En
 pocas horas viajaré a Madrid a vivir uno de los momentos más 
importantes de mi vida profesional. 
Quiero darles las gracias a mis 
editores: sin su mano tendida jamás me habría hecho oír. Gracias a mis 
amigos de siempre, los que estuvieron ahí desde el principio. Gracias a 
los que llegaron después. Gracias a mi familia, en especial a mis hijos,
 que se han comido muchas verdes a lo largo del viaje. Gracias a mis 
personajes, a todos mis personajes, por haberme tenido paciencia, por 
haberme abierto las puertas. Sin su generosidad, mi maleta estaría 
vacía. Gracias al periodismo por todo lo me ha dado. Gracias a mis 
colegas cronistas que me han ayudado a multiplicar este grito. Gracias a
 mis lectores. Gracias a todas aquellas personas que me han querido y 
soportado (no soy un tipo fácil). 
 
Gracias a aquellos que no me 
conocen y, sin embargo, me buscan con cierto cariño a través de lo que 
escribo. A ellos podría dedicarles esta frase de William Saroyan a un 
desconocido: "nunca fuiste un extraño aunque yo no tuviera la menor idea
 de quién eres".
 
 Gracias a todos. Sencillamente, gracias.
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