Un abrazo para él y gracias por acompañarnos en este proceso renovador.
RADAR,luisemilioradaconrado
Crónica
testimonial
Ser
congo es como pertenecer a una tribu
Ser integrante de una danza de congos es
como hacer parte de una tribu. Los “negros congos” muestran un sentido de
pertenencia y cariño por su danza, que no se asemeja al de ningún otro grupo
folclórico del Carnaval de Barranquilla. Esa es un sentimiento que expresan
veteranos como Carlos Maestre, del “Toro Cimarrón de Rebolo”; Alfonso Fontalvo,
de la legendaria “Danza del Torito Ribeño”, los hermanos Barrios del “Toro
Grande de Rebolo”; Manuel Acosta Ojeda,
del “Congo Tigre de Galapa”; Julio Mario Sánchez, del “Congo Reformado
del barrio Pumarejo” o José Vicente Guette,
el casi octogenario director del “Congo Campesino del Atlántico”, uno de
los congos más ancianos que tiene el departamento del Atlántico.
Ese sentimiento se palpa en el orgullo que sentimos en 1996, quienes hacíamos parte del glorioso “Toro Grande de Rebolo”, cuando se logró el mejor puntaje entre los grupos de congos en la “Tarde de Danzas”, cumplida en el Estadio de basquetbol “Elías Chewing”. Ese es el mismo orgullo que expresa el casi octogenario agricultor galapero José Vicente Guette (ya tiene 78 años), cuando resalta que en este año, el domingo 27 de enero, su grupo “Congo Campesino del Atlántico”, obtuvo el puntaje más alto en la “Tarde de Danzas” celebrada en el Estadio “Romelio Martínez”. Es el mismo orgullo que un congo alto, trigueño, de cara redonda, entrado en los 60 años, nos mostraba, gritándonos a los novatos de la danza del “Toro Grande”, en 1993, que “le metiéramos huevos a la bailada” , pues estábamos recorriendo las calles arenosas de Rebolo el Domingo de Carnaval de ese año.
Tal vez,
ese arraigado sentido de pertenencia,
era una de la causas que llevaba a que desde finales del Siglo XIX hasta
mediados de la sexta o la séptima década del Siglo XX, las danzas de congos
protagonizaran, en plena vía pública, violentos combates con sus machetes de
madera, sus garrochas, sus puños y sus pies, cuando se tropezaban en alguna
calle de Barranquilla. Los resultados de
esas trifulcas era lamentable: cabezas rotas, ojos morados, dientes
destrozados, sangre manando de las bocas, golpes en brazos, piernas y glúteos;
pero el trofeo para el ganador de la pelea era algo, visto con los ojos del
Siglo XXI, con un sabor simbólico: la bandera de la danza rival.
Por eso, me sentí afortunado cuando el
Domingo de Carnaval de 1994, el “Toro
Grande de Rebolo” se tropezó con el “Congo Grande de Barranquilla” en las
calles de Siape, cuando ambos grupos folclóricos, se dirigían a buscar su
respectivos puestos para la salida de la Gran Parada. En esa ocasión, como gesto de cortesía, “El
Toro Grande” le cedió el paso al “Congo Grande” y aplaudió a sus integrantes.
No
obstante, más tarde, varios integrantes del “Toro Grande” tuvieron que utilizar
la violencia verbal, cuando una danza de
garabato, que venía “saltando puestos”
intentó arrebatarle el lugar a la danza de congos de Rebolo. Los garabatos, al recibir los insultos por su
comportamiento de avivatos y, sobre todo, al percatarse del tamaño del “Toro
Grande” (casi 300 miembros, entre negros
congos” , mujeres y disfrazados de animales), prefirieron
aguantarse las mentadas de madre y las amenazas de los reboleros. Se marcharon buscando otro grupo más pequeño, al cual pudieran quitarle su sitio.
Congo Grande, el más antiguo. El Congo Grande de Barranquilla, fundado en 1876, es la danza más antigua de la ciudad. Su director actual, Adolfo Maury, nieto de Ventura Cabrera, uno de los legendarios congos del Carnaval, afirma que su danza seguirá cumpliéndole con mucho entusiasmo y alegría a la fiesta máxima de Barranquilla, tal como lo ha hecho a lo largo de sus 137 años de existencia. El “Congo Grande de Barranquilla” tiene su sede actualmente en el barrio Pumarejo, calle 63 No. 20B-100.
