Sin embargo, se está complicando porqué no ha entendido el mundo bursátil.
¿Quién le explicará?
Esta columna que nos envía desde Miami, mi apreciado amigo Ricardo Rocha, nos explica que a pesar de sus capacidades, los chinos deberán empezar a buscar asesoría, porque los problemas bursátiles se mantendrán un largo rato en su economía.
Esperemos que les vaya bien...
Leamos a Leo Zuckerman para ir entendiendo el rollo chino.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico
Capitalismo a la china
por Leo Zuckerman
Un
Estado ausente permitió que el mercado accionario se convirtiera en un
casino. Muchas de la bolsas de ese país crecieron exorbitantemente en el
último año.
Nadie puede negar que la apertura de China al capitalismo fue un éxito. La decisión de Deng Xiaoping de
abandonar el sistema económico comunista ha sido una de las
transformaciones más importantes de nuestra época. Los comunistas chinos
se abrieron al mercado. Pero en algunos casos lo dejaron operar sin
regularlo y en otros abusaron de la regulación del Estado. Hoy estamos
viendo las consecuencias negativas de este capitalismo a la china, que
tiene el potencial de generar movimientos sociales que desestabilicen al
gran gigante asiático.
Por un lado está un Estado ausente que permitió que el mercado accionario se convirtiera en un casino. Muchas de la bolsas de ese país crecieron exorbitantemente en el último año. En mayo, The Economist daba cuenta de la sobrevaluación. La Bolsa Shenzhen, donde cotizan las firmas tecnológicas, tenía un promedio en el múltiplo precio/utilidad de 64, cuando un 25 se considera como una acción cara en la mayoría de los mercados internacionales. En los títulos listados en ChiNext, las valuaciones ya eran similares a las que tuvo el Nasdaq estadunidense antes de que reventara la burbuja de las dot.com a principios de este siglo. The Economist daba ejemplos de los absurdos precios de las acciones: “una compañía de comida para mascotas se estaba cotizando a 221 veces sus utilidades, una que producía saunas a 285 y un manufacturero de ventiladores a 732”.
Por un lado está un Estado ausente que permitió que el mercado accionario se convirtiera en un casino. Muchas de la bolsas de ese país crecieron exorbitantemente en el último año. En mayo, The Economist daba cuenta de la sobrevaluación. La Bolsa Shenzhen, donde cotizan las firmas tecnológicas, tenía un promedio en el múltiplo precio/utilidad de 64, cuando un 25 se considera como una acción cara en la mayoría de los mercados internacionales. En los títulos listados en ChiNext, las valuaciones ya eran similares a las que tuvo el Nasdaq estadunidense antes de que reventara la burbuja de las dot.com a principios de este siglo. The Economist daba ejemplos de los absurdos precios de las acciones: “una compañía de comida para mascotas se estaba cotizando a 221 veces sus utilidades, una que producía saunas a 285 y un manufacturero de ventiladores a 732”.
En
la mayoría de los mercados de China continental sólo pueden participar
inversionistas individuales locales. No pueden entrar los
institucionales (éstos operan desde la bolsa de Hong Kong). Millones de
chinos son los que tienen cuentas bursátiles individuales. Con la gran
liquidez que ha existido en ese país en las últimas épocas, la gente ha
invertido su dinero en un mercado esperando retornos propios de un
casino. La sobredemanda de títulos generó un incremento absurdo de los
precios.
Ya en mayo, The Economist adelantaba que la burbuja reventaría. Sólo se preguntaba cómo y cuándo. Pues bien, ya está reventando. Estos días los mercados chinos han estado en picada. Ayer perdieron más valor en capitalización de mercado de lo que produce toda la economía griega que tiene a Europa colgada del alambre.
Ya en mayo, The Economist adelantaba que la burbuja reventaría. Sólo se preguntaba cómo y cuándo. Pues bien, ya está reventando. Estos días los mercados chinos han estado en picada. Ayer perdieron más valor en capitalización de mercado de lo que produce toda la economía griega que tiene a Europa colgada del alambre.
Irresponsablemente,
el gobierno chino dejó crecer esta irracionalidad exuberante. Ahora
está interviniendo, muy tarde, para corregir el problema. Y, en lugar de
buscar un aterrizaje suave, ha ordenado ineficaces medidas para evitar
el desplome bursátil. Primero bajaron las tasas de interés. Luego
limitaron el número de transacciones que se podían realizar,
suspendieron la emisión de nuevas acciones, inyectaron fondos del Estado
para comprar títulos, presionaron a que los intermediarios también
adquirieran más y quitaron regulaciones para que las compañías de
seguros invirtieran en estos mercados.
Pero
los mercados son implacables: como irracionalmente suben,
irracionalmente bajan. Es el efecto de “concurso de belleza” del que
tanto hablaba Keynes.
Ahora todos quieren vender y nadie comprar. Ayer se tuvo que suspender
la venta de las acciones. Al parecer, ya nada detiene el crackbursátil.
Desesperado, el gobierno ordenó que los propietarios con más del 5% de
las acciones de una compañía no puedan deshacerse de sus posiciones.
La
falta de regulación en este mercado contrasta con la mala regulación en
otro. Burocráticamente, desde Pekín, decidieron la construcción de
ciudades en áreas rurales donde predominaba una producción agropecuaria
muy precaria. A los campesinos les quitaron sus tierras y los mudaron a
otras zonas del país. Al cabo de poco tiempo, construyeron nuevas urbes
con decenas de torres de vivienda. Hace poco vi un reportaje en HBO que
hablaba de estas ciudades fantasma. Nadie quería vivir ahí. La mayoría
de los edificios estaban vacíos.
Pero en otras ciudades ya habitadas de China, los burócratas restringieron la construcción de viviendas. Esto produjo otra burbuja especulativa en el mercado de los bienes raíces: los precios crecieron de manera exorbitante. La reacción del Estado para desinflar la burbuja fue restringir la compra de propiedades a una sola por familia. Sin poder invertir en el mercado inmobiliario, la gente con dinero trasladó sus ahorros a otros instrumentos… como acciones que empezaron a subir como la espuma. Así opera el capitalismo a la china que muchos quisieran emular en México.
Pero en otras ciudades ya habitadas de China, los burócratas restringieron la construcción de viviendas. Esto produjo otra burbuja especulativa en el mercado de los bienes raíces: los precios crecieron de manera exorbitante. La reacción del Estado para desinflar la burbuja fue restringir la compra de propiedades a una sola por familia. Sin poder invertir en el mercado inmobiliario, la gente con dinero trasladó sus ahorros a otros instrumentos… como acciones que empezaron a subir como la espuma. Así opera el capitalismo a la china que muchos quisieran emular en México.
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