Humberto Mendieta, fue uno de los periodistas de Barranquilla que
conoció muy bien a Ernesto McCausland.
Como dice él: cuadra, colegio, periódico. En esos tres espacios se mueve
mucho sentimiento, admiración, respeto, amistad
y conocimiento. Aprende uno a conocer verdaderamente a sus amigos.
Humberto nos describe algunos pasajes que nos pueden servir para conocer
más a ese excelente periodista que acaba de fallecer, aunque casi todos
pensamos que él se fue, pero está con nosotros…
RADAR,luisemilioradaconrado
El “Viejo” Erny
Por Humberto Mendieta
Publicado
en Al Día
Compartí
con Ernesto McCausland cuadra, colegio y periódico. Algunas de nuestras
primeras fiestas de adolescencia se conjugaron en un bordillo, mientras nos
cruzamos en los pasillos del Biffi disfrutando con amigos comunes pequeñas
aventuras etílicas.
Algunos
años después, en 1982, coincidimos en El Heraldo haciendo pinitos. Ernesto
había llegado hacía poco de Estados Unidos y se estrenaba como redactor. Comenzó
en ese momento de su vida una frenética y ascendente carrera periodística
en la que dio muestras de su interminable talento, de su calidad humana y de su
inagotable capacidad de trabajo, la cual sobrepasó siempre su estatura.
En
esos primeros tiempos, mientras cubría noticias generales y después el
apasionante área de judiciales, Erny, como cariñosamente le decíamos en la
redacción, se doblaba por las noches traduciendo artículos de revistas en
inglés para una sección especializada del periódico.
Si
bien tuvo como tutores a nadie menos que al mismo Director Juan B. Fernández
Renowitzky y a la rigurosa Asistente de Dirección Olguita Emiliani, no heredó
nada de manera gratuita. Centímetro a centímetro, letra a letra, Ernesto
construyó todos sus logros. Ni siquiera la poderosa antropofagia y envidia
natural del gremio periodístico pudo contra una voluntad férrea y un don
de gente a toda prueba. Pero lo que lo mantuvo y lo caracterizó fue su
capacidad de cronista con que ganó innumerables premios. 1983, año clave
Debía
tener Ernesto, a quien también le decíamos “Mack”, 22 años, cuando con toda su
candidez se fue con el pomposo cargo de “enviado especial” al Festival del Cine
de Cartagena. Durante su estadía, en medio de las vacas sagradas de
la crítica del Séptimo Arte colombiano, hizo un par de atrevidas intervenciones
en una de esas célebres ruedas de prensa en las que el tufo le sale por
todas partes a entrevistados y entrevistadores. Esas intervenciones dieron
lugar a que una de esas noches de Festival llegara a la redacción de El
Heraldo, por el télex de la AFP, una noticia en la que citaban al “joven
crítico de cine barranquillero Ernesto McCausland”. Nos reímos complacidos de
la nota y festejamos el inicio de una carrera de crítico cinematográfico. Sobra
decir que el comentario internacional fue publicado con todo el crédito de la
Agencia Francesa de Noticias.
Después
vino la soltura de la mano. Ernesto tenía la capacidad de entregarse en una
crónica o en una historia humana de tal manera que los lectores buscaban con
avidez su nombre impreso al pie de un título para leer por primera vez un
suceso o para releer lo ya leído en otra parte, porque sabían que él le daba un
toque especial. Era un ángel en cada nota, un cierto encanto sin igual que el
“viejo” Erny ponía en lo que hacía.
La televisión regional
Entonces,
cuando estaba en todo su apogeo de cronista, apareció Telecaribe e
incursionó primero con Jorge Cura en TeleHeraldo y luego en un programa del que
hizo una fantasía, llevando de la mano a la teleaudiencia de la Costa por
vericuetos desconocidos que fortalecían la identidad a través de media hora
semanal que se llamaba Mundo Costeño.
De
la televisión regional Erny dio una zancada y se fue a estudiar cine a Los
Ángeles para luego zambullirse en tres películas que le dejaron más
satisfacciones que plata. Todo eso al tiempo que escribía libros y se mudaba a
Bogotá a presentar por varios años QAP. Justo en el set de ese desaparecido
noticiero capitalino me dijo un medio día que lo visité, que no hallaba la hora
de devolverse a Barranquilla. Cuando por fin lo hizo, después de varios años en
la radio nacional, se vino a su Curramba del alma con 100 proyectos debajo del
brazo.
Uno
a uno los cumplió. Se dio el lujo, como ningún periodista en este país, de
haber incursionado con éxito en todos los géneros, en todos los formatos y en
todos los medios. Todo, Erny, con lujo de detalles, impecable y humano.
¡“Viejo”
Erny hiciste lo que quisiste!
Hola, Humberto: Cuánta tristeza me ha ocasionado la muerte prematura de Ernesto. Desde aquellos años en que trabajábamos para Teleheraldo no lo volví a ver. Buena semblanza la que has hecho de nuestro colega. Te mando un abrazo fuerte desde España.
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