Junto al “Torito
Ribeño”, que nació en Rebolo el 20 de
enero de 1878, “El Congo Grande” es una
de las danzas más reconocidas del Carnaval barranquillero. Seguramente,
antaño, por ese sentimiento de pertenencia de los miembros de las danzas
de congos llevado a los extremos, no
podían tropezarse en cualquier calle sin pelear; pero ahora,
las cosas son distintas y como lo asegura Adolfo Maury, él y el director del “Torito Ribeño”, Alfonso
Fontalvo, son grandes amigos, como lo
fueron su abuelo, Ventura Cabrera, y el
propio Fontalvo. Ahora las diferencias y
la supremacía se dirimen en los concursos que se realizan en pre-Carnavales y
en el Carnaval, propiamente dicho.
“Los
muchachos del “Torito Ribeño” y el “Toro Grande”. La danza del
“Torito Ribeño” (que debería llamarse, si le ponemos atención a la gramática,
“Ribereño”) surgió de la molestia de Campo Elías Fontalvo, José Trinidad
Barrios Orozco, el “Chino” Piedaña,
Fulgencio Ramírez Gallardo y otros, quienes fueron rechazados en 1878
por los directores de la danza del “Toro Grande”, porque eran unos “pelaos” y no podían hacer parte de la
agrupación, ya que, de encontrarse con su rival (El “Congo Grande”) se
producirían las inevitables confrontaciones y los adultos no querían que los
jóvenes salieran con sus cabezas sangrantes o con fracturas y golpes en sus
extremidades. Fontalvo y sus jóvenes
amigos, conformaron entonces la popular “Danza del Torito Ribeño”. Comentan los viejos congos de diferentes
grupos, que “El Torito”, desde su fundación,
es “el único grupo folclórico que ha salido en
todos los Carnavales.
Inclusive, cuando en las dos guerras mundiales, las autoridades locales decidieron suspender la fiesta del Dios Momo, “El Torito” prestó oídos sordos a esa orden y desfiló por las calles de Rebolo, del Barrio Abajo y por otros sectores de la Barranquilla de entonces.
Inclusive, cuando en las dos guerras mundiales, las autoridades locales decidieron suspender la fiesta del Dios Momo, “El Torito” prestó oídos sordos a esa orden y desfiló por las calles de Rebolo, del Barrio Abajo y por otros sectores de la Barranquilla de entonces.
Paradójicamente, mientras “El Torito Ribeño”, que nació de las entrañas
del antiguo “Toro Grande” se fortalecía con el paso de los años, “El Toro
Grande” desapareció durante casi todo el Siglo XX. En Soledad intentaron revivirlo a fines de
los años cuarentas, pero ese renacimiento fue breve y desapareció de nuevo. Fue
hasta 1987, cuando esta danza volvió a salir en los Carnavales, comandada por
el hoy difunto José Barrios (el mayor de los Hermanos Barrios de Rebolo) y por
Carlos Maestre, desde su sede de la
calle 17 con la carrera 21.
Rugiendo en el Carnaval. Cuando el legendario “Congo Campesino de Galapa” vino a Barranquilla a bailar en el Carnaval, en 1954, Manuel Acosta Ojeda, quien era un mozalbete para esa época, encontró que las danzas de congo de la ciudad tenían nombres como “El Torito Ribeño”, “El Toro Grande” (que reapareció brevemente para esos años) y que, además de los nombres, en casi todas –incluso en el Congo Grande de Barranquilla- los disfrazados de toros, tenían un papel preponderante. “Eran toros, toros y más toros”, comenta Acosta, quien actualmente dirige al “Congo Tigre de Galapa”.
Por eso, en 1964, cuando acompañado por algunos amigos,
decidió dejar al “Congo Campesino” y conformar otra danza, decidió colocarle un
nombre de un animal agresivo, feroz, con
fortaleza, el nombre de un felino que inspira respeto. “Por eso decidí ponerle Congo Tigre para
diferenciarla de tantos toros”, afirma.
