martes, 11 de marzo de 2014

Corrupción y elecciones POR: JAIRO PARADA

Jairo Parada, habla del tema en este espacio.

RADAR,luisemilioradaconrado
Pd: leer el aviso, al final... 
 


Corrupción y elecciones
POR: JAIRO PARADA
Al pasar la jornada electoral, el ciudadano informado puede sentirse un poco desanimado frente a los resultados, pues es muy probable que lo anticipado, efectivamente ocurrió. Las maquinarias clientelistas hicieron ver su poder, y decidieron sobre la composición del Congreso. Este Congreso en particular es muy importante, pues le toca definir el apoyo jurídico al posconflicto si las negociaciones de paz siguen sin problemas. En esto, el futuro es incierto y nadie puede estar seguro de nada. Como decía Keynes, lo único cierto del futuro es que algún día estaremos muertos
 
Los recientes acontecimientos nacionales han inundado de escepticismo al ciudadano promedio, pues de la corrupción en este país ya no se salvan ni las cortes ni los militares, las dos únicas organizaciones institucionales del estado que guardaban alguna credibilidad ante los colombianos.  Esta situación ya le ha cobrado puntos de aceptación a la dupla oficial Santos - Vargas Lleras, la cual en esencia combina su continuismo en el modelo económico, más algo de gasto en vivienda popular, y el esfuerzo serio por el proceso de paz, sin duda casi lo único que tiene para mostrar. Las otras opciones poco marcan en la mente de los colombianos, lo cual lamentablemente, a menos que haya sorpresas, nos llevarán  a un resultado predictible por sustracción de materia, por mediocridad del actual estado de cosas.
  
A pesar de lo anterior, el ciudadano no debe perder la perspectiva, y dejarse llevar por excesivo pesimismo, o exagerado optimismo. Para los pesimistas, no hay nada que hacer, todas las elecciones son básicamente compra de votos. La realidad dista de ello. Se estima que se compra un 30% de los votos, el resto hay que ganárselo a punta de relaciones, contactos, amigos, presión en las empresas que se controlan, dádivas, etc. Un 30% se mueve más en la libre opinión pero como hay muchos candidatos de opinión, todos terminan ahogándose.  La ley de los grandes números termina imponiéndose.  Para los optimistas, pues nuestra democracia es ejemplar y el ciudadano decide, lo cual queda en la formalidad de los discursos y la belleza de las leyes. Cada elección deja un balance pobre con respecto a los responsables de la compra de votos, a pesar de los despliegues de fiscalía, policía y procuraduría.  Esta última es eficiente para destituir a Petro pero hace muy poco para limpiar las elecciones de tanta corrupción.
 
La verdad es que hacer política en Colombia es muy costoso. Se sabe que un senado o una cámara vale miles de millones de pesos, por muy honesto que sea el candidato. Lo anterior impone los ajustes institucionales a nuestros procesos democráticos. Los políticos de hoy se eligen no tanto a través de los puestos como en el pasado, sino a través de la contratación pública.  Concesiones y contratos de obras bien repartidos garantizan que el político sea financiado con algunos miles de millones que dichos contratistas le pasan antes de elecciones. De ahí que la mermelada sea clave, y con concesiones a 20 años, se reeligen indefinidamente sin ningún problema, es decir, con nuestros tributos (peajes, impuestos, tarifas) estarán allí, y sus descendientes, indefinidamente.

Lo anterior implica que para reducir estos niveles de secuestro de la democracia por parte del dinero, toca hacer una reforma política fuerte. Es necesario eliminar el voto preferente, fortalecer los partidos - los cuales deben financiar sus candidatos- reformar la votación de senadores y representantes, concejos y asambleas por distritos electorales, en fin modernizar la política. De lo contrario, corrupción y política seguirán liquidando esta frágil democracia nuestra.

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