúa el
 relato.
“Mi padrastro no dudó en tomar el primer vuelo el día siguiente 
para Barranquilla. Cuando llegó no expresó ninguna palabra. A los pocos 
minutos me tomó de la mano y me dijo:  ‘jovencito, por favor 
acompáñame’. Me llevó a la sede del Diario El Nacional. Pidió 
entrevistarse con Julián Devis Echandía, director del periódico, que era
 su amigo personal. Entramos los dos a la oficina de la Dirección de El 
Nacional. Alejandro Gutiérrez le pidió el favor a don Julián, quien 
estaba allí al lado de su esposa, doña Lola Pereira de Devis, que me 
pusiera a trabajar en lo que fuera.  Mi padrastro no ocultaba la rabia 
que tenía por mi acto de rebeldía. Don Julián me echó la mano en el 
hombro y me preguntó el nombre y me dijo: Joven a partir de la fecha 
usted será el patinador de la redacción con la dirección del periódico”.
 Eso  fue el 15 febrero de 1964, en plena temporada de carnaval”, 
recuerda Jairo Buitrago.
Incursión en la fotografía
Jairo Buitrago Oliva
Jhonny Castro al ver el interés de 
Jairo por la fotografía lo invitaba a que lo acompañara a hacer las 
fotos sociales en horas nocturnas. Cuando Jhonny vio que el joven flaco 
se defendía tomando fotos, le dio esa responsabilidad mientras que él se
 sentaba a disfrutar del evento social.
La prueba de fuego que tuvo Jairo fue el 15 de junio de 1965 cuando
 asesinaron a una señora en Soledad y en el momento en que llamaron a la
 dirección del periódico para informar la noticia, no había ningún 
fotógrafo.
“Don Julián estaba furioso porque no estaba Jhonny Castro, Benjamín
 Gómez, Jorge Cera, ni Alvaro Santamaria. Uno de los redactores que 
sabía que Jairo Buitrago ya hacia sus pininos en la fotografía, se 
acercó donde el director y le dijo: “Envíe a Jairo a tomar la foto, el 
Jhonny le enseñó a manejar la cámara fotográfica”.
Jairo cuenta entonces lo que ocurrió: “Don Julián me llamó y me 
preguntó: ‘¿usted se le mide ir a tomar las fotos a una señora que 
asesinaron?’. Lo miré  y con vehemencia le respondí que sí. Cuando 
regresé y revelaron las fotos Don Julián se quedó sorprendidos con mis 
fotografías y me dijo: ‘a partir de hoy usted entra a la planta de 
fotógrafos de El Nacional’.
En el año 1969, Saúl Gómez que dirigía la agencia fotográfica 
Scopell, conociendo las capacidades de Jairo Buitrago no dudó en 
contratarlo para reforzar el equipo. Jairo sólo dura tres años con 
Scopell ya  en el año 1972 fue contratado por Diario del Caribe, donde 
permanece hasta 1986 cuando cierran este medio periodístico.
El  “Gancho” Buitrago como lo bautizó  el periodista Rafael 
Sarmiento Coley, no demoró un sólo día sin trabajar porque comenzó a 
laborar en el Diario El Espectador. Su etapa final trabajando en los 
periódicos fue en Diario El Heraldo, cuando ingresó en el año 1988 hasta
 el año 2011, cuando salió pensionado.
Anécdota
En sus cincuentas años de vida periodistica, Jairo Buitrago tuvo 
muchas anécdotas con relación a su actividad fotográfica. De esos hechos
 uno que le marcó en su vida y que aún no le ha encontrado una 
justificación fue el que le sucedió el 20 de mayo de 2008 cuando fue 
agredido y esposado por un policía cuando cubría la audiencia que le 
iban a formular cargos contra Margarita Afanador, quien el 2 abril, 
cuando conducía una camioneta BMW, atropelló y causó la muerte a una 
mujer y a su hijo de 10 años, que iban en una motocicleta.
“Alcancé a tomar dos fotografías, de 
repente el policía de servicio en la sala de audiencia me solicitó que 
saliera y que borrara las fotos. Obviamente me negué, porque este es un 
trabajo legal. Ante mi negativa me empujó y me sacó de ese recinto, me 
esposó y me ‘paseó’ por las calles aledañas al palacio de justicia como 
si fuera un delincuente.
Fui conducido luego a una estación de 
Policía, donde lo hicieron firmar un documento en el que constaba que 
había comparecido allí voluntariamente y que no había sido victima de 
maltrato”, recuerda Jairo Buitrago.
Cincuenta años dedicado de cuerpo y 
alma a la fotografía, y Jairo Buitrago no ha perdido los bríos, tiene 
“fuego en el corazón” como si fuera a tomar la primera foto cuando 
Jhonny Castro le prestaba su cámara para que lo reemplazara cubriendo 
los eventos sociales del Diario El Nacional.
     
          
            
    



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