El Congo Tigre es una de las danzas de su
género más destacadas, no sólo del Carnaval galapero y del Carnaval de
Barranquilla, sino de todo el departamento del Atlántico; a lo largo de sus 49
años de existencia, este grupo folclórico ha ganado 84 trofeos, entre Congos de
Oro, menciones honoríficas, el reconocimiento de la Cámara de Comercio de
Barranquilla, así como distinciones obtenidas en Bogotá, el Departamento de
Bolívar y de otras regiones de Colombia, donde se celebran eventos del folclor
nacional.
Viejos campesinos defensores de la Tradición. La danza
“Congo Campesino del Atlántico”, que tiene su sede en Galapa y con 80 años de
existencia, es una muestra de un trabajo
de casi treinta años por mantener “vivo” a este grupo. Su actual director, José
Vicente Guette, encontró al “Congo
Campesino” sólo con siete personas. Al
morir Alberto Barrios Patiño, la danza quedó a cargo de Antonio Polo, quien,
según Guette, “lo dejó caer”. Pero ante
la desbandada, Guette -quien hoy tiene
78 años y muestra en su rostro las profundas arrugas que le han dejado su vida
en las parcelas y en su labor como impulsor cultural de Galapa-, poco a poco fue rearmando a su Congo, que ya
cuenta con más de cincuenta miembros. Para los integrantes del “Congo Campesino
del Atlántico” el salir con su danza en los Carnavales, ya sea en Galapa,
Barranquilla o en cualquier lugar del Atlántico, es una de las cosas más
importantes de su vida.
“Congo hasta que me muera”. Esta es una expresión característica de los
congos. La han dicho Carlos Maestre,
del “Toro Cimarrón de Rebolo”; José
Vicente Guette, del “Congo Campesino del
Atlántico”; Felipe Paul Padilla, “congo
raso” del “Toro Grande de Rebolo”;
Manuel Acosta, del “Congo Tigre
de Galapa” y la dijo y la cumplió José Barrios del “Toro Grande de Rebolo”, fallecido en abril de 2005.
Un ritual común
a todos los grupos de congos es dirigirse todos los Sábados de Carnaval al
camposanto donde están los restos de sus antepasados (la mayoría impulsores de
las danzas), para encomendarse a ellos y a Dios, para que les vaya bien en la
fiesta.
De Luis Emilio Rada Conrado:
ResponderEliminarFabio, me gustó tu escrito y cuando lo leía fui respetando más esa tradición… Uno a veces, aunque es barranquillero, veía los Congos como algo normal… un disfraz más…
Siempre los he respetado, como respeto a todos los seres humanos, pero esa tradición milenaria, prácticamente, merece más apoyo de nuestras autoridades.
Leyendo tu escrito, me preguntaba: “¿Será que los cachacos van a entender el CARNAVAL de BARRANQUILLA y a esos corronchos que lo que les gusta es “mamar ron” en esos cuatro días”?
Yo no creo… eso no lo van a entender.
Como no entiendo yo algunos bailes del interior del país, porque el ser humano es así. No todos tenemos los mismos gustos. Y eso es algo normal.
Lo que siempre he pretendido, aunque sabemos que no es posible, es que conciliemos.
Que nos pongamos de acuerdo para que esta vida nuestra sea más agradable.
Bien por Fabio.
Bien por el Carnaval.
Bien por los Congos…
Mis respetos para ellos.
RADAR,luisemilioradaconrado
De José Bolaño Cienfuegos.
ResponderEliminarCordial saludo:
Excelente la crónica del periodista y escritor Fabio Osorio Pineda, sin temor a equivocarme, y esto lo dirá nuestro maestro Rocha, Osorio es el mejor cronista de carnaval que existe en Barranquilla. No solo porque lo ha vivido por dentro sino por la limpieza y calidad en su pluma heredada de sus maestros Olguita Emiliani y Juan B. Fernández R. Los libros de Fabio sobre Carnaval son una muestra clara de que hay un Carnaval vivo lleno de emociones y transmisor de perenne alegría.
Muy buena crónica y esperamos ver otras, aunque el Carnaval haya pasado.
Un abrazo
José Bolaño Cienfuegos